Antonio Illán Illán

Maestrissimo: Tocata y fuga

Lo último de Yllana, en fin, es como los fuegos artificiales, muy bellos y espectaculares en el momento

Título: Maestrissimo . Idea, creación y dirección: Yllana . Dirección artística: Juan Ramos y David Ottone . Intérpretes : Eduardo Ortega , Jorge Fournadjiev , Jorge Guillén “Strad” e Isaac M. Pulet . Lugar: Teatro de Rojas.

«Donde hay música no puede haber cosa mala», dice don Quijote. Y es verdad. La música es el alma de las cosas, la armonía del universo y el magma del que surgen las emociones. Lo último de Yllana en espectáculo musical diseñado para el éxito es Maestrissimo, un divertimento con la pretensión de llegar a un amplio público que, además de escuchar música sin entrar en profundidades, quiere divertirse, sonreír de vez en cuando y salir del teatro con buen cuerpo. Y es cierto, todo esto lo consiguen los cuatro músicos que conforman el cuarteto que representa una historia de escaso argumento, aunque con ritmo y con gracejo, en poco más de una hora.

Que la dramaturgia nos indique que el director del cuarteto intenta progresar en su carrera, alcanzando en concurso con otros el título de maestrissimo y que para ello se aproveche del talento del músico «di ripieno» de la formación, es el hilo que da pie para ir encadenando y yuxtaponiendo compases muy conocidos de todo tipo de músicas. Shubert, Bach, Beethoven o Vivaldi y una larga lista, que no recuerdo, de los que se ofrecen momentos cumbre de la música clásica, que sonaron junto a obras de los Beatles o bandas sonoras de conocidísimas películas. Los ingredientes estuvieron bien aliñados y la ensalada sonora resultó apetitosa. El público puso el postre en pie y con los más cálidos aplausos, como señal de que había probado un menú degustación que le supo a gloria.

El resultado, aunque lo teatral sea liviano, es brillante y se debe en esencia al muy buen trabajo de los músicos, que son excelentes profesionales, con buena técnica y absoluto dominio de los instrumentos. Daba gusto escuchar a Eduardo Ortega, Jorge Fournadjiev, Jorge Guillén e Isaac M. Pulet, que hay momentos en los que hacen verdadera exhibición de virtuosismo interpretativo, favorecido por la excelente amplificación del sonido. De hecho, los grandes palmoteos siempre se han producido cuando la música sonaba a la manera de concierto de cámara, más que en los momentos dedicados a lo más teatral o más circense, excepción hecha de las intervenciones de Isaac M. Pulet con una expresividad tranquilizadora en su mirada y con una vis cómica más intuitiva y personal que aprendida, que nos sorprendió desde el momento en que imitó con un deje la risa del Mozart de la película de Milos Forman.

Puestos a buscar algún contenido, más allá de los emocionales que la propia música trasmite,  podríamos indicar que se puede hacer alguna reflexión sobre la ética (un músico roba a otro sus creaciones), el hecho de la creación relacionada con temas como la originalidad, el plagio o la burda copia, incluso el valor de la música en la sociedad. Sin embargo, creo que el divertimento está muy por encima de la reflexión.

El espectáculo cumple todos los requisitos a que nos tiene acostumbrados la marca Yllana desde Pagagnini, obra con más de una docena de años en cartel: humor, música, guiños, complicidad y participación del público en algunos números.

En Maestrissimo, un cuarteto de cuerda muy compenetrado retrata los tics de los músicos parodiándolos (el divo que quiere apropiarse de todos los aplausos o el director/compositor que carece de inspiración y se apropia de las composiciones ajenas). Hay una sucesión de gags muy sencillos, basados en unos personajes de caracterización muy estética y alambicada con una gesticulación exagerada, sin apenas palabras y con todo tipo de gestos y aspavientos. Eso y, por supuesto, la música provocan la inmediata conexión con el público.

La función en rodaje, que debería pulir y mejorar las coreografías, la expresión corporal y la danza de los músicos actores, que resulta bastante básica, podría interpolar con lo más popular y populista de la música, algunas piezas que sean menos conocidas, con el fin de ir también educando al público. Si bien es verdad que el modelo ya de por sí sirve para alimentar a la gente con buena música interpretada por excelentes músicos en un contexto festivo y divertido. Este Maestrissimo de Yllana, en fin, es como los fuegos artificiales, muy bellos y espectaculares en el momento, pero también «tocata» y «fuga».

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