Medio siglo de la vida de Toledo en sus arzobispos
Este sábado tomará posesión el nuevo arzobispo en la catedral primada. Monseñor Cerro hará historia en Toledo como la hicieron sus antecesores, cada uno a su manera
El último medio siglo de vida de la ciudad de Toledo está marcado por la impronta y la personalidad de cinco sacerdotes que llegaron a ser arzobispos de la diócesis primada: Vicente Enrique y Tarancón, Marcelo González Martín, Francisco Álvarez Martínez, Antonio Cañizares Llovera y Braulio Rodríguez Plaza , una sucesión de prelados que abarca cincuenta años, los que han transcurrido desde 1969 a 2019 en paralelo al devenir político de España , pasando de la dictadura a la democracia.
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Famoso por sus disputas con Franco y su papel conciliador durante la Transición, Tarancón estuvo al frente de la diócesis primada desde 1969 a 1971. En 2008, la ciudad de Toledo le dedicó la calle Trinidad a quien también fue presidente de la Conferencia Episcopal Española de 1972 a 1981.

El mismo año de su llegada a Toledo, el Papa Pablo VI le entregó el capelo cardenalicio. En 1971 abandonó la ciudad para ser arzobispo de Madrid , lo que creó malestar en la sede toledana, donde los arzobispos solían residir hasta su muerte. Cuando Tarancón tomó posesión de la sede madrileña, las autoridades de Toledo rehusaron participar en el acto.
Le sustituyó otro arzobispo de fuerte personalidad, Marcelo González Martín , primado de España entre 1971 y 1995 (23 años), otro cardenal muy «político» y figura de referencia en la Iglesia española durante la Transición. Famoso por sus homilías , donde abordaba los más variados aspectos de la vida socio-política española, era un hombre de gran energía y fuerte temperamento. Durante sus años de pontificado en Toledo realizó visitas pastorales a todas las parroquias, incluso a las más pequeñas y apartadas y el trato con sacerdotes, religiosos, catequistas y miembros de grupos apostólicos fue constante. Realizó grandes reformas en la formación de los candidatos al sacerdocio y a los pocos meses de su llegada a Toledo publicó la pastoral «Un Seminario nuevo y libre», en la que establecía las normas por las que habría de regirse el Seminario Mayor de San Ildefonso de Toledo . También, en colaboración con el siervo de Dios José Rivera, creó el Seminario de Santa Leocadia para la formación sacerdotal de adultos , y un seminario menor en la localidad de Mora. El Seminario y la Facultad de Teología de Toledo pronto se convirtieron en referente para toda la Iglesia.

Convocó el XXV Sínodo Diocesano , en cuya fase inicial intervinieron más de 12.000 participantes: sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares. Consideraba los medios de comunicación social como herramientas educativas y para la evangelización. Así, creó la publicación semanal «Padre Nuestro» y la emisora diocesana «Radio Santa María de Toledo» , primera experiencia radiofónica de programación religiosa especializada en España. Impulsó la construcción de siete albergues para transeúntes y el Centro Diocesano de Reinserción Social.
En junio de 1991, la procesión del Corpus Christi dejó de celebarse en el tradicional jueves —en virtud de un pacto Iglesia-Estado— para hacerlo en domingo, lo que provocó una fuerte contestación social. Reformó e impulsó el Rito Hispano-Mozárabe y, a petición suya, el Papa Juan Pablo II amplió los permisos para el uso de esta liturgia a cualquier lugar de España.

Fue sustituido por Francisco Álvarez, que tomó posesión de la Archidiócesis el 24 de septiembre de 1995. De carácter más tímido y reservado que sus antecesores, fue un «arzobispo de despacho» que consiguió organizar la curia y la administración de la diócesis , así como el Tribunal Eclesiástico para las nulidades matrimoniales. Creado cardenal en 2001, participó en el cónclave que eligió a Benedicto XVI.
Antonio Cañizares Llovera, conocido como «el pequeño Ratzinger» por su cercanía con el actual Papa emérito Benedicto XVI (fue nombrado por este prefecto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos), tomó posesión de la sede toledana el 15 de diciembre de 2002 y, creado cardenal en marzo de 2006, participó en el cónclave donde fue elegido el actual Papa Francisco.
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Cañizares potenció el apostolado seglar y una de sus grandes obras fue la creación de la Prelatura de Moyobamba , provincia eclesiástica de la Iglesia católica en Perú encomendada por la Santa Sede a la Archidiócesis de Toledo. Intentó que el Corpus volviera al tradicional jueves y su fórmula fue celebrar una doble procesión en jueves y domingo durante varios años.
La solución definitiva llegó de la mano de su sucesor , el único de los cinco últimos arzobispos que no es cardenal, Braulio Rodríguez Plaza (tomó posesión el 21 de junio de 2009), impulsor del Plan Pastoral Diocesano y a quien muchos llaman «el obispo de los laicos» por su cercanía y desvelo por los fieles y sus frecuentes visitas pastorales por los arciprestazgos.
Estos son los cinco antecesores de monseñor Cerro , que este sábado toma posesión como arzobispo de Toledo. Su historia comienza ahora.