En un mes estará retirado el enorme andamiaje de la torre de la catedral de Toledo
Esta semana comienzan los trabajos para dejarla libre y «reluciente»
![Durante más de un año la torre ha estado cubierta de andamios](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2020/09/06/torre1-k6TD--1248x698@abc.jpg)
Más de trece meses después de que comenzaran las obras de restauración, el 4 de agosto de 2019, y casi quince desde que se empezó el montaje de la enorme estructura de andamiaje que ha tenido envuelta a la torre de la catedral, el 26 de junio de ese año, esta semana comenzará a desmontarse toda la inmensa trama de cientos y cientos de andamios y escaleras que han permitido llevar a cabo la reforma más profunda que nunca antes se había acometido en la formidable torre de noventa metros de altura.
Así lo confirmó a ABC el deán de la catedral, Juan Miguel Ferrer Grenesche, quien señaló que este trabajo de desmontaje, una vez que se retiró la lona decorativa que había patrocinado Paradores de España, durará aproximadamente un mes. Por tanto, será en octubre cuando la torre ya reluzca en todo su esplendor. Y nunca mejor dicho, porque sin duda será más evidente que nunca el contraste entre el aspecto de sus centenarias piedras restauradas y limpias frente a la zona del pórtico y el de la otra torre inacabada, con evidentes signos de suciedad por el paso del tiempo.
El deán reconocía esta nueva situación visual de contraste que se va a producir a partir de ahora, pero precisamente será un motivo más para seguir en el intento de poder acometer las restauraciones de limpieza de las otras zonas, aunque eso choque con la dificultad de la financiación, algo que, aseguró, no será un impedimento para seguir trabajando con el resto de administraciones púbicas en ese objetivo.
Un trabajo para siglos
Las obras de restauración de la fachada de la torre de la catedral de Toledo, una labor minuciosa y al detalle, serán garantía de conservación durante los próximos siglos para este elemento patrimonial de la ciudad. Así lo aseguró en su día el arquitecto conservador de la catedral, Jaime Castañón, desgraciadamente fallecido durante los peores momentos de la pandemia de coronavirus y que por tanto no podrá contemplar el resultado de una obra a la que dedicó muchas horas de trabajo. El pasado mes de enero destacaba que el efecto que supondrá es «incalculable», pero confiando en que, al menos, sirva con seguridad hasta más de 100 años. Entre 800.000 y un millón de euros ha costado finalmente la intervención , que se ha prolongado más de lo previsto en principio a causa de los efectos de la pandemia.
Castañón señaló entonces que había zonas de la torre que no se habían tocado nunca, puede que desde hace más de 500 años , por lo que además de contribuir a su conservación durante los próximos siglos esta restauración también despeja cualquier peligro de desprendimiento, como el que ocurrió en octubre de 2018 y cuya piedra ha sido reutilizada en la obra.
Una decena de personas ha trabajado de manera constante desde el inicio de la restauración, en la que también han intervenido, en los momentos precisos, herreros o canteros que en otras ocasiones ya habían intervenido en otros trabajos en la catedral primada. Además del arquitecto Castañón, la restauración ha corrido a cargo de Antonio Sánchez-Barriga.
Donde no se ha actuado es en la parte más alta de la torre, puesto que se restauró en los años 80. Ahora se ha actuado de la zona de las campanas hacia abajo, que durante más de cinco siglos se ha ido lavando con el agua de lluvia que ha ido erosionando, hasta eliminar en algunos casos, el mortero de cal que unía las piedras. En este sentido, Castañón destacó que si bien la altura era la principal dificultad que entrañaba una obra de estas características, el agua es el elemento más peligroso, porque lava la piedra pero a la misma vez penetra en ella y la desgasta y descompone.
Por ello, una de las actuaciones se ha centrado en las cornisas de la torre, que no solo son decorativas sino que ayudan a sacar el agua. Por ello han sido limpiadas primero de excrementos de paloma y vegetales, y posteriormente de costras y suciedad producida por la mezcla de agua y polvo que provoca un color negro.
Una vez limpio, se ha unido la piedra con mortero de cal y si alguna piedra estaba muy estropeada o ha perdido volumen o se ha sustituido o se ha cosido si existen grietas para que no se estropee más, rematándolo luego con una capa de consolidante y un hidrofugante para evitar que penetre el agua y conservarla durante mucho más tiempo. Además, algunas cornisas han sido protegidas con plomo con el fin de que el agua no escurra por toda la fachada . Lo que también ralentizó un poco la obra han sido las rejas que rodean las campanas, algunas muy dañadas y oxidadas que han tenido que ser reforzadas o sustituidas.
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