José Rosell Villasevil - SENCILLAMENTE CERVANTES (V)
Nacimiento de un Príncipe
Nuestro sin duda predestinado Rodrigo, inocente capricho de los dioses, con su cédula de «cirujano menor» todavía con la tinta fresca, va a echarse novia y va a contraer matrimonio
Nuestro sin duda predestinado Rodrigo , inocente capricho de los dioses, con su cédula de «cirujano menor» todavía con la tinta fresca, va a echarse novia y va a contraer matrimonio. ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Con quién? Posiblemente en Alcalá y con una dama, seguramente también, inteligente y hermosísima, pues no podía ser de otro modo la sublime mujer destinada a llevar en su seno a quien iba a ser uno de los individuos pertenecientes a esa escasa docena de seres que dan sentido a la confusa, insólita a veces, Humanidad.
Se llama Leonor y es hija de Elvira de Cortinas , ignorándose todo cuanto al padre se refiere y suponiendo, con muchas probabilidades de acierto, avalado por noticias posteriores, que descendía de una familia de acomodados labradores afincada en Arganda.
El hecho de no hallarse indicio alguno del apellido de su madre, Cortinas, en los archivos argandeños, y sí en los de la vecina Barajas , hace pensar a más de un biógrafo, que doña Elvira procediera de la hoy internacional Ciudad aeroportuaria.
Es igual realmente para el caso, lo mismo que el lugar y la fecha de esa boda, quizá tan escasamente brillante como poco alegre, con la familia del novio dividida y con la de la novia al parecer ausente, dando a su hija la espalda.
Sabemos muy documentadamente, eso sí, que la nueva pareja reside en Alcalá, ya que el 12-XII- 1543, pasa por la pila bautismal de Santa María la Mayor de la Villa del Henares , el primogénico de sus vástagos, Andrés, fallecido muy pronto; en el mismo templo alcalaino, en 24-XI-1544 aparecerá Andrea, en su recuerdo; el 25-VIII-1546, vendrá Luisa, quien luego profesara en las Carmelitas descalzas de la misma ciudad.
Ahora será el domingo 9 de octubre de 1547, cuando el licenciado Bartolomé Serrano cristiane a un niño, también hijo de Rodrigo y de Leonor, que llevará el nombre de Miguel . Alcalá se ha transfigurado en un instante, en el Belén, la Lumbine budista o la Meca mahometana de la novelística moderna y universal. En toda novela, hay una profunda raíz del Quijote.
¡Bendita la modesta casa alcalaina con tres niños, esperando el cuarto, que lloran, que ríen y gritan cerca de un padre sordo que genera escasos ingresos, y de una madre, mujer cuasi evangélica y providencial, que realiza cada día el milagro amoroso de los panes y los peces y, además, enseña a todos a leer!
Muchos años después, el alcalaino por antonomasia escribirá con autoridad de profeta: «¡Virtuoso aquél a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro más que al propio cielo!».
¡Oh,Alcalá de Henares, tan recurrente para tres generaciones de Cervantes, eres Portal luminoso de cervantistas y no cervantistas, así como «Himno de la Alegría», eterno, en la desintegración de esa Babel de confusiones que derrotara el «Caballero de la Palabra» !
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