Banco de Alimentos de Toledo: un equipo de estrellas

Julia, Félix, Teófilo, Carmen, Segundo, Eustasio, Mercedes, Blanca o Agustín son algunos de los filántropos que Manuel Lanza capitanea

Lanza, primero por la derecha, con algunos de los voluntarios e Iván (segundo por la izquierda) Ana Pérez Herrera
Manuel Moreno

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Manuel Lanza cumple hoy 74 años. Este economista jubilado es el presidente del Banco de Alimentos de Toledo desde 2012, aunque su idilio con esta asociación comenzó seis años antes. «Espero que alguien me dé el relevo antes de llegar a los 80 años, la edad tope que recomienda la federación nacional», desea entre risas este aficionado del Real Madrid, futbolero venido a menos, que sigue a su equipo por la televisión solo «cuando no hay otra cosa mejor que hacer».

Porque Manuel no es un jubileta de sillón y pantuflas . Todo lo contrario. Es abuelo de dos nietos con ocupaciones filantrópicas. Mañana lunes, como hace todos los días laborables de lunes a viernes, llegará sobre las 9.15 horas a la sede del Banco de Alimentos de Toledo, situada en los bajos de la parroquia de San Ildefonso. No será el primero en llegar ni el último en irse. Allí se pondrá una jornada más al frente de un equipo cuya alineación fija no baja de 20-21 integrantes, movidos por un objetivo común:proporcionar alimentos a 165 entidades para dar de comer a los más necesitados de la provincia.

De nada nos valdría tener, de repente, un millón de kilos de alimentos. No podemos dar más de sí

A diferencia de su querido Real Madrid, los compañeros de Manuel son voluntarios, la mayoría jubilados, que no cobran un euro por su labor, excepto María Luz , la administrativa, que percibe un salario. Ella, que tiene un horario que cumplir, es la primera en abrir la sede, a las ocho de la mañana. Luego van llegando el resto de la plantilla de colaboradores: Carmen y Mercedes , dos amas de casa; y Teófilo , el militar jubilado; Félix , Blanca , la empleada de banco también jubilada; Segundo , Javier , el abogado; y otro Javier , funcionario de la Junta... también pensionista. Otro que entra es Agustín , la última incorporación, el 2 de mayo, que llamó a la puerta al día siguiente de acabar su vida laboral. Realmente, Agustín no es el último fichaje. Iván, cedido por un juez, llegó hace unas semanas con la tarea de realizar labores para la comunidad.

Iván baja sensiblemente la media de edad de la plantilla , que está fuertemente reforzada con otros jubilados: Julia , la indispensable secretaria, la exfuncionaria que domina las estadísticas; Tomás , el nefrólogo al frente del calendario para la distribución de alimentos, o Eustasio , un joyero de Torrijos que va y viene a Toledo de lunes a viernes para cumplir con su tarea, por supuesto, sin cargo a la empresa. La gasolina corre por cuenta del exorfebre.

Porque en este banco de alimentos no se cobran los gastos de transporte ni hay dietas. Sin embargo, su engranaje funciona como una gran empresa. « Llevamos una administración con gastos, ingresos, amortizaciones y demás historias inherente a una contabilidad seria. Presumimos del control de todos los alimentos que entran y salen, además de qué entidades han recogido y qué alimentos se han llevado. Tenemos un inventario permanente de las existencias», saca pecho Manuel Lanza . Tienen contabilizados, porque así se lo piden a las entidades que reciben la comida, hasta cuántos adultos, niños y bebés son atendidos, con el fin de darles los alimentos más adecuados que la asociación tenga en los almacenes.

Amancio, el de Zara

De lunes a viernes, entre las nueve de la mañana y las dos de la tarde, más de 1.300 kilos diarios salen, y otros tantos entran, de sus instalaciones en la calle de los Maestros Espaderos, recién remodeladas gracias a una ayuda económica de 60.000 euros de la Fundación Amancio Ortega . El de Zara donó cuatro millones de euros a la Federación Española de Bancos de Alimentos, formada por 52 entidades.

Los alimentos que llegan a los bajos de la iglesia para el reparto diario proceden del silo de 400 metros cuadrados cedido por el Ayuntamiento de Toledo que el banco de alimentos utiliza como almacén.

