«No tengo nada de lo que arrepentirme como juez»
Entrevista con el magistrado Manuel Gutiérrez Sánchez-Caro
El presidente de la Audiencia Provincial de Toledo cumple 72 años este sábado y se jubila después de 43 años en la carrera judicial
Este viernes fue el último día de trabajo para Manuel Gutiérrez Sánchez-Caro (Santa Olalla, 1947) , presidente de la Audiencia Provincial de Toledo. Este sábado cumple 72 años y pasa a ser un magistrado jubilado.
¿Qué hará con la toga?
Llevarla al tinte y guardarla; ya tengo sitio en un armario.
¿Y a qué dedicará el lunes?
Cesar realmente porque, como el sábado es día no hábil, cesamos al día siguiente de la publicación en el BOE. Es domingo, por lo que hay que cesar el lunes y tengo que ir a Albacete para hacerlo formalmente.
¿Y el martes?
No lo sé. Supongo que me levantaré un poco más tarde. Soy un hombre que madrugo, normalmente sobre la siete y media. Seguro que me despertaré, pero me quedaré en la cama hasta las ocho. Después, a desayunar, a pasear y a ordenar papeles, porque son muchos años acumulando papeles que ya no voy a utilizar. Ordenar papeles me va a llevar mucho tiempo.
¿Se ha hecho a la idea de su jubilación?
¡Uy! Hace mucho tiempo, más de dos años. Realmente, yo me tenía que haber jubilado a los 70, pero se publicó una disposición que nos permitía prorrogar voluntariamente por dos años, y me acogí a esa disposición.
En la Audiencia de Toledo le despidieron con una foto de familia en la sala noble el miércoles. ¿Deja aquí amigos?
Sí, a todos. Hombre, los hay más íntimos y menos íntimos, pero todos son amigos.
¿Por quién apuesta para que le sustituya en el cargo?
¡Uy! Eso le corresponde dilucidar al Consejo General del Poder Judicial. Sé que lo piden dos compañeros de aquí y supongo que lo pedirán compañeros de otras provincias.
¿Qué dos magistrados lo han solicitado?
Eso ya se conocerá.
Después de 14 años en el cargo, ¿qué cree usted que deja como legado en la Audiencia?
Trabajo. Siempre te queda la sensación de que podías haber hecho más.
¿Algo de qué arrepentirse?
Pues no. Aquí las cosas se hacen normalmente con buena fe; si se trata de resolver asuntos, pues estudiándolos; y, si se trata de adoptar decisiones administrativas que me corresponden como presidente, hacerlo siempre por el bien de la Audiencia.
Se va dejando un edificio viejo. ¿Es un ejemplo de que a la Justicia hay que dotarla de medios personales y materiales?
Cuando llegué a la presidencia, el edificio estaba ya viejo. La Justicia necesita remodelación, necesita muchísimos medios materiales y personales. Quien está obligado a ello debe ponerse en serio a conseguirlos. Todavía, en los cuarenta años que llevamos de democracia, no se ha hecho con esa formalidad necesaria.
Entonces, ¿le han decepcionado todos los ministros de Justicia en este tiempo?
No, ni mucho menos. Una cosa es que haya dinero para remodelar esta audiencia, que lo tuvimos en el año 2007, cuando tuvimos el proyecto hecho y aprobado en el Boletín Oficial del Estado. Pero la crisis se lo llevó. Íbamos a remodelar este edificio, como se hizo en los años 1954 y en 1981. Se iba a instalar carpintería exterior nueva, remodelar despachos, conducciones internas..., todo. Había dinero, pero aquello desapareció. Y ahora me han dicho que ha vuelto a haber dinero. A ver si es verdad que se emplea sobre aquel mismo proyecto del año 2007.
Cambiarán la norma para que los medios de comunicación puedan grabar las sesiones en esta Audiencia?
Pero vamos a ver. Yo, a los medios de comunicación, les he permitido grabar las sesiones. Lo que pasa es que quieren grabar las sesiones en la forma que a ellos les interesa. Recuerdo un juicio con jurado que grabaron desde el principio hasta el final con una cámara fija desde el fondo de la sala. Yo entiendo que el periodista busca la noticia, busca el gesto, busca lo que impacta. Por el sonido, no hay ningún problema porque los mismos medios de la sala lo recogen. Exagerando un poco, el periodista quiere ver la cara que pone el testigo a la pregunta capital, o quiere ver la cara del presidente... claro, el periodista no puede estar moviéndose por la sala porque distrae, y estamos en una cosa muy seria.
