ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA
En la muerte de Antonio Beneyto
Fallece el artista albaceteño que usaba el pincel, el buril y la pluma con equiparable maestría

Antonio Beneyto falleció por coronavirus , aunque llevaba ya bastante tiempo enfermo de otros males, en Barcelona en la mañana del 23 de octubre . Nació en 1934 en Albacete y llevaba residiendo en la Ciudad Condal desde 1967, viviendo y trabajando en el Barrio Gótico de la capital catalana, aunque no por ello estuvo desvinculado con su ciudad natal, siendo estrechos los lazos amistosos y culturales que a su villa le unieron; era jefe de redacción de la revista Barcarola , editada en la urbe más poblada de Castilla-La Mancha. Beneyto fue creador de una profusa producción pictórica (también fue escultor ) que ha sido expuesta en más de un centenar de localidades, tanto españolas como europeas y asimismo fuera de nuestro continente, mostrándose su obra en las más importantes ciudades de España y en muchas otras de Italia, Francia, Portugal, Polonia, Andorra, Suiza, Alemania, Estados Unidos (varias veces en Nueva York), Nicaragua, Chile o Guinea Ecuatorial. Y, por supuesto, en todas las provincias castellano-manchegas y, con mucha abundancia, en Barcelona.
Pero su vasta producción no se circunscribió sólo al mundo de la forma. También Beneyto fue autor de libros desarrollados en varios géneros: la poesía, el cuento, la novela, el ensayo, el libro de viajes, la antología de textos (tanto poéticos como de narrativa), la monografía artística, la entrevista, el diario, el epistolario. Como escritor e ilustrador colaboró en numerosas revistas literarias de España y fuera de España. Sus escritos han sido traducidos al polaco, al inglés, al griego, al portugués, al lituano y al francés. En 1994 coordinó y editó la suculenta obra de Luisa Sofovich, viuda de Ramón Gómez de la Serna, titulada La vida sin Ramón .
Su completo quehacer literario, acuñado siempre en una veta independiente y heterodoxa, queda muy bien sintetizado en el conjunto de trabajos agrupados en su libro Escritos caóticos , publicado en 2009. Su atractiva sección última comprende unos fragmentos de un diario redactado, en parte, durante un viaje que el artista realizó a Varsovia.
Preparando su viaje a Polonia, medita dulcemente, mientras llueve, en su estudio del Barrio Gótico , reflexiones que vierte en una fresquísima y cálidamente comunicativa expresión: «Sobre mi barrio llueve, al tiempo que las callejuelas empiezan a ser toda una fiesta. La Fiesta de la Mercé está ahí, sólo a unas pocas horas. Y entonces toda Barcelona bajará a mi barrio. Principalmente la gente joven. Y qué hermosas las niñitas adolescentes, con sus culitos respingones, como corazones ardientes, y su piel dulce como la miel, y tersa como una sábana al viento del sol… y la alegría siempre en la mirada. ¡Ay, qué derroche, ay, qué borrachera!».
La obra literaria de Beneyto parece partir de esta frase de Heráclito: «El arte es vida y la vida es transformación». Este versátil creador pertenece a la clase de artistas que usan el pincel, el buril, la pluma con equiparable maestría. Su pintura se dota de un dinamismo que procede del resultado que da una realidad estremecida, multiplicando, por tanto, la realidad en muchas y sinuosas realidades. Es un artista que sostuvo la antorcha del Postismo , ese movimiento español de mediados del pasado siglo, fundado por Eduardo Chicharro y Carlos Edmundo de Ory, que exhibió no sólo vanguardia, sino que propuso una enseñanza artística no sujeta a lo circunstancial y siempre duradera, una auténtica y válida apuesta aliviadora basada en el juego constante del creador con su obra y con el mundo, cimentada en la euritmia, o buen ritmo. En el libro Beneyto, creador postista , el estudioso de las vanguardias Jaime D. Parra afirma que el arte eurítmico de Beneyto se basa «en el sentido de la totalidad, en la harmonía, en la vivencia, y en buena parte en el ritmo y en el movimiento, como si el gesto aeriforme se instaurara como una sinfonía eterna». En el mismo libro, el prolífico novelista Javier Tomeo comenta que las criaturas del mundo de Beneyto «consiguen convencernos de que existen otras realidades que, por lo menos, merecen la pena soñarse».
Siento mucho la muerte de este amigo. En Barcelona siempre asistía a los eventos que yo tenía, especialmente en el Ateneo. Intercambiábamos nuestros libros y alguna vez yo he escribo sentidamente sobre su dinámica y sorpresiva obra. Que la tierra te sea muy leve, compañero.
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