La aventura de mamá pato y sus nueve patitos: una clase de Ciencias Naturales para 200 alumnos en un colegio de Toledo
Aparecieron por sorpresa en las pistas deportivas y se convirtieron en una atracción escolar hasta que llegó la Patrulla Verde de la Policía local para llevárselos
De la anécdota salió una clase práctica de Ciencias Naturales, 'in situ'. Una mamá pato y sus nueve pollitos aparecieron por sorpresa en el colegio público Garcilaso de la Vega, en Toledo, y se convirtieron en la atracción escolar del día.
Ocurrió este martes, sobre las once y cuarto de la mañana. El profesor de Educación Física estaba en las pistas deportivas cuando se colaron los patos por la parte trasera del colegio saltando una valla. «No sabemos exactamente de dónde vinieron» , cuenta el director del centro, Francisco Javier Martín Nombela.
El tramo del río Tajo más cercano al colegio se encuentra a unos 500 metros en línea recta y cuesta arriba. «Hay canalizaciones interiores; quizá las utilizaron para llegar a un parque que da a nuestro colegio y la pata dijo: 'Allá que voy'. Saltó la valla y los patitos fueron detrás», relata a ABC el director de un centro con más de medio siglo de historia. «Es la primera vez que ocurre; tengo yo cuarenta y ocho años y ya estudié aquí de chico», recuerda el docente.
«No está mamando de la teta de la pata»
Varios maestros salieron para subir a la mamá pato y a sus crías desde las pistas deportivas hasta la parte delantera del colegio. En un pasillo de doble entrada, junto al gimnasio, los retuvieron hasta que llegó la patrulla verde de la Policía local . En ese intervalo, los profesores aprovecharon «para dar un poco de pedagogía» .
Salieron 200 alumnos, de ocho aulas de primero a cuarto de primaria, para ver los patos. «Fue una clase práctica, 'in situ', de Ciencias Naturales. Son niños de ciudad que apenas han visto este tipo de animales», dice Martín Nombela. Y, claro, hubo anécdota: «Profe, uno de los patitos no está mamando de la teta de la pata» , alertó un alumno. «¡Ay, dios mío, Jesús; que los patos no son mamíferos!», le aclaró el maestro.
Llegaron los agentes de la Patrulla Verde, pero no fue fácil llevárselos en una caja de cartón. «Uno de los policías cogió a la pata y, con ella dentro, los patitos se arremolinaron y los fuimos cogiendo de uno en uno para meterlos en la caja». Por la proximidad del río Tajo en el recinto ferial La Peraleda, los agentes los condujeron hasta allí y los dejaron en libertad. Hasta la próxima aventura.
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