Diego Merino: «Hace tres meses estábamos muertos, nadie daba un duro por nosotros»

El entrenador del CD Toledo valora el trabajo «magnífico» de sus jugadores, ya que «no había margen de error»

Diego Merino posa en el túnel de vestuarios del ‘Salto del Caballo’ H. Fraile
Juan Antonio Pérez

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Si hay un protagonista en la reacción del CD Toledo, ése es su entrenador, Diego Merino Rivera (Mérida, 1988), que a principios de febrero aterrizó en sustitución de Roberto Aguirre. El club verde navegaba entonces a la deriva, perdido en la mitad de la clasificación y, además, en una mala dinámica de resultados que, de prolongarse, le llevaría a jugar la fase por evitar el descenso.

Con apenas un par de entrenamientos, Merino se sentó por primera vez en el banquillo y vio con impotencia cómo el Villacañas remontaba a su equipo en un pispás. Parecía, en fin, que había que olvidarse de cualquier ilusión y conformarse con otro año más en Tercera división.

Sin embargo, desde entonces el CD Toledo fue remontando el vuelo, se metió en la fase por el ascenso y, aunque no llegó a tiempo de subir directamente (Marchamalo y Calvo Sotelo tenían mucha ventaja), ha enlazado trece partidos sin perder hasta este domingo, el día D .

A las 19:00 horas juega la final del ‘play off’ contra el Quintanar del Rey con todo a favor: juega en el ‘Salto del Caballo’, habrá miles de aficionados empujando y le vale el empate.

¿Cómo se maneja la presión?

Es cuestión de perspectiva. Hace tres meses estábamos muertos. Después de la derrota con el Conquense o el Villacañas, nadie daba un duro por nosotros. Incluso a nivel de club se estaba planificando prácticamente la próxima temporada. Éramos conscientes de que era muy difícil, porque no había margen de error. Este grupo de jugadores ha hecho un trabajo magnífico, son 13 partidos sin perder, y eso nos da la oportunidad de jugar la final contra el Quintanar del Rey. Estamos muy ilusionados.

En la semifinal contra el Torrijos se sufrió mucho. Sin público en las gradas, ¿habría sido diferente?

Se daban dos circunstancias. La primera es que la manera de proceder del rival te condiciona. Nos enfrentamos a un equipo contra el que nadie había tenido posesiones largas. Era fútbol directo, segundas jugadas, un tipo de escenario que a nosotros nos cuesta. Luego se daba la circunstancia de que veníamos haciendo las cosas muy bien, pero creo que, de puertas hacia dentro, el habernos dado una hostia en la semifinal habría sido duro. Había un punto de responsabilidad.

¿Qué vestuario se encontró cuando llegó en febrero?

Pues de todo menos un equipo. La situación era preocupante. Nuestro primer objetivo fue empezar por lo más sencillo, y nos encontramos a un grupo de jugadores espectacular a nivel de predisposición, humildad, trabajo o ilusión que luego, además, son muy buenos futbolistas. Llevamos con el agua al cuello tres meses, pero estamos muy satisfechos. 

¿Cómo fue la negociación y qué pidió al club?

Cuando te llama el CD Toledo, es una buena noticia. Yo fui muy claro y les dije que no iba a venir a jugarme la vida en siete partidos. El club me expuso un proyecto a medio plazo, independientemente de lo que pasara. También les dije que no prometía resultados, pero sí dedicación las 24 horas, hambre e ilusión. A partir de ahí ha habido una química tremenda.

Sinceramente, ¿se imaginaba estar así o no pensaba más allá del partido a partido?

En mi segundo partido, cuando nos enfrentamos al Torrijos, si perdíamos caíamos a los puestos de descenso. Estaba preocupado, porque el formato de competición es corto y los errores se pagan. Sí que es cierto que lo que veía en el día a día me gustaba, pero no quería hacer cuentas a medio plazo porque me desanimaba. Estuve un mes sin mirar la clasificación. 

¿Cómo trabaja un entrenador sin tiempo y con la urgencia de lograr resultados?

No es fácil, claro. Primero tratamos de levantar al equipo emocionalmente. Nos preocupaba que el equipo, ante el más mínimo golpe, se caía. Nos pasó en Villacañas. Hicimos un partido extraordinario, pero nos hicieron un gol, enseguida el segundo y, si hubiera durado cinco minutos más, nos habrían marcado el tercero. Y luego había que dotar al equipo de unos comportamientos a nivel táctico para que tuviera una identidad. Ha sido muy poco a poco, tratando de equivocarnos lo menos posible a la hora de elegir a los jugadores. La temporada ha sido muy corta, pero muy intensa y siento que lo he dado todo. 

Diego Merino tiene contrato hasta el año 2023 H. Fraile

A mediados de abril le renovaron el contrato hasta el año 2023. ¿Por qué?

Cuando vine, el Toledo me dio un año y medio de contrato, hasta 2022, independientemente de si ascendíamos o no. Luego llegó una oferta de un club importante (el Deportivo Alavés) para entrenar al filial y con una cantidad económica importante. Yo se la expuse al Toledo, ellos me dijeron que me querían sí o sí y fue muy fácil ponernos de acuerdo.

¿Le gusta este formato de competición por fases y con menos partidos?

Es diferente. El error te penaliza mucho más y hay más igualdad. Todo eso te lleva a que cualquier dinámica negativa, si se prolonga en el tiempo, te pasa factura. No lo considero ni mejor ni peor.

¿Cómo valora hasta la fecha su trayectoria? Ha entrenado en categorías inferiores, a equipos históricos y también a otros más modestos.

El primer equipo al que entrené fue al Valdelacalzada, con 23 años, en la Tercera división extremeña. Luego fui al Rayo Vallecano y fueron cuatro años extraordinarios (en juveniles y el filial). En Extremadura y Mérida, me pasó lo que los entrenadores llamamos 'los momentos'. Son dos equipos de envergadura pero, quizá, los proyectos no eran los más adecuados. A lo mejor si hubiera llegado al Toledo hace diez meses, y no en febrero, no hubiera sido 'el momento' por los problemas que había a todos los niveles.

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