Antonio Illán Illán
Una sor Juana Inés de la Cruz «antes libre que cristiana»
'Yo, la peor del mundo' es una obra fresca, divertida, trascendente, pícara, tierna y reivindicativa
Título: Yo, la peor del mundo. Autor: Antonio Muñoz de Mesa. Dirección: Olga Margallo. Intérpretes: Ugaitz Alegría, Nerea Gorriti, Lara Sagastizabal, Ana Pimenta, Itxaso Quintana. Música original. Iñaki Salvador. Coreografía: Maitane Zalduegi. Escenografía: Marcos Carazo. Iluminación: Xabi Lozano. Vestuario: Lola Trives. Producción: Vaivén Producciones. Escenario: Teatro de Rojas.
Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) es una persona entrañable e interesante tanto por su vida como por su obra. Juana de Asbaje (luego Sor Juana) tuvo una vida llena de dificultades ya desde su nacimiento, como hija natural, en una familia de labradores acomodados, lo que era un grave impedimento social en la sociedad de su tiempo. Manifiesta precocidad intelectual desde niña, que se demuestra con su fuga de casa para pedir a la maestra que la enseñase a leer, o más tarde su propósito de asistir a la universidad disfrazada de hombre. Entre los 15 y 16 años elige la vida conventual y en ese ámbito prosigue sus lecturas y trabajos, pero una polémica disputa con el obispo de Puebla le ocasiona una crisis espiritual que la lleva a renunciar a su copiosa biblioteca, así como a casi toda actividad literaria. Murió por causa de una epidemia mientras socorría a las compañeras del convento. Nos dejó una gran obra, esencialmente poética (de tema amoroso, negro, religioso y filosófico), aunque también escribió comedias y autos sacramentales y algunos textos autobiográficos o didácticos. El genio poético de sor Juana Inés de la Cruz fue tal que era llamada “la décima musa”. En su poesía encontramos suficientes elementos como para afirmar que el barroco en ella asume rasgos criollos. Es evidente que fue un talento brillante que, además de su recóndita y apasionante obra Primer Sueño y algunos de los más extraordinarios sonetos de su siglo, mostró constantemente, en la obra y en la vida, una severa y lúcida voluntad de independencia intelectual que, siendo ella mujer de inteligencia y belleza asombrosas, es en las letras hispánicas la primera afirmación de un feminismo comparable a algunas de las más libres e inteligentes mujeres cervantinas. Por supuesto que en su vida, en apariencia, sor Juana tuvo que doblegarse; pero en su obra la voluntad, el arte y el ingenio luchan intensamente contra los aspectos más retrógrados de la visión barroca del mundo. En esa lucha, de alguna manera, el rigor, la sensibilidad y la inteligencia que sobreviven apuntan ya hacia el futuro.
Yo, la peor del mundo , es la propuesta, desde una perspectiva de teatro musical, de Vaivén Producciones para acercarse a la figura de esta monja jerónima que vivió en el siglo XVII en la Nueva España (hoy México). El libreto o texto teatral de Antonio Muñoz de Mesa pone de manifiesto aspectos importantes de la extraordinaria vida y obra de sor Juana, marcando el acento sobre aquellos que reivindican la libertad y el valor de la mujer en lo que podríamos llamar en la actualidad una actitud feminista. Evidencia así mismo un cierto lesbianismo de Juana y la posibilidad de que fuera violentada en su celda por un jesuita. No es un texto que podamos considerar una biografía, aunque se aluda a diversos momentos y aspectos de su vida, incluyendo su desencuentro con las autoridades de la Iglesia (“antes libre que cristiana”, se escucha en una canción). Pero lo esencial del texto, con jugoso sentido del humor y con una asombrosa capacidad para conectar lingüísticamente el pasado con el presente incluyendo las ideas comunes (el feminismo y sus principios), es el poner de manifiesto la autenticidad de sor Juana como persona y la valentía de su obra reivindicativa de los valores femeninos en una sociedad que postergaba a la mujer.
