Amador Palacios - ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

La sentida mirada ibérica

Toledo y el Greco en el Diário del portugués Miguel Torga

Miguel Torga con Mario Soáres

POR AMADOR PALACIOS

Miguel Torga (1907-1995) nació en la región portuguesa de Trás-os-Montes en el seno de una humilde familia campesina. De niño trabajó en Oporto. Ingresó, por muy breve tiempo, en el seminario de Lamego. De jovencito pasó unos años en el estado brasileño de Minas Gerais, en la hacienda de un tío suyo, quien le pagó los estudios de medicina en la Universidad de Coimbra , de donde salió licenciado en 1933. Destinado al principio como médico en pequeños pueblos, desde 1941 estableció su consultorio de otorrinolaringología en Coimbra. Fue uno de los más importantes escritores portugueses del siglo XX, se le otorgó el Premio Camoens , máximo de las letras portuguesas, siendo varias veces fue propuesto al Nóbel. Su obra comprende la poesía, el cuento, el diario (los géneros que más cultivó) además de la novela, el teatro o la autobiografía.

Muchas veces Miguel Torga escribió llevado por su lúcido observar a una península que si hoy contiene dos entidades políticas diferenciadas, parte de un origen férreamente común. El iberismo, nulo en su práctica , es un activo planteamiento grandemente activado en la historia por intelectuales situados a ambos lados de la raya fronteriza. La compacta unidad geográfica que comparten las dos naciones, las similitudes idiomáticas más las potentes confluencias culturales entre los dos estados hacen que el iberismo se siga sosteniendo como entelequia en mira utópica.

El verdadero nombre de Miguel Torga es Adolfo Correia da Rocha. Su nombre de guerra, pues, se debe precisamente a esta aspiración de iberismo; Miguel por Miguel de Cervantes , Miguel de Unamuno y Miguel de Molinos, y Torga por un resistente arbusto de su tierra trasmontana . En su libro Poemas Ibéricos desfilan los «Héroes» peninsulares, desde Viriato a Cortés, del Cid a Vasco de Gama , de Séneca a Loyola, de Inés de Casto a Juan de la Cruz… El poeta no tuvo demasiadas ganas de viajar a Europa. Pero España sí la visitó bastante . A veces su orgullo portugués sentía cierta antipatía por Castilla, y dejó consignado, si bien irónicamente, el adagio luso: «De Espanha nem bom vento nem bom casamento». En varias ocasiones recorrió La Mancha, Toledo, Guadalajara (sangrante aún el recuerdo de la herida de la guerra civil en la ciudad). Constató su aprecio por la impronta cervantina y la imponente muestra del Greco en la vetusta ciudadela .

(Amador Palacios tradujo el relato «Vicente», del libro Bichos de Miguel Torga, para una revista madrileña, y publicará próximamente la traducción de dos libros suyos en una editorial de Extremadura)

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