Pues no estoy de acuerdo. ¿Cuál es el primer recuerdo de sus inicios en la carrera judicial?
Pues hace ya casi un siglo... 43 años. Mi primer caso. Recuerdo que tomé posesión un viernes de mi plaza en Jerez de los Caballeros, Badajoz; el sábado, lógicamente, me vine a ver a mi mujer, que entonces era mi novia, y me volví el domingo por la tarde para estar en mi despacho el lunes. Y me encontré con una violación, ese fue mi primer caso. Así empecé.
Un guardia civil que ha declarado varias veces ante usted en la sala de vistas dice que Manuel Gutiérrez es, y cito textual, «muy majete» fuera de la Audiencia. ¿Gana usted en las distancias cortas?
Hombre, en las distancias cortas soy una persona normal, como cualquier otra. Un compañero suyo me dijo que vamos tan serios por la calle que metemos miedo. Pero no es así. Vas por la calle pensando en tus cosas y, normalmente, nuestras cosas no suelen ser agradables porque son problemas, aunque sean problemas de otros. Vas un poco abstraído y, cuando una persona se dirige a ti, pues te comportas como eres, una personal normal.
Una abogada que también ha ejercido ante su señoría dice de usted, y cito también textualmente: «Tanta gloria lleve como descanso deja». ¿Cómo se lo toma?
Pues no sé lo que quería decir esa señora. La opinión sobre un juez depende de cómo le haya ido a uno en la sala. Esto es como aquel adagio que dice que «cada uno habla de la feria según le va en ella». Por ejemplo, si una letrada o letrado ha tenido un enfrentamiento dialéctico por motivos procesales en el curso de un juicio, que los periodistas habéis presenciado muchas veces, pues se va con mal sabor de boca. El que ha sido el sujeto pasivo del enfrentamiento, ni fu ni fa. Ni se acuerda.
¿Ha tenido que contener la emoción durante un juicio?
La emoción, no, nunca. Ahí hay que intentar ser frío y objetivo. Esto se consigue con el paso de los años. El juez se hace, no nace. Su hieratismo, la sensación de que no debes manifestar externamente alegría, pena, conmiseración, rabia..., eso debes saber guardártelo, y lo aprendes con los años.
Fernando Presencia, expulsado de la carrera judicial por prevaricación. ¿Un mal ejemplo?
Sí. Una persona a la que se le ha condenado dos veces por prevaricación; para mí, el delito más grave que puede cometer un juez, fuera de los delitos comunes de homicidio, asesinato... Un juez que prevarica, que dicta resoluciones injustas a sabiendas..., eso es muy reprobable, es delito. Y contra él hemos tenido que actuar ante su conducta. Fuera de eso, ni le conozco ni me importa.
De su paso por la judicatura, ¿qué anécdota cuenta casi siempre en una reunión familiar?
(Sonríe). Cuando yo empecé en Jerez de los Caballeros, en 1976, era una época casi predemocrática. Estábamos intentando ponernos de acuerdo para que se creara la Constitución. Pues me acuerdo que estábamos en sala y la policía municipal entraba y levantaba el brazo para hacer el saludo falangista. Y las ancianas hincaban la rodilla y se santiguaban. Como anécdota, no está mal. Por supuesto, eso desapareció enseguida.
Para el 8 de marzo le preparan una comida de despedida, ¿se siente mayor?
Físicamente, estoy bien. Por dentro, están mis pastillas todos los días, pero bueno. Yo no me encuentro mayor. Me encuentro ágil y con ganas de moverme.
Usted estaba esperando la jubilación para viajar más. ¿Cuándo será su próximo viaje?
Dentro de dos meses. Yo he sido cazador toda mi vida y será un viaje de caza.
¿Qué ocupación se ha buscado para su jubilación?
Yo soy un lector empedernido y caminante por el campo. Soy persona ordenada y una vida dedicada a este tipo de trabajo genera muchos documentos que hay que archivar y que hay que romper. Ahora, voy a dedicar los ratos de aburrimiento a ordenar mis cosas, aunque no tengo ninguna prisa.
La última. ¿Saben los ciudadanos cómo es el trabajo de un juez?
No, lo desconocen radicalmente. No saben que aquí, en la Audiencia, y peor es aún en un juzgado, tienes que dedicarte al público y no puedes trabajar para resolver los asuntos que están encomendados y los tienes que dejar para tu casa. O sea, el horario laboral empieza a las 8:30 o a las 9:00 de la mañana, te vas a las 14:00, comes en tu casa y, por la tarde, a trabajar, a resolver. Esto los ciudadanos no lo conocen.
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