ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

La Troje, Calandrajas, Hermes y Manxa

Cuatro revistas de un tiempo en que había que luchar contra la falta de libertad, la censura y la represión

Una portada de Calandrajas, dibujo de Tomás F. Peces

POR HILARIO BARRERO

Hay etapas en la vida de una sociedad, sobre todo cuando aparece una nueva generación de escritores o artistas, en las que se reúnen varias mentalidades, estéticas, ideas y avances que dejan una marca a su paso. Hay generaciones que lo tienen más fácil que otras, que tuvieron que luchar con la falta de libertad, la censura, y la represión. En el año 78 no era lo mismo vivir en Barcelona, por ejemplo, que en Talavera de la Reina. En la Ciudad Condal la libertad era más evidente que en la Ciudad de la Cerámica.

La troje

A pesar de esta falta de aire, en Talavera nació un colectivo que se agrupó en torno a «La troje», una revista fundamentalmente de poesía que patrocinaba la invicta y gloriosa librería El Corvacho y la Caja Rural Creta, en la que colaboraron, entre otros, poetas que aún siguen en la brecha. Al repasar las colaboraciones, «La troje» es algo más que una revista de poesía. Vista después de 42 años es también, y sobre todo, por lo que dice y por lo que calla, la muestra de una mentalidad, de una sociedad, de una manera de ser y de pensar. Uno señala con temor y melancolía algunos nombres que tuvieron dos muertes: como seres humanos y como poetas, los que aún viven y ya han muerto como poetas, los que se quedaron a medio camino, los que se murieron de sed. El tiempo, como sabemos, es el mejor en asesinar ilusiones, en arrasar falsas esperanzas, en borrar una mirada o un mundo.

La troje

En la declaración de principios podemos leer este párrafo: «Poesía hoy, antología, agrupación amistad, viejas palabras para brisas nuevas … El discóbolo ha lanzado su disco, después vendrán los árbitros a medir su andadura». Una andadura breve, desgraciadamente solo tuvo un número de vida, pero fue un exponente y es un testimonio de la cantera de escritores y artistas de aquellos años finales de los 70.

Tuve la suerte de conocer a Ángel Ballesteros , que regresó a Talavera después de vivir en Barcelona donde seguimos la amistad iniciada en Toledo en los años 60, y me invitó a colaborar en la prensa en «La voz del Tajo» y a formar parte de la vida cultural de Talavera. En la abundante nómina de colaboradores reconozco a amigos que siguen escribiendo: A. Ballesteros, A. del Camino , que ganaría un accésit en el Adonais, Alfredo J. Ramos, Antonio Hernández, Sagrario Pinto, H. Barrero … Hay también poemas de Rafael Morales, Vicente Magaña y una errata que hace a la revista, a Umbral y a Morales más humanos, en una frase del primero, de su libro «La noche que llegué al Café Gijón», que dice: «…Rafael Morales era talaverano, católico y apacible, y se había hecho famoso… con su libro ‘Poemas del toro’, que estaba entre López (sic) y Miguel Hernández…» . Una troje que guardó frutos para un largo invierno y que ahora, en el otro invierno del que esto escribe, le devuelve un tiempo que, aunque pasado, no fue mejor, pero sí diferente. Algunos empezábamos a vivir, otros a morir y en la troje hacía frío.

Manxa

Manxa la editaba el Grupo Literario Guadiana en Ciudad Real y la patrocinaba la Diputación; se imprimía en la Imprenta Provincial y todo quedaba en casa. El precio era de 150 pesetas. Conservo este número porque gracias a Juan Antonio Villacañas me publicaron «Early Sunday Morning» , el poema homenaje a Edward Hopper. El ejemplar tiene una particularidad: el nombre de Hilario Barrero no aparece en la lista de colaboradores haciéndole un poeta fantasma. La revista cuenta con más de cuarenta colaboradores, entre poetas, una antología de «Doce poetas Guatemaltecos Contemporáneos» seleccionada por Augusto de León Morales , prosistas, y la dibujante María Dolores Almansa Bustamante . No cuento las varias páginas con «comentarios de libros, noticias y libros y revistas recibidos», tres secciones que son lo más interesante a nivel informativo. En la sección de las revistas recibidas nos encontramos con Calandrajas -de la que hablamos a continuación-y Castilla-La Mancha, que dirigía en Toledo Ana Amador.

Lo más atractivo de este número es el apartado titulado «Antología» , que publica un ingenioso artículo que sirvió de prólogo a la I Antología del «Grupo Guadiana», del novelista García Pavón , «Toccata de un intruso». Como se ve Manxa es una revista con mucha tela por cortar y trigo que moler.

