Antonio Illán Illán - Crítica
El Teatro de Rojas alza de nuevo el telón
'El enjambre', teatro 'verité' muy guay
Título: El enjambre . Autor: Kepa Errasti . Dirección: Mireia Gabilondo . Intérpretes: Vito Rogado, Sara Cozar, Aitziber Garmendia/Iratxe G. Uriz, Getari Etxegarai, Leire Ruiz/Dorleta Urretabizkaia y Naiara Arnedo . Escenografía: Fernando Bernués . Iluminación: Andoni Mendizábal . Producción: Vaivén Producciones . Escenario: Teatro de Rojas .
Si la vida misma es una comedia que cabe en un saco de engaños, de hipocresías, de algunas verdades, de amistades ficticias, de valores poco profundos y contravalores desmesurados, un espacio de trivialidades, de unos canutos y unas rayas de coca y, por supuesto, de relaciones humanas que incluyen un punto de desamor y todo el universo del mundo LGTBI , y además añadimos un lenguaje coloquial de registro a pie de calle con mucho ¡hostias! y palabras así y todo lo aderezamos con un sentido del humor muy bien hilado y unas situaciones que provocan más la carcajada que la reflexión; y juntamos una gavilla de personajes compuesto por seis amigas con los treinta muy bien requetecumplidos y aderezadas con su toque natural de vasquismo (se viene un poco a la memoria el filme 'Siete apellidos vascos'); y todo ello lo ponemos en un escenario de interior de casa rural sin lujo alguno, y lo agitamos con un puñado de actrices que hacen muy bien, pero que muy bien, su trabajo, entonces encontramos un espectáculo teatral que entretiene y divierte a un espectador hastiado de covid y pandemia .
El enjambre de Producciones Vaivén nos presenta algo tan sencillo como habitual en la sociedad actual, un grupo de amigas de la infancia, pero ya maduritas y con mucha historia detrás de cada una , que se reúne para celebrar la despedida de soltera de una de ellas. Ya sabemos en qué consisten estas fiestas con su punto de desenfreno. En este caso, lo que a priori iba a ser un fin de semana de loca fiestuqui, se irá convirtiendo, si no en drama, sí en una realidad ácida cuando se van conociendo las realidades que cada una de las amigas esconde, y de las que se va dando cuenta en la sucesión de escenas. Lo mejor de la propuesta es que texto, directora y actrices logran que el público se ría.
Hay varias escenas musicales con bailes donde se acentúa la comicidad y la complicidad de estas mujeres, incluso su recuerdo infantilista. Junto a lo cómico aparece el contraste de la enfermedad, la traición en el amor, la soledad. En el fondo la vida es un enjambre en el que las abejas hacen mucho ruido , pero al final cada una es responsable de su celda; y estas mujeres de la comedia viven en el vaivén de sus emociones, en muchos casos, ocultas u ocultadas, como la madre de tres hijos, que vive con el marido y tiene a la vez una relación lésbica de años.
No podemos hablar de una comedia de mujeres, pues las situaciones son perfectamente transferibles a otros géneros o al “sin género” actual. Es la comedia de la vida de las personas en la que ni es oro todo lo que reluce, ni las cosas son como se pensaron muchos años atrás. Hay lo que hay y se ha llegado a lo que se ha llegado. Eso es lo que se cuenta en este conjunto de historias.
Escuché a un vecino de butaca que decía ¡qué desgracia de vidas! No lo entiendo así . Solo hay que mirar a nuestro alrededor, a nosotros mismos, para ver que la vida de color de rosa no es lo más frecuente y que los grises se suceden en muchos pequeños o grandes detalles. Pero, a pesar del comentario, había notado que ese espectador y muchos más reían, incluso a mandíbula batiente, durante el desarrollo de la obra. Eso me dejó tranquilo. La historia que nos estaban contando sería teatro verité, pero no olvido que era teatro, puro teatro.
Alguien puede pensar que esta comedia esperpentiza la realidad. No lo creo. Tampoco me parece que alcance el objetivo de matizar una reflexión con un cierto tono sobre temas como la maternidad, la sororidad, el empoderamiento femenino o las relaciones heterosexuales y homosexuales , si bien, el papel del hombre, evocado, pero ausente en la obra, aparece como un ser asaz despreciable, pero eso también está en el mundo de hoy, no hay invento.
Mireia Gabilondo ha sacado petróleo de un texto sin mucha trascendencia y ha manejado los hilos de un ovillo de actrices estupendas. El teatro es interpretación. Ahí, en el juego interpretativo, con el contraste muy bien definido de los seis personajes diversos con sus diferencias de carácter, de lenguaje, de gesto y de actitud ante la vida, es donde reside el excelente enganche con el público.
La escenografía imaginativa, la iluminación bien diseñada, la importancia de la música, incluso el tipo de música que se escucha, se canta o se baila, contextualizan perfectamente un trabajo teatral notable .
El público del Teatro de Rojas, que acudió con la actitud de quien tiene ansia de salir del marasmo y el abandono cultural al que nos somete la pandemia , aplaudió con ganas el buen trabajo de las intérpretes y del equipo te Vaivén Producciones y un espectáculo, El enjambre, cuyas abejas algo endulzan y nada pican.
(Quienes lean esto en Toledo y quieran ver la función, hoy mismo, sábado, 6 de marzo, repiten actuación en el Teatro de Rojas).