Vicente del Bosque, catedrático de la UCLM, ¿por qué no?
Lección de sensatez del seleccionador nacional de fútbol en un congreso en el campus de Toledo
Vicente del Bosque lo ha vuelto a hacer y, por eso, la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) debería proponer ya a su «doctor honoris causa» que compagine su labor de entrenador de la selección nacional de fútbol con la de conferenciante por sus cuatro campus y sus dos centros asociados.
Este jueves volvió a dejar un poso de sabiduría, sensatez y honestidad en el paraninfo «Envases de Cartón» del Campus Tecnológico de la Fábrica de Armas, en Toledo. «La deportividad es la base del deporte. Sin deportividad es imposible que este mundo funcione, y el mundo del deporte tiene que dar ejemplo de deportividad», dijo durante la inauguración del XI Congreso Internacional de la Asociación Española de Ciencias del Deporte .
Del Bosque dejaba ese mensaje en el mismo magno lugar donde el 1 de abril de 2011 se sumó al claustro de profesores «doctor honoris causa» de la universidad castellano-manchega. Entonces, en un acto más solemne que el de ayer, afirmó que el fútbol es una «buena escuela para formarse como persona» en valores como «la prudencia, la humildad, el trabajo, el afán de superación, la disciplina, el esfuerzo, el sacrificio, la responsabilidad, la generosidad, la confianza en uno mismo y en los demás y el optimismo».
Juventud intoxicada
Este jueves ahondó en aquellas palabras, tras comenzar su intervención con la intención de contar «algo didáctico que os pueda interesar». «El fútbol vende lo extremo; lo bueno o muy bueno, o lo malo o muy malo. La normalidad no vende, y nosotros (la gente de ‘su’ mundo) estamos en la obligación de dar un poco de normalidad a este mundo». Por eso, «esos mensajes de antideportividad» que se pueden escuchar a través de los medios de comunicación, con declaraciones de la «gente del fútbol», «intoxican a nuestra juventud y a las personas mayores». Y con esto «hay que tener un poco de cuidado».
«Lo que hacemos nosotros tiene una repercusión pública muy grande. Programas enteros de deportes, ¡qué digo de deportes!, de fútbol hablando de un gesto, de si le pisó o no le pisó, que si le rozó o no le rozó, que si hubo un fuera de juego o no... y se tiran así diez programas . Es tremendo», criticó en otro momento sin elevar la voz; su tónica durante todo el monólogo, de 43 minutos de duración, que se centró en la figura del entrenador.
Porque lo de haber nacido en Salamanca, cuna de la universidad más antigua de España, parece que ha dado cierta ventaja a Vicente del Bosque sobre otros entrenadores cuando el exjugador del Real Madrid habla tanto a sus futbolistas como a un auditorio joven como el que este jueves tuvo delante, con su fiel escudero Javier Miñano (preparador físico de la selección nacional de fútbol) a su vera en el estrado.
Juego limpio
La voz del honorable marqués no se inmutó ni siquiera cuando recordó algunos de los improperios que la selección española de fútbol recibió tras la «decepción», como él lo califica, en el Mundial de Fútbol de Brasil en 2015. Fueron «críticas hostiles» que Del Bosque hiló con la «obligación» que algunos ya exigen a España de ganar la Eurocopa en Francia . «Es nuestro sueño, claro, pero eso de que tenemos la obligación... no sé si piensan lo que dicen».
« No hay un deportista que gane siempre, nadie, ni los mejores; siempre pierden. Y eso nos debe dar la fortaleza emocional que todas las personas debemos tener, ese temple, ese equilibrio emocional que debemos tener ante el deporte». Estas palabras de Del Bosque precedieron a otro mensaje: no se puede alardear de los triunfos «ni deprimirse en las derrotas», «hay que ser un poco más normal».
Llegado a ese punto, retomó el papel de España en Brasil. «No echamos la culpa a nadie, ni fuimos groseros, ni una sola excusa. Hubo un reconocimiento de que fuimos inferiores y aceptamos la derrota como debe ser: con deportividad. Y con eso hemos hecho honor a lo que debe ser el juego limpio. Solo perdimos por cuestiones futbolísticas, ¿tan difícil es explicar que ellos fueron mejores que nosotros? Pues nada». Hubo críticas que «se salieron del tiesto».
Luego reclamó el «sentimiento de pertenencia a un club, a una empresa, a una entidad, (a una universidad), que no debe ser una cosa del pasado». Una idea que le dio pie a hablar de nuevo de la selección española de fútbol de una forma «sui generis». «Llevamos ocho años. Hemos tenido tiempo de todo, de ganar y de perder. No podemos presumir de mucho, porque también tenemos en nuestra mochila derrotas fuertes y dolorosas». Pero ganar y perder «nos ha dado ese equilibrio emocional tan necesario», añadió.
«Liderazgo afable»
También se detuvo en una realidad desproporcionada: «Los entrenadores son casi esclavos de la tiranía de unos jugadores que no quieren que les cambien» ante el «egoísmo de querer meter más goles». «No me digáis que si esos jugadores tuvieran más regulados sus minutos de juego llegarían al final de la temporada un poco mejor», dijo. Y se acordó del «estupendo» comportamiento de Zidane, Roberto Carlos, Ronaldo, Hierro o Morientes . «La grandeza de un entrenador» es «escuchar a sus jugadores», «no estar de espaldas a lo que piden».
No obstante, defendió «motivación permanente», disciplina pero con un «liderazgo afable», en un ambiente «sano aunque con discrepancias y roces, como en cualquier familia», porque «la imposición creo que está en desuso» para alcanzar el éxito. «Ser excesivamente bueno no puede ser nunca un defecto». Palabra de Vicente del Bosque.