HISTORIAS DE LA COVID-19
«Habría trabajo en la Audiencia de Toledo si estuviéramos tres años confinados»
Juan Ramón Brigidano, juez, padre y «maestro delegado»
El presidente del tribunal provincial es escéptico con fijar juicios en agosto: «No estamos descubriendo América. Por mi experiencia personal, ha sido un fracaso absoluto»
Juan Ramón Brigidano Martínez (56 años) está con un ojo en el Código Penal y con el otro en los libros de sus hijos en edad escolar. «No ha habido más remedio que echar una mano en las tareas», dice el presidente de la Audiencia Provincial de Toledo, a quien el estado de alarma le obligó a desempaquetar en casa la impresora reservada para otro hijo universitario en Salamanca.
Ese máster inesperado en tareas escolares lo ha completado con otro, también imprevisto, en informática e internet. «Hay que dar un pasito adelante —afirma con su voz pausada—. Tenemos muchas páginas seguras del Ministerio de Justicia y se pueden hacer muchas cosas».
Gracias al teletrabajo, concilia sus obligaciones de «maestro delegado», como él lo llama, con las de magistrado. «Y desde casa los jueces trabajamos mucho más. Antes había un ritmo determinado en la Audiencia. Ahora el volumen de asuntos sigue siendo el mismo, pero tienes niños pequeños a los que hay que atender a la hora que deberías estar trabajando», explica. Por eso Juan Ramón no tiene otra que buscar los huecos, «en los momentos que hay un poco más de paz», para resolver autos y sentencias .
Cuello de botella
Los diez magistrados en plantilla han hecho turnos presenciales y han trabajado también desde casa. Esta semana Juan Ramón la ha reservado para ir a la Audiencia, un viejo palacio de Justicia situado en el casco viejo de la capital regional. Ha dejado el coche extramuros y ha subido a pie para realizar ejercicio físico con su pequeña cartera en las manos. Como a muchos españoles, la policía también le iba a preguntar dónde iba al verlo caminar por la calle, «pero me conocen incluso con la mascarilla puesta».
Dice que en la Audiencia no han parado, de manera presencial o telemática. Las apelaciones, al ser por escrito, no han dejado de ser resueltas. «Si estuviéramos confinados tres años, habría trabajo porque hay miles de asuntos. Se sigue trabajando a un ritmo altísimo», afirma Juan Ramón, aunque añade que lo hace con una cierta medida para evitar un cuello de botella más adelante por los recursos. «Hay una suspensión de plazo procesales», recalca, con lo que «hay que sacar las cosas urgentes y otras que, aunque queramos, necesariamente están paralizadas».
Necesidad de reunirse: ««No siempre la informática va bien y no todos los expedientes están informatizados»
Aunque podrían resolver desde casa, él y sus compañeros han preferido acumular casos durante semanas para deliberar luego hasta cien asuntos en una jornada, y dentro de un despacho tan grande que pueden guardar un distanciamiento social de cuatro metros. «No siempre desde casa la informática va necesariamente bien y no todos los expedientes están informatizados; a la Audiencia llegan algunos muy antiguos y, por tanto, venir es ineludible», constata el magistrado, quien preside también una de las dos secciones.
El problema son los juicios presenciales, ahora suspendidos. En la Audiencia son numerosos, con la participación también de muchas personas. «Lógicamente —dice—, hay que esperar a que haya medidas sanitarias», aunque lo único ineludible, de momento, han sido las causas de prisión.
En la Audiencia, donde no ha habido ningún caso por coronavirus, los funcionarios han comenzado a incorporarse esta semana. «Hay muchas dudas respecto a distancia, uso de salas simultáneamente, desinfección, citaciones... Hay que evitar la presencia de personas y celebrar de forma telemática en lo posible . Son ideas buenas, pero no siempre acompañan los medios», advierte, poco después de terminar una reunión con otros magistrados en la que han hablado de este asunto.
«Pero, cuando hay que grabar con fe pública, no todas las salas están preparadas. El deseo va muy por delante de los medios técnicos», insiste el presidente de la Audiencia de Toledo. «El problema está en los juzgados; declaraciones de detenidos en la comisaría, con el abogado en otro sitio y el juez en su juzgado. Una videoconferencia se puede hacer desde cualquier sitio y los niños lo saben muy bien. Pero luego hay que grabar con fe pública un acto procesal, y esto no se puede hacer desde cualquier lugar», expone un profesional con 29 años en la carrera judicial, 21 de ellos en la capital de Castilla-La Mancha.
«Fracaso absoluto»
Precisamente por esa experiencia sabe muy bien cómo es el trabajo en los juzgados en estos tiempos de pandemia. «Los de guardia han estado muy muy tranquilos; han bajado extraordinariamente su actividad. Y en los registros civiles solo hay inscripciones y defunciones». Por eso los juzgados sobrecargados de trabajo habrán podido «hacer algo que siempre desean: volver atrás para mirar el aluvión de asuntos que entran a diario».
Debido a esa larga carrera judicial, Juan Ramón se declara escéptico cuando escucha lo de fijar juicios en agosto. « No estamos descubriendo América », atestigua el magistrado. Y echa mano de su veteranía: «He celebrado juicios en agosto toda mi vida. Por mi experiencia personal, cuando se ha querido avanzar y no ha habido citaciones telemáticas o a través de la Policía, ha sido un fracaso absoluto; porque no encuentras a nadie, el correo se dilata... Estamos hablando de momentos en los que la gente tiene derecho a vacaciones o está de vacaciones, con lo cual los juicios se suspenden».
Un periodo de descanso que Juan Ramón Brigidano se lo habrá ganado como juez, como padre y como «maestro delegado» de sus hijos durante el largo periodo de confinamiento.
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