Antonio Illán Illán

Un Lope de marionetas

'La selva sin amor' en el Teatro de Rojas

Título: La selva sin amor . Autor: Lope de Vega . Dramaturgia: Sergio Adillo . Dirección: Jesús Caballero . Intérpretes: Raúl Esquinas, Pablo Ibáñez, Ana Morcillo, Raquel Racionero, Adrián Torrero . Músicos: Alberto Campanero, Carlos García Cuéllar, Francesco Cama, Teresa Muñoz Frías, Blanca Agudo . Música:  Carlos García Cuéllar . Asesor de verso:  Sergio Adillo . Escenografía: La Máquina Real, Jonathan Morales, Elvira Bustamante, Guillermo Román, Mónica Monreal . Vestuario:  Mercedes Campos, Gloria Santolaria . Iluminación: Edipo . Producción: La Máquina Real . Escenario: Teatro de Rojas .

La selva sin amor  es una apuesta interesante llevada a las tablas por la compañía La Máquina Real como representación de marionetas. Además de interesante, es atrevida, pues esta obra está considerada como la primera ópera representada en España. El texto, lo que hoy diríamos el libreto, fue compuesto por Lope de Vega y la música por Filippo Piccinini. Esta incursión de Lope en el teatro musical supuso en su tiempo una gran innovación para la música escénica que se venía haciendo en España y que era muy del gusto del público . Con esta ópera se introduce lo que se conoce como stile recitativo , no utilizado en la escena española hasta entonces y con escasa transcendencia después. La pieza se programó para ser representada en la celebración del cumpleaños de la infanta María Ana de Austria, hermana de Felipe IV, el 18 de agosto de 1627, aunque la fecha se postergó por la enfermedad del monarca y fue representada por primera vez el salón grande del Alcázar de Madrid, el 18 de diciembre de 1627, con escenografía que causó impresión por sus efectos visuales de los italianos Cosimo Lotti y Pietro Francesco Gandolfi, traídos expresamente por el Duque de Pastrana petición del todopoderoso Conde-Duque de Olivares.

La partitura, compuesta por al laudista boloñés Filippo Piccinini en colaboración con Bernardo Monanini, se perdió en el incendio del Alcázar en 1734 que arrasó, entre otras muchas riquezas, el archivo musical.

El texto de La selva sin amor , del cual se conservan 672 líneas incluyendo el prólogo, es aceptado como un libreto, y al contrario que otras obras escénicas de Lope de Vega, esta consta de un acto, dividido en siete escenas, y compuesto como la métrica poética italiana, con versos de 7 y 11 sílabas, a excepción del dúo de Filis y Flora que abre la cuarta escena.

En síntesis, la obra comienza en una selva imaginaria consagrada a Dafne en Madrid, aparece el puente de Segovia y el río Manzanares. En el prólogo aparece un río en el que fluye el agua y peces chapoteando en él. Venus recrimina a Amor (Cupido) por su negligencia y le anima a intervenir en los asuntos amorosos de los pastores que no tienen amor. Amor (Cupido) utiliza sus famosas flechas para influenciar a Silvio, Jacinto, Filis y Flora, para así transformar la selva sin amor en la selva de amores. Lo mitológico y lo pastoril se entremezclan en una trama que debe tener presente estos conocimientos culturales para poder seguir el hilo narrativo con cierta fluidez.

Alguna idea de ese teatro cortesano es lo que nos ha querido trasladar con su espectáculo de marionetas o gran escenario de guiñoles La Máquina Real. Bien es cierto que la música ha debido inventársela, al haberse perdido la original. Y es la música precisamente lo importante en este drama per música . No sabemos a qué sonaba lo que compusieron Piccinini y Monanini, pero la propuesta de Carlos García Cuéllar, que me ha parecido deliciosa, sonaba a melodías populares del siglo XVII. El texto lo han mantenido muy correctamente , pero al ponerlo en boca de marionetas con los intérpretes no a la vista y una amplificación que hacía de las voces algo chillonas y poco naturales, se ha perdido mucha comprensión y si el espectador pierde el hilo en una historia mitológica y pastoril, aunque sea fácil, el interés se pone un poco cuesta arriba. Aun así, el espectáculo queda vistoso y entretenido. Dada la situación, quizá unos sobretítulos facilitarían al público las condiciones para seguir la historia.

Evidentemente una obra musical requiere música en directo, y este es uno de los elementos más valiosos; y también las buenas interpretaciones de los músicos quedan un tanto distorsionadas por la amplificación, a mi modo de ver innecesaria en un teatro como el Rojas. La propia colocación de los intérpretes, incluso con alguno de espaldas al público, tampoco parecía que favoreciera; acaso una plataforma u otra disposición mejorase la performance . Las partes cantadas abusan del chillido y eso que se aprecian buenas voces en el conjunto y un buen trabajo en equipo.

Las marionetas, vistosas en primer plano, sin embargo están ubicadas en el fondo del escenario en un pequeño teatro (el teatro dentro del teatro), que resulta de tamaño reducido, parece que pide verse más cerca, y eso no da efectividad a la representación ni favorece la atención del público.

La selva sin amor de La Máquina Real conforma un espectáculo con muy buenas intenciones, colorista, entretenido, para pensar poco y dejarse llevar por ese Cupido travieso con sus flechas de oro y plomo y con ese Manzanares que se yergue como un río nada mitológico, y luego volver a la realidad de la mascarilla y el miedo que nos espera en la calle.

Hay que agradecer al Teatro de Rojas que nos vaya suministrando, aunque sea con esta intermitencia, unas gotitas de elixir cultural para ayudarnos a ir sobreviviendo en este páramo pandémico y doliente que ya se prolonga demasiado tiempo ¡y las vacunas sin venir!

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