La hostelería, cerrada, se alza en armas y prepara protestas para los días 3 y 5 de febrero

Este domingo a mediodía y durante quince minutos, los propietarios de estos negocios abrieron sus puertas y se sentaron en la entrada para simbolizar la prohibición en el acceso a los locales

Los dueños de los bares se han sentado delante en la calle con carteles protesta por la situación que vive el sector

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Los hosteleros de la ciudad han vuelto a salir a la calle para protestar. La iniciativa, bajo el título «Este domingo abrimos la ventana», surgió de la recién creada plataforma de afectados por los cierres decretados contra bares y restaurantes que se han unido para presentar ante los gobiernos local, autonómico y estatal una serie de reivindicaciones que les permitan «sobrevivir» a la pandemia. A mediodía y durante quince minutos, los propietarios de estos negocios abrieron sus puertas y se sentaron en la entrada para simbolizar la prohibición en el acceso a los locales.

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La plataforma tiene previsto realizar más protestas esta semana y ha solicitado a la Delegación del Gobierno los permisos para celebrar dos marchas los próximos miércoles 3 y viernes 5 de febrero. La intención de la plataforma es recorrer la ciudad en una caravana de coches a partir de las 9.30 horas. El itinerario partirá de la Peraleda, recorrerá Barber, Reconquista, calle de Armas y Zocodover, rodeará el Alcazár, bajará hacia Docecantos y subirá hacia Tavera y la plaza de toros, continuando por General Villalba, hacia la avenida de Europa, la avenida de Portugal y nuevamente la Peraleda.

La plataforma pide al Ayuntamiento de Toledo permisibilidad y flexibilidad para acondicionar las terrazas, suspensión de todos los impuestos y tasas municipales, como la tasa de ocupación de la vía pública con terrazas, la tasa de basura, el IBI, etc. mientras dure la pandemia, además de la suspensión de los pagos de servicios básicos de los establecimientos de hostelería como agua, luz y gas.

A la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha le solicitan ayudas directas por el cierre de la actividad, sin tener que cumplir los requisitos tan exigentes que se establecen para percibirlas, mayor agilidad y eliminación de la burocracia innecesaria. Consideran además que las ayudas anunciadas son insuficientes. «No queremos limosnas, queremos trabajar», dicen.

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