Acaban de clasificar en el silo la última gran donación que los voluntarios han ido a recoger esta semana en furgonetas, también regaladas por diferentes entidades financieras, como la antigua CCM y Bankia. El pasado martes, la sede de Campofrío en Torrijos les hizo entrega de más de 2.000 kilos de salchichas y envases de fuagrás. Son mil kilos menos que la aportación de comida más cuantiosa (3.000 kilos) que reciben al año de Mercadona. La empresa Tello también entrega 200 kilos de productos cárnicos al mes, una cifra que puede verse aumentada por cada gol que el futbolista español Juan Mata , en el Manchester United, marque esta temporada.

En la asociación todo el mundo no se ha ido de vacaciones. Es una afición que moralmente te ata un poquito

Otra fuente de entrada de comida son los intercambios entre bancos de alimentos. El trueque. «Por ejemplo —cuenta Lanza—, cuando Delaviuda nos da mazapanes y la fecha de caducidad está próxima, ofrecemos a otros bancos a cambio de otros productos. En Toledo recibimos bastante más de lo que damos, lo que eso nos permite variar el tipo de alimentos ».

A todo eso se suman las colectas que hacen al año: en el Carrefour de Talavera en abril y en el Hipercor Toledo en mayo. No obstante, la denominada «Gran Recogida», una iniciativa de ámbito nacional, es la que llena la despensa de este banco de alimentos de una tacada: en 2015, las 400 manos que colaboraron en la provincia con esta asociación lograron apilar 80.000 kilos de alimentos recogidos el último fin de semana de noviembre. Esto además permite que los almacenes no se queden a cero a final del año.

En 2015, el banco de alimentos repartió 343.481 kilos de alimentos, muchos de ellos aportados por particulares. «En Toledo las empresas agroalimentarias no brillan por su cantidad», se lamenta Lanza después de cantar el número 343.481 casi como un niño de San Ildefonso, si no fuera porque su apariencia física y su edad lo delatan.

Esta asociación no recibió solo comida el pasado ejercicio económico . Aunque son muy pocas las ayudas de las administraciones públicas, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha le concedió 20.00 euros, que se suman a los 10.000 entregados por Bankia este año. Cifras que aparecen anotadas en la contabilidad junto con el dinero que el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) le ingresa. Ese porcentaje corresponde al 5 por ciento del valor de los alimentos (834.218 kilos en 2015) que este banco reparte tres veces al año en las campañas promovidas por el organismo adscrito al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.

En la asociación que Lanza encabeza no todo el mundo se ha marchado de vacaciones, aunque son voluntarios. «La gente tiene la mala costumbre de comer todos los días», dice Manuel para quitar hierro a la anécdota. «Es una afición que moralmente te ata un poquito», reconoce.

Más que el año pasado

En lo que va de 2016, el banco ha repartido mil kilos de alimentos más por mes que en el mismo periodo de 2015. Desde el 1 de enero hasta el 23 de agosto, han salido de sus almacenes 219.115 kilos . Un minuto y medio ha tardado en obtener la cifra exacta gracias a que llevan las cuentas al día. Y también saben al detalle qué tipo de alimentos entregan y el número concreto de personas que reciben la comida. Aunque el ratio es mejor que el pasado ejercicio, Lanza dice que a mediados de noviembre estarán más cerca de los 28.000 kilos al mes.

«Además, las diferencias no pueden ser más, porque no podemos dar más de sí. No tenemos medios ni fuerzas para repartir más de lo que damos », advierte el presidente del banco, cuya actividad baja en agosto por el cierre de empresas o porque estas bajan su volumen de trabajo. «De nada nos valdría tener, de repente, un millón de kilos de alimentos. Los podré necesitar, pero no tengo personas suficientes para repartirlos», insiste.

La buena sintonía entre los voluntarios de esta asociación se puede ilustrar con una anécdota que les ocurrió hace tres años. La librería Taiga de Toledo puso a la venta unos ratones de papel, realizados por un aficionado a la papiroflexia, a cambio de comida para el Banco de Alimentos de Toledo. Al hombre se le ocurrió la idea porque pasaba a menudo junto a las ventanas del almacén de la parroquia y escuchaba «nuestro buen rollo», recuerda Lanza, el capitán de un puñado de filántropos ejemplares.

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