Un año después de Filomena, la masa forestal precisa una atención crucial
La debilitación del sistema forestal puede ser proclive a inclusión de plagas de diverso tipo, lo que obliga a una vigilancia del entorno natural
Hoy hace justo un año de cuando a partir de la noche del 6 de enero los copos de nieve que empezaron a caer con ese atractivo de las postrimerías de la Navidad se transformaron en la borrasca de nieve más debastadora que jamás recordaban ni los más viejos de los lugares más afectados, como fueron las provincias de Madrid, Toledo, Guadalajara, Zaragoza, Teruel y Soria. Del 6 al 10 de enero zonas normalmente agrestes y muchas de ellas con déficit de agua se cubrieron de un espeso manto de nieve y hielo que duró unas dos semanas . Esa situación excepcional evidentemente se dejó notar para mal.
Esta anomalía meteorológica ocurrida además en plena pandemia, que por otro lado se vio frenada ante el obligado confinamiento de miles de personas en sus casas, trajo consigo unas c onsecuencias desastrosas en forma de destrozos de todo tipo valorados en muchos millones de euros.
Filomena, que atrapó en ciudades y pueblos a miles de personas, incapaces en los primeros días de poder desplazarse a sus trabajos u otros menesteres, ocasionó considerables destrozos y pérdidas en infraestructuras de todo tipo , especialmente en naves industriales que se vinieron abajo, así como en mobiliario urbano, calles y carreteras.
En zonas rurales, la densa capa de nieve y las temperaturas extremadamente bajas para lo que es habitual afectaron a diversos cultivos, especialmente el olivar, pero sobre todo arrasó u ocasionó graves daños a la masa forestal , tanto de las ciudades y pueblos como en miles de hectáreas con todo tipo de árboles en las zonas rurales o de montaña.
Un año después, los efectos drásticos de la mayor nevada que se recuerda siguen a la vista, pero además es una llamada de atención ante algunas tareas que deben rematarse para evitar que este episodio nada habitual deje unas secuelas que perduren en el tiempo.
Pero ahora cabe preguntarse ¿cuál es la situación en el ámbito forestal en tiempos en que el medio natural es el centro de muchas políticas y de la vida misma? Para responder a esta pregunta, Enrique García Gómez , vicedecano del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio Natural señala de entrada a ABC que «los daños desde entonces se han minorizado mucho, no vemos ya aparentemente las quebraduras en los árboles de distintas especies, pero es evidente que tras las labores selvícolas de saneamiento se ha mermado la densidad forestal en las distintas especies como encinares, pinares o choperas».
Hay casos de especies que se han visto mermadas de manera muy apreciable por los efectos de la nevada. «Tras las labores llevadas a cabo, visualmente parece que todo está bien, pero en la práctica...», apunta Enrique García. Eso significa que la masa forestal, como ser vivo en su conjunto, «en los años venideros se verá debilitada y si no se llevan a cabo las labores adecuadas se puede favorecer la inclusión en estas zonas de plagas de bacterias u hongos, ya que el órgano forestal se encuentra más debilitado ».
A juicio de Enrique García, hay que continuar con las labores de entresacado y eliminación de troncos talados y caídos, además de vigilar que allí donde la masa forestal se ha visto mermada y ahora es más clara a veces puede tener una regeneración de tipo natural, pero en otras podría necesitar el apoyo de la acción humana ».
Hay que tener en cuenta que la nieva caída, que en muchos puntos alcanzó un manto de 50 centímetros o más, supuso la fractura total de varias especies, como es el caso del pino piñonero, así como encinas en algunos casos de 400 años que sorprendentemente se partieron por la mitad . O el caso de los estragos sufridos por los cipreses en una ciudad como Toledo, pese a su traza estilizada, debido el gran peso del manto de nieve.
En opinión de Enrique García los trabajos de entresacado y limpieza realizados a los largo de todo el año pasado «se han hecho bien y con prudencia, aunque en muchas ocasiones, por las circunstancias excepcionales, se han llevado a cabo en épocas no adecuadas».
Por otro lado, considera que se ha realizado un aprovechamiento adecuado de toda la madera y los restos forestales, «ya que casi todo ha tenido un aprovechamiento para biomasa» . La mayoría de esa madera se ha triturado in situ y se ha transformado en pelet. Aparte de que no ha ocasionado problemas de incendios forestales.
60 grados de diferencia
Desde el puto de vista metereológico y de los efectos que el clima del año pasado tuvo en los diferentes ámbitos en la provincia de Toledo, la gran diferencia de temperaturas puede explicar muchas cosas a la hora de buscar el por qué . Lo más sorprendente dentro del mismo ámbito territorial de la provincia de Toledo en el que más castigó Filomena es que entre ese mes de enero y mitad del verano la oscilación de temperaturas fue de casi 60 grados.
Durante el episodio de la borrasca Filomena, zonas de la provincia registaron mínimas extremas de 14,5 grados bajo cero. Unos siete meses después, esos mismos territorios soportaron 44,4 grados de máximas. A eso hay que añadir que, aparte de la aportación de los más de 50 litros de agua por metro cuadrado que supuso Filomena, en cambio en marzo no hubo lluvias, lo que complica la regeneración forestal.
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