Al paso de la Tarasca
En la víspera del Corpus se atisba la grandeza del día por venir, mientras el dragón milenario recorre las calles
En el Corpus todo es tradición, legendaria renovación de ceremonias populares y religiosas que conviven por las calles de la milenaria Toledo cuando llega su Día Grande. La festividad del Corpus Christi imprime carácter especial a las calles del Casco Histórico, espectacularmente engalanadas para recibir el paso majestuoso de la Custodia de Arfe un mágico jueves del calendario.
Y mientras la ciudad espera la gran procesión que ensalza a Jesús Sacramentado, en la víspera del Corpus se atisba la grandeza del día por venir con símbolos milenarios que hablan de la lucha entre el bien y el mal. Es la hora de la Tarasca , dragón imponente que asusta a los más pequeños y cuyo desfile en esta tarde de miércoles ha congregado a miles de toledanos y visitantes por el mismo itinerario entoldado por donde este jueves reinará «el artificio escalador del oro», en palabras del poeta García Nieto, en medio de vítores y clamores.
Grandes y pequeños, grupos de monjas misioneras con hábito blanco, muchos curiosos y turistas , siempre los turistas, se han agolpado al paso de la Tarasca, un año más. Todos ellos han podido comprobar que el dragón toledano de cartón y mimbre ha pasado por las manos de los restauradores, y así ha lucido en todo su esplendor junto a los gigantones, -dos de ellos debutantes, María Pacheco y Juan de Padilla-, y cabezudos. Sobre su lomo, la Tarasquilla, la Ana Bolena del cisma anglicano , girando enloquecida con su rubia melena al viento y mirando retadora a la masa. Para los toledanos, es tiempo de recuerdos, de volver a la infancia, de querer sentir de nuevo la mano de tu padre, mientras pasa la Tarasca, para que te libre de todo mal.
Noticias relacionadas