Beatriz Villacañas - ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA
Lugar para el reencuentro (56): Del espíritu
«De ese misterio sin límite del que formamos parte y que a la vez llevamos dentro»
De la mano de esa invisible realidad que nos mueve y que llamamos espíritu , de ese misterio sin límite del que formamos parte y que a la vez llevamos dentro, traigo estos aforismos que, al paso de la vida, he venido escribiendo:
Los espíritus grandes andan sobre los siglos y procuran no pisar a hormigas.
El genio no convence, ilumina.
Los espíritus más sutiles saben bien lo que es vivir en carne viva.
El aprendizaje de la soledad es tarea de todo espíritu valiente.
Los espíritus valientes aprenden a naufragar en el planeta mínimo de una gota de sal, de cualquier lágrima.
En el sabio inteligencia y nobleza de espíritu van unidas, no así en el intelectual.
No es si una causa se puede ganar o no lo que hace a un espíritu noble defenderla, sino si es justa.
Los paisajes y personajes de El Greco están sumidos en una llama mística, por lo que, lejos de consumirse en ella, se elevan hacia lo eterno.
En contra de lo que muchos sostienen, una obra de arte siempre es moral, porque eleva el espíritu unos cuantos grados hacia la perfección.
Nadie ha vivido intensamente si no ha batallado consigo mismo.
No es fácil llegar a comprender que a veces el conocimiento no es sólo distinto a la sabiduría sino su contrario.
La locura es un vino que cuando no intoxica nos hace sabios.
Para el hombre superficial lo nuevo se hace viejo en un instante.
El superficial sólo ve la superficie de las cosas y pronto se cansa de ellas. Quien ama y medita no desea cambio alguno.
Sentir alguna vez el mundo como destierro es, a la vez que dolor, grandeza de alma.
La grandeza del hombre no está en ser para sí, está en elevarse sobre sí mismo. Nada que no sea el reflejo de un latido interior tiene grandeza, aunque pueda tener dimensiones colosales.