Jacinto Trillo, viticultor antes que futbolista
El eterno capitán del UD Socuéllamos deja el equipo después de 13 temporadas al no poder compaginar el trabajo en la tierra con el desempeño en el césped
Cuenta Jacinto Trillo Navarro, que está cerca de cumplir 37 años, que es más de Socuéllamos que el monumento al Podaor, eterno capitán del equipo azulón, que está «un poco triste». Que quería jugar al menos un año más y luego retirarse, pero que «no se puede seguir y ya está» . Así de simple.
Jacinto acumula 13 temporadas (no consecutivas) defendiendo la camiseta del club de su pueblo. Ahora Josico, el entrenador, quiere profesionalizar el equipo y para el próximo curso va a implantar un sistema de trabajo que muchos días supondrá entrenar mañana y tarde. Y, claro, Jacinto, que es viticultor y dedica las mañanas a trabajar la tierra para ganarse el pan , no puede. «Imposible», es la palabra que utiliza el defensa, que tiene mujer y dos pequeños: una niña de cuatro años y un niño de once meses.
«Me gustaría jugar, no le voy a engañar, pero también tengo que valorar algo que sea bueno, que me cuadre con mi familia y mi trabajo. Y si no sale nada, pues retirada y a plantearse nuevos retos», responde a ABC al ser preguntado por la posibilidad de continuar en otro club. Tiene el nivel 3 de entrenador, el más alto, y admite que «aunque en un principio me lo saqué para formarme, es algo que me gusta. No sé a qué nivel. Ya entrené en categorías inferiores y sí que me gustaría ayudar a la gente de mi pueblo».
La trayectoria deportiva de Jacinto empezó en el UD Socuéllamos, en su primer año como sénior. Sin embargo, entonces era muy joven y en Navidades salió cedido al Manchego Provencio. Después fichó por el Atlético Pedro Muñoz y tuvo la mala suerte de que la pubalgia le tuvo casi un año parado. Se recuperó, por suerte, y fue fogueándose en las categorías más bajas antes de volver al Socuéllamos, donde ya se quedó para siempre salvo un breve periodo en Tomelloso.
En apenas tres años, los que van de 2013 a 2016, el Socuéllamos pasó de jugar en Preferente a disputar un ‘play off’ para subir a Segunda División. «Es muy, muy difícil lo que hicimos. Lo primero que tiene que haber es un club saneado, con estabilidad económica, que pague al día. En Preferente hicimos un equipo campeón. Nos paseamos. Ascendimos a falta de cinco o seis jornadas. Nos metieron el primer gol en la jornada 14. Se quedó el entrenador y una base de jugadores. Había un vestuario de diez, no nos pusimos retos y volvimos a ascender, en este caso de Tercera a Segunda B», relata.
En la categoría de bronce el ‘Socu’ fichó a «gente más importante. Cada vez había más masa social y el club ingresaba más dinero por publicidad». El segundo año incluso compitieron por ascender en una eliminatoria contra el filial del Sevilla, cuyo delantero era Carlos Fernández, hoy en la Real Sociedad, «el jugador más difícil al que he marcado». Esta última temporada Jacinto ha logrado que el equipo de su pueblo se mantenga en Segunda RFEF, después de subir el año pasado desde Tercera División.
Si de los cientos de partidos que ha sudado a lo largo de su vida, se tiene que quedar con uno, el viticultor más famoso de Socuéllamos elige dos: en 2014 contra el Linares Deportivo en el ‘Paquito Giménez’, en la ida de la final del ascenso a Segunda B (victoria por 2-1); y en 2015 contra el Real Madrid Castilla en Valdebebas, con Zidane en el banquillo local, cuando se desplazaron 2.500 aficionados desde el pueblo (victoria por 0-2). «Ese día había más gente de Socuéllamos que del Real Madrid. Conozco a amigos míos que son del Barça y se hicieron socios del Madrid para poder ver el partido, ya que el club blanco dejó de vender entradas ante tanta avalancha», recuerda.
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