Beatriz Villacañas - ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA
Lugar para el reencuentro (99): Piedra y voz en Piedrabuena
Las voces de cuarenta poetas de las cinco provincias castellano-manchegas, como las de Francisco Caro y Pedro Antonio González Moreno
El pasado día 12 de Mayo tuve la grata ocasión de volver a Piedrabuena , un lugar de La Mancha de cuyo nombre y de cuyo paisaje y patrimonio artístico sí quiero acordarme: tan hermoso lugar siempre estará en mi memoria, y su recuerdo viene enriquecido por un memorable acto, que fue la presentación de la Antología «Piedra y voz. Castillos y poetas de Castilla-La Mancha». La presentación tuvo lugar en el castillo de Miraflores, entre murallas que miran al cielo, vestigios sin techo que nos dieron el privilegio de intervenir entre recios muros y a la vez al aire libre. Y qué aire tan lleno de poesía y amistad se respiraba allí . La Antología, debida a la perseverancia y magnífica labor de sus coordinadores, los reconocidos poetas y escritores Francisco Caro y Pedro Antonio González Moreno, reúne las voces de cuarenta poetas , entre los que se encuentran, naturalmente, ellos mismos, y entre los que me cuento, poetas todos de las cinco provincias castellano-manchegas que, en poemas y escritos en prosa, celebran, cada uno a su manera y en las peculiaridades individuales de su palabra, los castillos de la región, testigos del pasado, de la Historia de la que somos herederos. Quede aquí constancia de mi gratitud y reconocimiento a Francisco Caro y a Pedro Antonio González Moreno: han hecho algo grande. Cada vez que abro el libro me encuentro y me reencuentro con los poemas de queridos poetas amigos, con los que, al menos con un buen número de ellos, tuve la fortuna de reencontrarme en Piedrabuena y de oír sus voces en el acto de presentación. Celebro esta Antología en la que los poetas compartimos voz y la piedra de tantos castillos, legado de una Historia que asimismo compartimos.
PRINCESAS EN SAN SERVANDO
Éramos yo y mi hermana,
San Servando la casa, la guarida:
Toledo en la ventana,/ y la noche escondida
en la sábana tibia y en la herida/ del pecho que despierta,
de la sangre hecha flor y niña loca/ de juventud abierta,
en el alma y la boca:/la mujer en la niña se desboca.
Mirábamos el puente
desde la saetera y de la almena,
y abajo la serpiente
se hacía río y arena.
Alcántara debajo y luna llena.
Siete siglos de eso,
y algunos años más, que el tiempo vuela.
Siete siglos y un beso.
Y sin que nada duela,
viajé de castillo a covachuela.