Toros

Manolo Vanegas: primero la persona, ya veremos el torero

El venezolano se recupera en el Hospital de Parapléjicos de Toledo de un gravísimo percance que le tiene parcialmente paralizado

Vanegas fue líder del escalafón de novilleros en 2016 y tomó la alternativa el año pasado ABC
Juan Antonio Pérez

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En 2012 Manolo Vanegas (Venezuela, 1995) tenía 17 años y dos empleos. El primero, en un taller de motos. El segundo, en el espectáculo cómico-taurino de su padre, algo así como un «bombero torero» a la sudamericana. Uno de esos días, actuando en la ciudad de Táriba, dio la casualidad de que el matador salmantino Domingo López-Chaves vio a Vanegas sortear las embestidas de un «díficil» novillo y quedó maravillado.

Tanto le gustó que le propuso que se fuera con él a España y probara como novillero. Aún siendo menor de edad, el venezolano no se lo pensó: vendió su moto y, con lo que le dieron a cambio, pagó un billete de avión. «Si no hubiese venido, habría estado toda mi vida preguntándome qué habría pasado», relexiona desde el Hospital de Parapléjicos de Toledo, donde está ingresado desde hace semanas a causa de un gravísimo percance que le ha dejado parcialmente paralizado.

La cogida ocurrió el pasado 16 de mayo cuando Vanegas toreaba un toro de la ganadería Hoyo de la Gitana a puerta cerrada en la plaza de Ledesma (Salamanca). El astado de encaste Santa Coloma le propinó una voltereta al joven matador y este cayó fatal sobre el cuello. «Perdí el conocimiento y me han dicho que me quedé tieso, boca abajo, y que el toro estuvo un rato encelado conmigo. Me desperté cuando ya iba en el helicóptero camino del hospital», cuenta a ABC.

En el «Virgen de la Vega» de Salamanca le operaron cinco días después para fijar las vértebras C-4 y C-5. Luego pasó una segunda vez por quirófano para recolocarle uno de los tornillos que sujeta una de las vértebras. El 30 de mayo fue trasladado al Hospital de Parapléjicos y ahí sigue, recuperándose. «El accidente me afectó sobre todo la parte derecha del cuerpo. La pierna la tenía completamente dormida y ha ido despertando poquito a poco. La izquierda va bastante bien», explica. De ánimo «estoy bien, muy consciente de lo que me ha pasado y, sobre todo, agradecido a Dios porque seguro que podría haber sido peor».

Los días de Vanegas son ahora una rutina. Las mañanas las dedica al gimnasio, ya que «después de estar 22 días en cama se pierde mucha musculatura». También hace terapia, donde le enseñan a manejarse con una movilidad reducida. Y por las tardes, «para no estar sin hacer nada, me he apuntado a bicicleta y a otras ocupaciones». «Por lo menos, hay la esperanza de que pueda hacer una vida normal. El torear, ya se verá. Ojalá que pueda volver», dice como el que tiene un sueño y ansía cumplirlo.

Que los toreros prefieren una cornada a cualquier otro percance es un hecho si se conoce el caso de este venezolano. «El año pasado, un novillo me partió el radio y el cúbito, he tenido dos o tres cornadas, pero nada comparado con esto, que ha sido muy duro y no se lo deseo a nadie. Accidentes como este nos enseñan a dar a la vida el valor que merece», asegura.

Hasta la fecha, Vanegas había sido un tipo con suerte. En su primer año en España, «me sorprendió la posibilidad de hacer tanto campo y de torear nueve novilladas y cinco festivales». En Francia le trataron aún mejor. De hecho, de las 52 novilladas con picadores que toreó antes de tomar la alternativa, más de la mitad (28) fueron en el país vecino.

Vanegas, que vive en Vauvert, un pueblecito entre Nimes y Arles, también se doctoró en La Galia: fue el 5 de junio de 2017, en Vic-Fézensac, con el toro «Cumbre-Alta» de Alcurrucén , al que cortó una oreja. Curro Díaz ejerció de padrino y Juan Bautista, de testigo. La temporada de 2016 la había acabado como líder del escalafón novilleril y este año, antes del percance en el campo charro, llevaba seis corridas.

Preguntado por la situación de su país, se muestra cauto: «Para nadie es un secreto que la cosa está muy complicada. Esperemos que todo cambie y vaya a mejor». Su lema en Twitter es: «Cabeza fría, corazón caliente» . Lo explica: «Desde niño siempre he tenido la cabeza muy fría para pensar, y he sido muy realista. Y el corazón caliente porque sigo teniendo las ganas de luchar y de conseguir las cosas que me proponga, como hasta ahora».

Manolo Vanegas: primero la persona, ya veremos el torero

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