«Desde que me falta el ojo por la paliza, no tengo vida por la noche; no salgo»

José Luis, víctima de una paliza en Illescas en 2015, ha encontrado trabajo en una lavandería donde contratan a personas con discapacidades: «Allí sí estoy a gusto; todos somos minusválidos»

José Luis, este miércoles delante de la puerta de la Audiencia Provincial de Toledo Manuel Moreno

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José Luis estaba citado para declarar este miércoles en la Audiencia Provincial de Toledo. Iba a contar la paliza que en 2015 le dejó sin su ojo izquierdo. «Desde que me falta, no tengo vida por la noche, no salgo -aseguraba a los periodistas-; si sales con gafas de sol, eres un bicho raro; si te las quitas, peor».

Pero no ha hecho falta que entrase en la sala. Minutos antes de comenzar el juicio, ha habido un acuerdo de conformidad entre el ministerio público y las defensas de los dos procesados: reconocen los hechos y se les rebaja la pena de prisión. Abraham David, el autor de la tunda, será condenado a 6 años de cárcel por la paliza y a otros 2 años por el robo con violencia del coche de José Luis. Ismael, el colega del primero, se ha conformado con dos años de prisión, un castigo por la sustracción del vehículo que probablemente será suspendido, con lo que eludiría estar entre rejas.

La víctima, que esperaba en el vestíbulo de la sala de audiencias, se ha enterado del acuerdo por dos periodistas y la abogada de uno de los procesados. Ni el tribunal ni el representante del ministerio fiscal -José Luis no ha tenido letrado en este procedimiento- le han explicado por qué se ha llegado a un pacto y su contenido . «No me han contado nada; me han dicho que me podía marchar», explicaba según bajaba las escaleras para enfilar la salida de la Audiencia.

Su agresor, que ya había estado recluido 19 meses por esta paliza, llegó al palacio de Justicia procedente de la cárcel de Valdemoro (Madrid), donde está preso por otro delito más grave. Entró entre fuertes medidas de seguridad, con la presencia de un policía nacional con un arma larga, una imagen poco habitual en la Audiencia toledana en juicios de esta índole.

«Él no va a pagar ni un duro»

A José Luis la sentencia le reconocerá una indemnización de 97.500 euros, una cantidad que Abraham David será condenado a pagar, aunque la víctima augura que no verá un euro. «Él no va a pagar ni un duro, pero sé que el Gobierno tiene fondos para compensar a las víctimas cuando los autores no pagan las indemnizaciones..., para compensar un poquito a las víctimas», recalcaba.

Porque José Luis (51 años) necesita una prótesis que rellene la falta de su ojo izquierdo, aunque todavía nadie le ha hablado de su coste. Pero tiene una cosa clara: deberá pagarla de su bolsillo. «Me tengo que buscar la vida en Madrid -se lamentaba-. La Seguridad Social no me lo cubre, tampoco me ha facilitado un psicólogo..., porque a otro le pasa esto mismo, empieza a dar vueltas a la cabeza y...». Atrás quedan cuatro años y medio de miedos: «La gente me decía que podían venir a por mí; que podían amenazarme».

Abraham David, a su llegada a la Audiencia este miércoles Manuel Moreno

La desgraciada historia de José Luis arranca el 14 de septiembre de 2015 en un bar del barrio de la Estación de Yeles que regentaba una amiga. Sobre las 21:30. «Pasé la tarde tomando algo. Cuando ayudaba a recoger la terraza, ellos entraron». Se refiere a Abraham David y a Ismael. «No los conocía. Luego me enteré de que eran unos delincuentes que habían robado unos coches en Esquivias». Abraham e Ismael se sentaron junto a José Luis. «La dueña se quedó sin coca-colas y me ofrecí a ir a Yeles porque ella no podía dejar el bar solo. Al escucharlo, ellos me preguntaron si podían ir conmigo, si los llevaba a Yeles», a un kilómetro de distancia.

Se subieron con José Luis al coche y, antes de llegar a la primera rotonda del casco urbano, Abraham David le conminó a llevarlos inmediatamente a Illescas, a unos 7 kilómetros. «Le dije que no tenía gasoil para eso y él me respondió que me pagaban el combustible mientras me levantaba un brazo como si me fuera a dar un golpe. Entonces les dije que los llevaba a Illescas y me daba la vuelta».

«Sin embargo, al llegar a Illescas me hicieron callejear y parar en la puerta de un club -relata José Luis-. Insistieron en que me tomara algo con ellos. Me negué varias veces, pero terminé aceptando porque no se bajaban del coche. Entré en el club y pensé: 'En un descuido, me escapo'».

Sin embargo, su plan no salió bien. Eran las once y media de la noche. «Pedí una cerveza en la barra y al no ver al alto [Abraham David], el que me pegó después, aproveché para escaparme. Pero, al llegar a la puerta de salida, apareció por mi lado derecho. Me dijo: '¡Me tienes hasta los cojones; me das las llaves del coche ahora mismo o te pego una paliza que te mato!».

José Luis se dio la vuelta y huyó hacia la barra. Abraham David le alcanzó y le dio un golpe en la nariz. También recibió un botellazo en la cara. Cayó noqueado al suelo. «Se hincharon a darme patadas, no sé cuántas personas». José Luis quedó inconsciente dentro del local.

Lo siguiente que recuerda es que horas más tarde se despertó en la puerta del club. «Me estaba sacando el dueño para dejarme en el suelo. Le pedí que no me dejara tirado como un perro, pero él solo me contestó: 'Lo siento, no quiero líos!».

«¿Dónde me ocultaron?»

Con el puñado de papel higiénico que le dejaron para que se limpiara la sangre de la cara, fue caminando por la calle buscando su coche. Iba a tientas. «El conductor de un coche me vio de frente, pero no paró, le daría miedo». José Luis se dirigió hacia el cuartel de la Policía local, a unos 200 ó 300 metros, donde le atendieron finalmente sobre las tres y media de la madrugada. «Entonces, ¿dónde me ocultaron mientras estuve inconsciente? Pienso que estuve escondido en una habitación del club y el dueño me sacó a la calle cuando cerró el local».

Horas más tarde, Abraham David e Ismael dejaron el coche de José Luis en las inmediaciones del bar de Yeles de donde salieron junto con su víctima. Y entregaron las llaves del turismo a la dueña del local. «¿Eso es normal?», se pregunta el perjudicado, que trabajaba de jardinero en el Ayuntamiento de Esquivias hasta que se terminó su contrato.

José Luis, que perdió su ojo izquierdo, necesitó 304 días para curar sus lesiones. «Me pusieron una prótesis para tapar el hueso del ojo y me cosieron los nervios». Le ha quedado una minusvalía del 46 por ciento, lo que le ha permitido encontrar un trabajo en una lavandería de Yeles donde contratan a gente con discapacidades. «Allí sí estoy a gusto porque no nos miramos, todos somos minusválidos. No podría trabajar en otro lado».

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