El arzobispo de Toledo fija a los sacerdotes las pautas de uso de las redes sociales

Alerta sobre el peligro que conlleva el anonimato de los perfiles falsos para verter opiniones

El arzobispo en el cierre del curso pastoral en Guadalupe ABC

A. M.

Desde que hace dos años y medio fuera nombrado arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves ha sido un habitual de las redes sociales (tiwteer o un blog personal) como un vehículo más para difundir el mensaje de la iglesia católica . Precisamente ese conocimiento y uso ha propiciado el escrito que ha hecho llegar, según publica la revista diocesana Padre Nuestro y aprovechando el reciente día de las Comunicaciones Sociales, un escrito dirigido a los sacerdotes, miembros de la vida consagrada y fieles en el que establece unas líneas de actuación en las redes sociales.

Tras señalar que los «medios de comunicación lícitos son buenos para la difusión de la Verdad del Evangelio y de los valores que brotan de su predicación», a continuación anima a todos, pero especialmente a los sacerdotes, «a utilizarlos con entrega y equilibrio para que la misión se haga presente en todo el mundo» .

Señala el arzobispo que la aparición de internet y las redes sociales «es una nueva oportunidad para la comunicación entre personas y para la predicación de la Buena Nueva», así como que «el continente digital es lugar de encuentro y de evangelización» , lo mismo que la globalización de la comunicación masiva, pero advierte de que «la utilización de estos medios por parte del cristiano ha de estar animada por el deseo de que este uso esté vivificado por un espíritu humano y cristiano ». Y en este sentido, apunta que «nuestra presencia en internet ha de estar marcada por la caridad y por la vivencia de los valores morales perennes que nos marcan los mandamientos».

De manera rotunda, Chaves anuncia que «como arzobispo de Toledo, y para preservar la integridad de las verdades de la fe y costumbre, tengo el deber y el derecho de velar para que ni los escritos ni la utilización de los medios de comunicación social dañen la fe y las costumbres de los fieles cristianos ». De ahí que afirme que «he de exigir que los fieles sometan al juicio de la Iglesia los escritos que vayan a publicar y que tengan relación con la fe o las costumbres, y también reprobar los escritos nocivos para la rectitud de la fe o para las buenas costumbres ».

Analiza en el escrito que la aparición de las redes sociales «ha supuesto «una rápida e intensa transformación para todos los ámbitos de la vida social», con un amplio abanico para obtener información y establecer comunicaciones entre las personas y grupos, de ahí que lo contemple como «una extraordinaria oportunidad para nuestro testimonio y para el anuncio de Cristo y de su Evangelio», dando al mismo tiempo a los católicos «nuevas oprtunidades de dar a conocer su vida de vivir la fe».

«Absorben nuestro tiempo»

No obstante, avisa desde otro prisma de que se trata de «un reto para todos», puesto que «nos encontramos imbuidos en una nueva cultura digital trepidante, en la que la multiplicación de mensajes y de reclamos de imagen frecuentemente nos atrapan requiriendo nuestra atención y absorbiendo nuestro tiempo y energías».

De ahí que el arzobispo reclame que las posibildiades que las redes dan de propagar el Evangelio «tienen que ser aprovechadas por los sacerdotes con audacia y creatividad para llegar a personas y ámbitos de nuestra sociedad a las que no se podría hoy llegar si no es por estos medios. Pero tiene que ser en fidelidad al mesnsaje del Evangelio, de acuerdo con la identidad y la misión propia del sacerdote».

En otra parte del escrito, con el apoyo de obispo auxiliar, Cerro Chaves advierte de «los peligros». El primero que señala es «el tiempo empleado en estar pendiente de las pantallas », ya que un exceso puede generar «dependencias perniciosas... que de manera inconsciente pueden llegar a ‘enganchar’ y absorber al usuario, debilitando su voluntad y aislándole de las relaciones reales -no virtuales- con las personas». Y habla en concreto de «ciertos contenidos particularmente nocivos desde el punto de vista espiritual y moral».

Uso compulsivo del móvil y perfiles falsos

Aparte de recomendar un «uso responsable de estos medios», se añade que «una excesiva pérdida de tiempo o un uso descontrolado y compulsivo del móvil o de otros soportes pueden ser señales de alarma que conviene atender».

De nuevo se alude a «las inmensas posibilidades de comunicación interpersonal» de las redes, pero avisa de que «esa comunicación directa, sin los filtros sociales propios de la comunicación cara a cara, facilita la deshibición en esas comunicaciones». Por ello, dice a los sacerdotes que «como persona pública en la Iglesia, han de estar siempre al servicio de sus hermanos, desde la verdad y perfectamente reconocible en todo momento . El anonimato de los perfiles falsos en las redes es especialmente grave en el sacerdote que, a imagen de Cristo Buen Pastor, ha de ir siempre delante del rebaño que tiene encomendado... por caminos de justicia y paz. Refugiarse en el anonimato de un falso perfil para verter opiniones o críticas que uno no se atreve a hacer con su identidad verdadera es una forma de maltrato de la que debemos abstenernos por la gravedad moral que entraña».

En otro momento del escrito, el arzobispo alude a que las redes sociales permiten a cualquier persona ofrecer su opinión, el alusión a la figura de los ‘influencers ’. Reconoce que este instrumento aumenta las posibilidades de ampliar la misión evangelizadora, pero siendo «‘influencers’ a lo divino», siempre con cuidado en los contendios.

Además, el arzobispo recuerda que «en relación con las publicaciones de artículos o post en las redes sociales o en páginas web, el sacerdote ha de seguir las normas que rigen el uso de los medios de comunicación por parte de los clérigos ».

Aparte de evitar perfiles falsos y que la imprudencia pueda llevar a malas consecuencias «en la reputación del sacerdote», el arzobispo también advierte que las redes sociales «se prestan también a un uso manipulador de los datos personales con la finalidad de obtener ventajas políticas y económicas... Las ‘fake news’ también pueden referirse a aspectos de la vida de la Iglesia. En este sentido, es una grave responsabilidad difundir por las redes informaciones falsas que dañen la comunión eclesial y más grave aún propagar difamaciones o calumnias sobre el Papa, los obispos u otros pastores de la Iglesia. Antes de difundir una noticia tenemos la obligación moral de contrastar si veracidad».

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