Calandrajas

Fue también una tertulia y una editorial, pero fue, sobre todo, una revista que llenó un vacío en los ochenta y noventa en una ciudad dormida que parecía que empezaba a despertar. Y era también, para lo toledanos, el nombre de una calle en cuesta. A uno le sorprendió que la RAE solo recogiera el vocablo como sustantivo masculino: calandrajo. Cuando supo su significado comprendió y admiró mucho mejor el dibujo de Beato que ilustra la cabecera de los «papeles de arte y pensamiento».

A su director, especialmente, uno lo asocia con los tiempos del bachillerato, donde Jesús Cobo sobresalía por encima de los demás. Lector incansable y metódico, hombre culto, erudito, matemático, crítico de arte, sabio, poeta nació en Toledo, ciudad que conoce como pocos. Ha escrito más de treinta libros y ahora se encuentra alejado del mundanal ruido en Mallorca.

La hemeroteca del Ayuntamiento de Toledo anota: «La colección está completa. Consta de 27 números, ocho de los cuales tienen suplementos literarios. Algunos de ellos incorporaban también un suplemento gráfico exento. A partir del número 14 (abril de 1987) su subtítulo se redujo a ‘Papeles de arte y pensamiento’. En un manifiesto en su primer número, firmado por Jesús Cobo Ávila, se indica que con ella pretendían «dar luz a nuestros pensamientos, mostrar un poco de nuestra vida».

El dibujo que apareció en la cubierta de casi todos sus números es obra de Tomás F. Peces . Esta inusual y sencilla publicación… destaca por la calidad literaria de los textos … y las distintas visiones aportadas por un buen número de autores, no solo españoles». Uno tuvo la suerte de colaborar en el número 22 con «Siete metáforas» , en el que también colaboraba José Luis García Martín con un artículo sobre Borges y en el 25 con otro titulado «Robert Frost y el camino no tomado». Calandrajas, unos papeles que trataban del arte y del pensamiento, de la estética y ética, del corazón y de la razón, una colección, espléndidamente digitilizada, que se puede encontrar en la página del Archivo Municipal de Toledo ; un valioso documento de una ciudad y el testimonio de un pensador como Jesús Cobo.

Hermes

Publicó veinticinco números, era una «revista estacional de poesía» y la dirigían María Antonia Ricas y Jesús Pino . «…de edición artesanal, prácticamente realizada a mano y en ordenador personal, con un número de cien o ciento cincuenta ejemplares, son rasgos esenciales de la primera etapa», escribe Ricas. El número que conservo es el número 9, año III del verano-otoño de 1997. Es un ejemplar muy querido porque mi acompañante en la página 22, a la derecha, es Juan Antonio Villacañas , al que dedico, en la 21, a la izquierda, diez liras «festivas». El poema del autor de Los sapos se titula «Alivio de las cosas que me sobran ». En él el poeta va dejando, conectados con el argumento del poema, los títulos de la mayoría de su obra. Y van apareciendo los vagos pensamientos, navegando en la noche, las humanas heridas de las piedras, el humor infinito de la historia, legionario del mundo…

En este número además acompaño y me acompañan poetas amigos: Ricas, Sastre, Pino, Palacios, Pulido y una larga lista de colaboradores. Un precioso ejemplar con portada de color verde, dividido en tres apartados: poesía, narrativa y crítica de libros, tres preciosos dibujos de Jesús García , «velados» por una lámina transparente y un nostálgico perfume provinciano, con alcances nacionales. La admirable y meritoria colección Almud Ediciones de Castilla-La Mancha, que dirige Alfonso González-Calero , publicó «Hermes: poesía en Toledo», escrito por María Antonia Ricas, un libro que glosaba y resumía la trayectoria de la revista. Un documento importante para conocer la historia del pensamiento y las preocupaciones de un grupo pero además para responder positivamente a la pregunta que Ricas se hace y nos hace en el libro arriba mencionado: «¿Representan los diez años de la revista Hermes, sus veinticinco números de existencia, el ámbito donde poder observar el desarrollo de un trabajo creador ligado, sobre todo, a la poesía?».

A uno le gustaría que cuando pase el tiempo haya algún enamorado de las revistas de poesía que recuerde que en Brooklyn, un barrio muy alejado de la tierra en donde nació, un toledano coleccionó un poco de humo en unos cuadernos donde la poesía era lumbre , ascua, brasa que nunca se apaga.

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