Tribunales / Audiencia de Toledo
El singular timo de los 62.000 litros de gasóleo en Seseña: «A mi cliente le suplantaron su personalidad»
La defensa de Pedro pide la libre absolución, mientras que el fiscal y la acusación particular mantienen que ideó una trama para quedarse con el combustible de Galp, valorado en casi 74.000 euros
«Ha sido la única vez que he repartido 31.000 litros en bidones de 1.000», ha asegurado ante el tribunal uno de los dos conductores que hizo una de las dos descargas
«No he sido cómplice de nada ni sabía nada de este tema». Estas palabras de Pedro R. R. cerraron el juicio que se ha seguido esta mañana contra él en la Audiencia provincial de Toledo. El Ministerio Público y la acusación particular lo responsabilizan de una estafa de 62.000 litros de gasóleo a la empresa Galp cometida en agosto de 2014. Por ello le reclaman el coste del carburante: 73.796,86 euros .
Con unos visibles problemas de movilidad que le obligan a usar una garrota, Pedro también se enfrenta a una petición de cuatro años de prisión y diez meses de multa por un delito continuado de falsedad en documento mercantil, en concurso con otro de estafa continuada. Su defensa afirmó, en cambio, que fue víctima de una «suplantación de personalidad, como lo puede ser cualquier persona . Su firma no coincide en ningún documento». Su abogado aseveró también que «no hay ninguna prueba de cargo», por lo que pidió su libre absolución.
La estafa arrancó hace casi siete años con una llamada telefónica de un tal José. Éste envió la documentación que Galp requirió para darle de alta en su sistema y suministrarle su primer pedido de 31.000 litros de gasóleo A. Facilitó el CIF de Rehabilitaciones Roj, creada por el acusado, y un justificante bancario que luego resultó ser falso.
Un camión cisterna descargó el 22 de agosto de 2014 la mercancía en una nave de la calle Lino de Seseña que había sido alquilada a primeros de mes a nombre de Pedro por un año. Supuestamente, iba a ser la sede de Rehabilitaciones Roj, de la que Pedro era administrador único, aunque no llegó a tener trabajadores en nómina.
«Es la única vez que lo he hecho así»
La operación se volvió a repetir cinco días después, tras una llamada teléfonica a Galp y el mismo modus operandi. «En la nave, al final de un callejón, había dos personas: una estaba dentro de un coche con las luces encendidas y la otra era quien me abrió la puerta. Ésta me dijo que había que descargar en tanques de 1.000 litros, mi empresa mi autorizó y lo hice. Terminé de descargar, me firmó el albarán y me fui. Me extrañó la forma de descargar; es la única vez que lo he hecho así», contó al tribunal Ángel Luis, el experimentado conductor del camión cisterna que llevó el segundo pedido.
«Vimos un camión cisterna que descargaba y cómo otro se llevaba los contenedores una hora y media más tarde. Creo que esto sucedió dos veces. Todo me pareció raro y misterioso », atestiguó en la sala José, un empresario de la misma calle, que siempre vio cerradas las puertas de la nave sospechosa.
«Nos extrañó dos cisternas en tan poco tiempo», reconoció Lorenzo, delegado comercial de la empresa en Madrid y Guadalajara por entonces. Días más tarde, desde el banco confirmaron a Galp que no se había realizado ninguno de los dos pagos y Lorenzo vigiló durante días la nave de la calle Lino. En ese tiempo, no vio a nadie en unas instalaciones diáfanas y «como abandonadas».
El tal José facilitó un contacto a Galp en el que aclararían todo, dijo. Era un teléfono de Pedro, que respondió una vez y no volvió a descolgar. Afirmó que no sabía nada.
«Siempre ha tratado de huir»
El 30 de septiembre, los propietarios de la nave arrendada a nombre de Pedro recibieron en el buzón las llaves y el contrato de alquiler con un mensaje: quedaba rescindido. Sólo habían pasado dos meses del año firmado.
Pedro fue detenido un año y medio después. «Siempre ha tratado de huir», aseguró el letrado de Galp, quien recalcó que tras su arrestado el procesado dio el domicilio en una dirección inexistente en Seseña.
Ahora, casi siete años después, Pedro espera que la Sección Primera de la Audiencia de Toledo dicte sentencia. Su abogado, por si acaso su cliente es condenado, pidió al tribunal que tenga en cuenta como atenuante dilaciones indebidas (tardanza en celebrarse el juicio). Es un caso que incluso llegó al Tribunal Supremo para dirimir una cuestión de competencia entre un juzgado de Parla (Madrid) y otro de Illescas (Toledo), además de soportar una ingente cantidad de oficios judiciales.
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