El libro de un toledano cuya lectura recomienda José Antonio Marina
El antropólogo Pedro Salvador publica «El pequeño libro del gran formador»
Qué mejor carta de presentación para un libro que salir a la luz avalado por el prestigioso filósofo y pedagogo José Antonio Marina. Eso es lo que ha conseguido el antropólogo toledano Pedro Salvador con su obra «El pequeño libro del gran formador» . En el prólogo, Marina aconseja su lectura y lo define como «libro esencial», con 60 máximas que «condensan todo el proceso de preparación, realización y evaluación del proceso formativo».
Este compendio de pedagogía y retórica, de técnicas para exponer, para hacer comprender, para «interesar y para emocionar», en opinión de José Antonio Marina, será presentado el próximo viernes, 17 de enero, en la Biblioteca regional, en Toledo.
El autor, profundamente creativo (es músico, fotógrafo y escritor), lleva doce años enfermo de Parkinson pero su inquietud intelectual le lleva a tocar los más diveros campos del conocimiento . Un ejemplo es su tesis doctoral sobre «El mal de ojo en Toledo», una exhaustiva investigación en la que conversó con más de un centenar de curanderos de la provincia que suscitó un gran interés en su día.
Él define su nueva obra como «un libro de metodología de la formación, un tratado de aforismos sobre cómo vivir y cómo comunicar».
Desarrollo personal
—¿Comunicarnos entre nosotros?
—El libro tiene tres niveles, el primero va dirigido a las personas relacionadas con la formación. Yo estuve durante diez años dando cursos de formador de formadores en Castilla-La Mancha. Y también me dedico al coaching.
—¿Qué diferencia hay entre la formación y el coaching?
—El coaching es una intervención en la que tú acompañas a una persona desde un punto A a un punto B, desde donde está en esos momentos hacia su propósito o su meta.
—¿Una especie de asesor?
—Exactamente, un asesor o un consultor, mientras que la formación es que tú le trasladas a una persona una serie de contenidos porque se supone que es experta en ellos para enseñarle cómo potenciar o trabajar cualquier tema: informática, habilidades sociales..., o hasta tocar la guitarra. Yo he impartido durante muchos años cursos de formación en crecimiento y desarrollo personal, en comunicación...
—¿Como un libro de autoayuda humano?
—Soy muy «catacaldos», me gusta probar todo, soy un poco renacentista. Todo me gusta, esto es una desgracia (se ríe).
—Usted es antropólogo pero ¿cómo se definiría como profesional?
—Soy gerente de una entidad que se llama Adhara aquí en Toledo, y nos dedicamos a dar formación, a hacer investigación, a compañar a equipos para funcionar mejor si están un poco desorganizados y conseguir que funcionen mejor.
—Es decir, si en la plantilla de un centro de trabajo hay problemas, ¿se puede acudir a usted?
—Por supuesto. Podéis acudir a mí para que os haga un curso de formación o una intervención en coaching de equipos; es decir, se trabaja la confianza, hay que trabajar la vulnerabilidad; si tú te muestras vulnerable la gente no confía en ti. Hay que trabajar también la falsa armonía, esa que hace que exteriormente todos digan qué bien nos llevamos pero por detrás nos critiquemos, digamos a este cabrón no hay quien le aguante.
Plantillas en crisis
—Eso pasa en todos sitios.
—Sí, y por eso se trabaja enseñando a la gente a discutir, a decir las cosas con asertividad, a trabajar científicamente, que la gente asuma la carga de su trabajo, sea responsable y sepa tomar decisiones bien tomadas y hacerse cargo de las cosas que tienes que hacer, el compromiso, que es personal, y la responsabilidad que implica a otras personas. Y luego, les enseñamos a trabajar en objetivos comunes.
—¿Es una especie de terapia para gente que, teóricamente, no tiene patologías mentales o adicciones?
—El coaching precisamente se diferencia de la terapia en que esta mira el pasado y ahonda en las raíces del problema. El coaching lo que hace es mirar al futuro, se centra en el para qué en lugar de en el por qué. El para qué te remite al futuro y nos centramos en que la gente piense en el futuro, se trabaja en la comunicación, en una serie de reglas, y los equipos pasan por una serie de fases. Primero se forman, tienen una crisis y luego se ponen unas normas para resolver las cosas y poder funcionar bien al final.
Pedro Salvador sigue hablando con entusiasmo de su libro, editado por Celya. En la página 32 cuenta el autor una especie de consejo que le dio su profesor de piano Juan de Dios Lara en sus primeros años de músico. Salvador se ponía excesivamente angustiado antes de salir al escenario a tocar con su banda de jazz y preguntó al profesor cómo superar su pánico escénico . «Tranquilo, nunca pasa nada y si pasa, tampoco pasa nada». Esa fue su respuesta.
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