ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Precisas dimensiones en un mural de José Herreros

Eran años difíciles de esa España que se alargaba en la posguerra cuando fue concebido el cartel, ahora rehabilitado

Plano general del mural «Los días y las horas» Rosario Quevedo y Rosalinda Tejera

POR AMADOR PALACIOS

El mural «Los Días y las Horas» , que desde hace pocas semanas se puede contemplar en el vestíbulo del recién reinaugurado hotel Ínsula Barataria de Alcázar de San Juan, le fue encargado al pintor alcazareño José Herreros en 1961 por la familia Bravo-Laguna , primeros propietarios de este añejo establecimiento. Habiendo pertenecido a la red hotelera vasca Ercilla, el hotel Barataria cerró sus puertas en 2012 dejando en dolorosa oscuridad a un vistoso mural que recibió, además de los daños de los intrusos que se habían colado en el recinto, las injustas agresiones de la arbitraria temperatura, el abandono y la humedad. Hoy un potentado chino ha reabierto el hotel , contratando al antiguo personal y permitiendo conservar, perfectamente renovado, su genuino sabor de antaño. Y el mural que José Herreros acometió hace cincuenta y cinco años es sin duda la joya del hotel.

Exponerlo de nuevo ha costado lo suyo , pues la obra pervivía en un estado muy deteriorado. Los colores se habían desvanecido y aparecieron grietas en la pintura, realizada sobre una superficie original de yeso batido. Alguien osó cubrir los bajos del mural con una gruesa capa de basto rodapié con el «caritativo» fin de preservarlo de la humedad. Su rehabilitación la ha llevado a cabo el experimentado artista alcazareño Ángel Vaquero con la supervisión del propio Herreros ; Vaquero tuvo que rascar con esmero para rescatar superficies originales, y confrontar numerosos documentos fotográficos para recrear, con esmaltes de la calidad primigenia, detalles que habían desaparecido.

José Herreros y Ángel Vaquero, ente el mural Rosario Quevedo y Rosalinda Tejera

Autor de una prolija producción, que ha sido expuesta abundantemente en España y en Centroeuropa, José Herreros, nacido en 1928, ha realizado diversos murales, tanto en La Mancha como en Madrid, Castilla-León y Galicia , tratando casi todos ellos de la tierra y el trabajo, temas tan resaltados en «Los Días y las Horas», su primer mural, que resolvió en pocas semanas de ejecución, aligerado a través de una fantasía poética que el artista puso en acción en la que coreográficamente los personajes se colocaron (las mujeres, los campesinos, el jinete, el caballo, los niños, los gatos y los gallos) en las posiciones que finalmente marcan la equilibrada composición del cuadro .

Este mural exhibe un estilo que podríamos encuadrar en un realismo expresionista muy propio del tiempo en que fue creado . Eleva totalmente el testimonio de una época, vertiendo un costumbrismo que refleja con fidelidad tanto labores como indumentaria, así como los elementos característicos que componían la cotidianidad de aquellos años: hogazas, jarras, cuchara de palo, sillas rústicas, cardenchas, alpargatas… Pero este realismo acoge totalmente la vanguardia , porque no se erige en un realismo pedestre, sino en una estampa altamente imaginativa. Así, el mural de Herreros distribuye su estructura en calculadas áreas espaciales marcadas por un sentido cubista , estableciendo asimismo guiños con la profundidad velazqueña , como observamos en la sabia distancia trazada en la derecha del mural, así como con los semblantes del Guernica picassiano que la cabeza del caballo destaca en la zona central . Es lógico que se puedan apreciar en esta obra influjos del arte de Rafael Zabaleta , indudable exponente de un realismo expresionista muy español que a veces se ha denominado expresionismo rústico, ya que Herreros asume plenamente el ambiente sociológico del que Zabaleta participó, impregnando en ese ambiente fuertes elementos de la vanguardia. Ambos llegaron a trabar amistad encontrándose en Quesada, jienense pueblo natal de Zabaleta donde el maestro falleció de una hemorragia cerebral a los 52 años. En Quesada el joven Herreros realizaba sus primeras pinturas en el entorno del santuario de la Virgen de Tíscar.

Los años en los que el mural se concibió eran años difíciles de esa España que se alargaba en la posguerra . Y el cuadro incluye tonos visibles de denuncia a través de sus símbolos. Hay figuras que habitan en la realidad a cara descubierta, como la mujer que sostiene el gato en el halda, como el hombre con blusón que está a su lado. Pero las figuras centrales del mural cubren su faz, niegan la mísera realidad , mas guardan en su interior una gran esperanza, colorista y formal.

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