Esencial en el espectáculo es la música de Iñaki Salvador , que sirve para marcar emocionalmente los estados que se van desarrollando en las diferentes escenas. Las letras de las canciones son algunas veces los propios poemas de la literata mexicana, como la del conocido ovillejo “Hombres necios que acusáis…”. Y junto a la música, en otro nivel, las coreografías de Maite Zalduegi también son necesarias para agilizar muchos momentos y para ofrecer la dinámica del grupo.
La dramaturgia diseñada por Olga Margallo lleva un ritmo trepidante que no permite distracción alguna. No es una descripción y narración de una persona y unos hechos en el pasado, ni siquiera una dramatización de una biografía, sino una imbricación del pasado en el presente alrededor de la figura y los valores de sor Juana, que supusieron un gran avance de pensamiento en su tiempo y que hoy siguen de pura actualidad. En ese ir y venir entre lo histórico objetivo y lo presente, incluyendo lo histórico y lo ficcional, consiste el verdadero juego de la bien pensada dramaturgia. Y siempre nos hace tener en el ánimo no solo la reflexión, la diversión o la enseñanza, sino, muy esencialmente remarcado, el valor reivindicativo de la mujer como ente autónomo de pensamiento y vida. Excelente dirección de actores que no deja flecos sueltos. Gran trabajo.
Texto, música y dramaturgia se apoyan en un basamento muy bien construido de una escenografía conceptual y minimalista de Marcos Carazo , complementada con una iluminación significativa de Xabi Lozano y un vestuario que evoca a veces el siglo del Barroco y en otras el presente colorista, llamativo y provocador.
Y por supuesto el espectáculo tiene su fuerza motriz en el gran trabajo actoral que lleva a cabo un elenco de extraordinarios profesionales. Itxaso Quintana pone cuerpo, voz y una extraordinaria dicción a una Juana y una sor Juana que van de la ternura a la fuerza inconformista y la rebeldía, del amor al desprecio, de la reflexión y el argumento a la duda. Ya cantando, ya hablando, dialogando o argumentando, juega sobre las tablas un fantástico papel. Itxaso es capaz de emocionarse y de emocionar a quienes seguimos la obra desde el patio de butacas. Es un verdadero médium que hace fluir los maravillosos sentimientos del pasado y del presente.
Ugaitz Alegría no tiene un papel central pero es un contrapunto esencial para la protagonista, bien sea interpretando al entrañable abuelo ilustrado que presta su biblioteca a Juana o al prepotente padre Miranda, que además de su atildamiento y narcisismo parece que siente por sor Juana, más que admiración intelectual por su obra, atracción malsana por su belleza. Excelente en los dos caracteres y magnífico en los movimientos de la coreografía.
Lara Sagastizabal realiza más un papel de época y da vida a un personaje, la hermana, pleno de autenticidad; canta, baila, se ríe…y siempre se expresa con una naturalidad jovial y nada afectada.
Nerea Gorriti es “nadie”, pero un “nadie” con una presencia fastuosa que aporta contenido, reflexión, contexto y emociones. La versatilidad cantando e interpretando música, hace que su trabajo triunfe y empatice sacando muy bien adelante un personaje con muchas caras.
De Ana Pimenta ¡qué decir! Interpreta varios personajes: uno, el de la madre con desparpajo popular y sencillez; otro, el de la virreina lleno de las complejidades de una persona que se ve con poder y que se mueve en las esferas de la alta sociedad. Ana pasa de uno a otro sin pestañear, y, si en uno está bien, en el otro está superior.
En definitiva, Yo, la peor del mundo es un espectáculo que merece la pena ver y luego contarlo para que otros también lo vean. Es emotivo, reflexivo, vitalista, muy directo y rompiendo cualquier pared con el público, con un punto de irreverencia equilibrado que a nadie hiere pero que no calla lo que no hay que callar, con humor, con lenguaje de actualidad. Obra fresca, divertida, trascendente, pícara, tierna y reivindicativa. Es estupenda para dar a conocer con agilidad y empatía a un clásico barroco con dinamismo y una jugosa complicidad con los espectadores de hoy.
El público toledano, entre el que abundaba ¡albricias! la juventud, aplaudió con fuerza y alegría un trabajo muy bien hecho, algo a lo que, por demás, ya nos tiene acostumbrados la compañía donostiarra Vaivén Producciones.