El Club Milcar: cuando el Tajo aún no era una cloaca

En 1933 se inauguró un nuevo club de recreo en la ciudad. Lo cuenta «Toledo Olvidado» en otra de sus entradas que recuerdan que hubo un tiempo en el que el río estaba vivo

Instalaciones del Club Milcar en las inmediaciones de la Casa del Diamantista y la Barca de Pasaje en el verano de 1933. Detalle de una fotografía de Gonzalo de Reparaz (Institut Cartogràfic de Catalunya) TOLEDO OLVIDADO
Valle Sánchez

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El blog Toledo Olvidado y su creador Eduardo Sánchez Butragueño continúan empeñados en que no nos olvidemos que hubo un tiempo en que el Tajo era un río de verdad , limpio y caudaloso y en el que, incluso, se hacían competiciones y concursos. Hace unos días publicaba u n vídeo grabado en formato super-8 en los 70 en el que una familia toledana pasaba un día de verano disfrutando del agua, nadando, jugando y tomando el sol, una estampa cotidiana en muchos lugares del mundo que, sin embargo, impactó a los toledanos del siglo XXI que llevan décadas sufriendo la degradación de su río. Unas imágenes que provocaron, incluso, la reacción de la vicepresidenta cuarta del Gobierno de España y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, que contestó en redes sociales a «Toledo Olvidado» manifestado que no sabe si se recuperará el baño en el Tajo, pero «sí un río limpio y con caudal adecuado».

Sánchez Butragueño , recientemente elegido director de la Fundación Toledo, se mostró sorprendido por la repercusión del vídeo pero también «feliz» de que sirviera para que «el drama del Tajo esté en las agendas de los gobiernos nacional y regional». «Ojalá sirva para, realmente, cambiar la dinámica de la gestión del río», dijo.

En enero, «Toledo Olvidado» nos contaba l a historia del Club Naútico de Toledo, fundado en 1932, con unas preciosas imágenes de un Tajo irreconocible, lleno de vida, con bañistas saltando desde un trampolín y con jóvenes divirtiéndose en la playa de Safont. Y este sábado ha colgado la historia del Club Milcar que, un año después, en 1933 inauguró el propietario de la Casa del Diamantista, Ángel Aguilar, para disfrutar del Tajo con competiciones y saltos de trampolín. «Era Toledo por entonces una ciudad volcada con su río, orgullosa de él y dedicada a su uso y disfrute, como la existencia de estos clubes indica. Enfrente de la casa, el club construyó en la otra orilla una caseta y sus miembros cruzaban nadando de un lado a otro en las largas jornadas veraniegas refrescándose y haciendo deporte a la vez», recuerda.

Explica que el 16 de julio de 1933 se inauguró un nuevo club de recreo en Toledo y, su propietario, Ángel Aguilar , organizó una fiesta con competiciones náuticas y saltos desde el trampolín instalado en uno de los torreones de la Casa de Diamantista. Según le ha contado a Sánchez Butragueño su bisnieto, el nombre de Milcar era un homenaje a sus hijas gemelas , cuyos nombres eran Milagros y Carmen.

Cuando el autor de «Toledo Olvidado» descubrió la historia de este club comenzó, como siempre, a rastrear imágenes en las que se pudiera apreciar su actividad e instalaciones y, cuenta que, por suerte, entre las miles de fotos que ha tenido la suerte de poder divulgar estos años, recordó el reportaje que el gran geógrafo Gonzalo de Reparaz realizó precisamente ese mismo verano de 1933. «Vi las fotos con detenimiento y...voilà!, allí estaban la caseta, los bañistas y la Casa del Diamantista esperándome, deseosos de ser rescatados para la historia más de 80 años después». De esta manera, Sánchez Butragueño utilizando su memoria, sus ilusiones y sus fotos, a las que lleve años ligado, sigue luchando a través de su blog por la recuperación del río y, además, lo hace con la ilusión de «poder verlo renacer algún día con un Tajo vivo».

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