20 disparos canallas: Lobos Negros y su discolibro de poemas
El legendario grupo de rock and roll talaverano tiene nuevo trabajo
Luis Martín , voz y lead guitar, y Ricardo Virtanen , baterista, son pilares de Lobos Negros, el ya legendario grupo de rock and roll talaverano que, desde hace cuatro décadas, tiene una firme conexión con la Villa y Corte hasta el punto de f ormar parte importante de la movida madrileña , según reconocen todos los estudios y reportajes retrospectivos. No vamos a remontarnos al origen común, fusionado, de música y poesía, que nunca han estado demasiado alejadas cuando tienen lo que hay que tener: ritmo y emoción. Baste recordar el controvertido Nobel concedido a Bob Dylan, quien había reconocido por cierto tiempo atrás en Smokey Robinson al 'poeta de América'.
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La poética del r&r, como su estética, se presenta a través de unos cuantos trazos directos, nocturnos, con pinceladas de chulería urbana. Rubias explosivas, coruscantes tupés y chupas de cuero, bares desolados a lo Hopper, gasolineras donde el jefe dormita, autopistas de rumbo incierto, la Harley como icono (aunque se admitan también otros iconos, Bonneville, etc., siempre que no se trate de japopepinos), la borrachera como bálsamo del desamor , una playa con dos copas semienterradas en la arena. Son tópicos, admitámoslo, pero es que la poesía toda se basa en topoi: los más grandes (Jorge Manrique, Góngora, Villamediana, Lope de Vega, Pessoa, Lorca, León Felipe) los usaron, aunque logran trascenderlos. En estos 20 poemas/disparos canallas de Luis Martín y Ricardo Virtanen afloran estos temas con autenticidad y sentimiento , a corazón abierto y a tumba también abierta, como una moto bordeando acantilados en la noche almeriense o ibicenca. Pero ante todo, tras su lectura, que gratamente atrapa, uno se dice: la poesía del rock and roll, por debajo de su apariencia canalla, lo que en realidad esconde es emociones, ternura a raudales.
Luis Martín es directo: dispara sus versos como balas y a veces las transforma en flores. Se considera 'caballero de la orden Harley'. Es un hombre moto. Moto, carretera y rock and roll, la tríada que le hace renacer. La lluvia, otro elemento de la escenografía rockera, moja sus canciones, aunque él tiene las raíces duras, «como un puente sobre un río antigu» y se consuela evocando a los artistas de Sun Records (Carl Perkins, Johnny Cash, Jerry Lee Lewis, Elvis), con los que se identifica para arrancar «instantes de locura, rock’n roll que riega arterias endiabladas». A veces se pone existencialista y parece transportarnos a ese San Francisco de finales de los 50 en que el rock emergente se superponía al bebop de las cavas de jazz que frecuentaba Jack Kerouac. Y escribe que «ya no vale refugiarse en canciones tristes» porque «somos una canción canalla,/una balada eterna,/una bofetada en la cara del tiempo». Y sin embargo, escribe un poema de amor sobre un papel mojado por la lluvia y por sus lágrimas. Quizá convenga retener unos de sus versos finales: «no es más duro el que más pega sino el que más aguanta».
Ricardo Virtanen aporta otra faceta de la poesía , con análogo espirtitu rocker pero formato más identificable con la poesía actual impresa (o digital ). En Luis Martín hay un contínuum entre el letrista de rock y el poeta. En Virtanen es más guadianesco, más subterráneo. Bajo la advocación de Dylan , propone unas consignas en su Casi canción, como nadar a contracorriente, ser Ulises sin olvidar jamás a Penélope o mirar el mar si eso te hace invulnerable. Todo cabal, lúcido y sensato. En Blues y cierre, registra que «es tiempo de besar», para evocar enseguida a Jim Morrison, muerto a los 27, uno de los cadáveres esquisitos del olimpo rock, constatando que «un sueño no se funda fácilmente». Y es que «el tiempo escapa todo por el tempo sucio de las calles del blues» y «lo real se evapora en las postrimerías de un calendario roto, borracho, sin mi nombre». Al fin, qué es la vida sino «esa moneda falsa que lanzaste/al raro acantilado de la noche».
'20 ráfagas, pues, de poesía', 20 disparos certeros de emoción, vida vivida, música y poesía . Pero es que esta entrega literaria de dos Lobos Negros se acompaña de una recopilación en vivo, un directo grabado en el Honky Tonk de Madrid , con sus canciones más emblemáticas y cameos tan interesantes como los de Edi Clavo o Víctor Coyote. Temas indelebles, celebrados y bailados en toda España pero también en Finlandia, Estonia, Méjico, Austria, Francia o Inglaterra: como Bailando con Lobos, Mi amigo el chamán, Surfin’ Bird o Misterioso tren hacia Arganda, junto con piezas instrumentales (cuyos versos son los riffs de Luis Martín) como Wipe out. Todo un muestrario del mejor rock’a billy hispano del tránsito de milenios.
Como escribe el editor de La Discreta, Santiago López Navia : «Tienes en tus manos un tesoro raro y preciado, lector y fan. Disfruta de la experiencia, vacía en tu alma los dos cargadores de munición poética que te esperan en estas páginas y regálate un momento único bailando con lobos«.
Luis Martín y Ricardo Virtanen, Veinte disparos canallas, Madrid, Ediciones de La Discreta (Los Opúsculos de Bastardilla), 2021.