La Fábrica de Armas de Toledo, recuerdo grabado a fuego

La Asociación de Antiguos Alumnos mantiene viva la llama de la que fue la mayor industria de Toledo

Emilio Cobos, en la sede de la Asociación de Antiguos Alumnos Luna Revenga

M. CEBRIÁN

«Fue el despertador de la ciudad. En breves momentos, esas puertas de los distintos barrios sincrónicamente se abrían , dejando salir esos minúsculos rayos de luz. Esas calles solitarias y oscuras dejan de serlo. Pasos lentos e inseguros de los mayores inician el camino. Otros, con paso más ligero y firme, los superan formando grupos. Como afluentes de ríos, aumentan su caudal en el recorrido. Un nuevo toque y estamos en la frontera de nuestra cita diaria. Segundos después nos disgregamos y estamos en nuestros puestos. La fábrica está en marcha».

Con este texto lleno de sentimiento es con el que felicitó a sus compañeros la pasada Navidad el presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Fábrica de Armas de Toledo, Emilio Cobos , en recuerdo al sonido de las sirenas que avisaban de la hora de entrada al trabajo. Este trabajador infatigable de 83 años, uno de los más veteranos de los que sobreviven, quiere así mantener viva la llama de lo que otrora fue la mayor industria de la ciudad, que llegó a emplear al 80% de la mano de obra toledana . Por eso, en 1995, tras el cese de la actividad y después de más de dos siglos desde que el rey Carlos III la fundara, un grupo de socios decidió crear esta asociación, formada hoy por 500 personas.

Emilio Cobos recibe a ABC a las puertas del edificio Sabatini de la Fábrica de Armas , que acoge desde 1998 el Campus de Toledo de la Universidad de Castilla-La Mancha , uno de los mejores ejemplos de arquitectura industrial en España. Después de un paseo por las distintas dependencias del recinto, pasando incluso por el antiguo búnker subterráneo que sirvió de refugio a los trabajadores durante los bombardeos de la Guerra Civil, llegamos al sanctasanctórum de la Asociación de Antiguos Alumnos. En este lugar, un pabellón del actual campus universitario que les cedió en 2002 el entonces rector Luis Arroyo, es donde está su sede y donde se expone numerosa maquinaria, obras de arte y piezas que fueron elaboradas por ellos.

Embriagado por la pasión y por el orgullo de haber pertenecido a la plantilla de la Fábrica de Armas, de la que llegaron a formar parte más de 1.000 trabajadores en su momento más álgido , Cobos explica con todo lujo de detalles cómo funcionaban las máquinas y cómo se hicieron las piezas que hoy se exponen. Esa pasión es la que lleva a pensar a su mujer, que atiende a sus explicaciones, que la única amante con quien le engaña es con la maquinaria que ha utilizado toda su vida para fabricar, entre otras cosas, las espadas que dieron fama a Toledo.

El presidente de esta asociación relata que entre los trabajos que aprendieron y desarrollaron se encuentra la forja, el torno, la fresa, el ajuste, la delineación, la electricidad, el grabado, el esmalte, el damasquinado, el cincelado, la fundición o la soldadura, entre otros. «Valíamos para un roto y un descosido», asegura Cobos, quien recuerda que incluso arreglaban algún electrodoméstico de los maestros militares que estaban a su cargo.

Oficiales cualificados

De hecho, cuenta que, cuando en 1988 cerró lo que se llamó la Escuela de Aprendices , numerosas industrias del país se nutrieron de los «oficiales excelentemente cualificados» que salieron de ella. «La decadencia de la Fábrica de Armas se veía venir, no obstante, desde mucho antes», afirma Cobos, quien lamenta que la fábrica se desmilitarizara, lo que supuso «el principio del fin», según él. Así, a partir de los años 1960 el trabajo quedó obsoleto y el número de empleados se fue reduciendo paulatinamente hasta que en 1996 echó el cierre definitivo.

Más atrás en el tiempo quedan las épocas de mayor esplendor de este recinto fabril. Durante la II República, siendo ministro de la Guerra José María Gil-Robles, se potencia la Fábrica de Armas incluyendo a 350 operarios para fabricar 800.000 cartuchos diarios , según informa Cobos. Sin embargo, durante la Guerra Civil el crecimiento se reduce al estar en Toledo el frente de batalla, por lo que hubo que trasladar parte de la producción a Palencia por motivos estratégicos.

Reestablecida la situación tras el final del conflicto, Cobos destaca el «papel primordial» que tuvo en los años 40 el coronel director Juan Mas del Ribero , quien decidió a finales de esa década cambiar el plan de estudios de la Escuela de Aprendices y la construcción del Poblado Obrero y de una escuela para las familias de los empleados. Para vivir allí había que ser de Toledo y trabajar en la Fábrica de Armas. Existían tres tipos de viviendas: unas para los maestros de la fábrica, otras para los profesores de la escuela y el resto para los trabajadores.

El fútbol, siempre presente

Otro de los alicientes que tuvieron en esos años los alumnos y oficiales fue el deporte y, en especial, el fútbol. Esta afición les llevó a crear varios equipos que culminaron en la fundación en 1961 de la Unión Deportiva Santa Bárbara, que llegó a jugar siete temporadas en Tercera División . Surgió de la unión de dos clubes de fútbol de la ciudad de Toledo, el Carlos III y el Alcázar. Sin embargo, en 1996, debido al cierre de la Fábrica de Armas, el club desapareció y su estadio, el Carlos III, cercano al recinto fabril, fue demolido en 2006 para construir aparcamientos para la universidad.

Para recordar la época dorada de la Fábrica de Armas, la Asociación de Antiguos Alumnos no ha dejado de desarrollar actividades conmemorativas. Así, en 2003 la Cámara de Comercio de Toledo acogió una gran exposición de trabajos realizados por ellos , con una «respuesta extraordinaria por parte del público y de las autoridades; prueba de ello son los numerosos reconocimientos y convenios con las instituciones», destaca Cobos. Los socios se reúnen tres veces al año, que coinciden con el día de Santa Bárbara (4 de diciembre), San Valentín (14 de febrero) y el Corpus Christi, aunque cada vez hay menos asistencia debido a la avanzada edad de muchos de ellos.

La Fábrica de Armas y las espadas que salieron de ella son dos de los principales símbolos de Toledo , junto con el río Tajo y la central de Azumel. Raro es el toledano que no haya tenido un familiar o un conocido que no haya trabajado en la que fue la mayor industria de la ciudad. Sin ir más lejos, el autor de este reportaje tiene el orgullo de haber jugado en la Unión Deportiva Santa Bárbara y de que un tío suyo, Salvador Cebrián Rojo, formara parte de esta gran familia que fue la Fábrica de Armas.

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