Santiago Sastre

Mi coronavirus y yo

«Todo empezó con una tos seca y con algo de fiebre»

POR SANTIAGO SASTRE

Todo empezó con una tos seca y con algo de fiebre. Después hablé con mi médico y me mandó que me hiciese la PCR. Al día siguiente me llamaron y me dijeron que había dado positivo . Esto ocasionó la reclusión familiar, engancharme a unas pastillas (entre ellas el paracetamol y la dexametasona) y al aparatito azul que controla la oxigenación en la sangre. En principio no lo llevaba mal, pero me vi con algunos problemas a la hora de respirar y fui a urgencias, donde me tuvieron ¡desde las diez de la mañana hasta las once y media de la noche!, que me derivaron a una cama del hospital de Parapléjicos , porque tenía un poco que neumonía que había que controlar.

Pensaba que en Parapléjicos estaría un par de días como mucho, pero en los hospitales el tiempo se somete a otras circunstancias y transcurre más lento de lo normal. Allí, en una habitación de la que no podía salir, solo pasear de la cama a la ventana, estuve seis días . Fueron días de lectura (volví a releer a Delibes y la novela negra González Ledesma), de reflexión, de análisis de muchas cosas y de ver cómo a la sanidad pública le falta todavía un empujón de eficacia para que tenga la calidad que merece. Yo me las prometía felices con el coronavirus porque soy joven, no tengo problemas de peso, no fumo, no padezco enfermedades serias, pero este bicharraco me dejó para el arrastre . El momento más crítico es el que va del noveno al décimo, que es cuando se pasa el tramo peor. Las secuelas que aún tengo son una sensación de cansancio , la pérdida de unos quilos (me he quedado con carita de gorriato) y el gusto y el olfato poco a poco se van despertando y ya más o menos he recuperado mi tono de voz (antes me costaba hablar porque cada dos por tres tosía).

Todos me preguntaban que dónde lo había cogido. ¡Quién sabe! Lo importante es no bajar la guardia, no confiarse y prestar atención a todas las medidas de seguridad, ahora que recibimos con alegría el fin del estado de alarma. Lamenté mucho, por cierto, el fallecimiento del poeta talaverano Pedro Tenorio (contaba con 68 años), amigo mío, debido al coronavirus. Era un hombre muy culto, muy buena gente, que dio clases de lengua y literatura a muchas generaciones de talaveranos. Espero que el Ayuntamiento de Talavera le dedique le homenaje que se merece y reedite algunas de sus obras poéticas, que son muy interesantes. El coronavirus ha ocasionado un tramo aparte en mi vida y un encuentro directo con la enfermedad, que te muestra de lleno el verdadero valor o sentido de la vida. A estas alturas, después de observar lo que pasa alrededor, n unca viene mal revisar lo que de verdad importa para conceder el peso a lo que de verdad lo merece. Que la vida va en serio, frente a lo que decía Gil de Biedma, uno no puede comprenderlo cuando ya es tarde.

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