ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Juan Sánchez: palabra y corazón

«Es una lástima tener que recordar todas estas virtudes cuando Juan ya no está entre nosotros»

Juan Sánchez

POR ALFONSO GONZÁLEZ-CALERO

La semana pasada murió Juan Sánchez Sánchez y ya lo estamos echando de menos . Esto es así porque no son tantas las personas que, como Juan, sonreían y batallaban, construían y anudaban complicidades en torno a proyectos necesarios y útiles para el bien común. Ya fueran las bibliotecas (las grandes, pero también las de los pequeños municipios), la preservación del patrimonio, o el desarrollo armónico y sostenible y de Toledo, ciudad en la que vivió prácticamente toda su vida, y a la que quería como su pequeña patria.

Juan era todo palabra y todo corazón. Palabra porque hablaba, le gustaba dialogar, explicar, e intentaba convencer de sus argumentos. Pero también corazón porque comprendía al otro; respetaba a quienes no pensaban como él , y establecía la empatía necesaria para sacar adelante cualquier proyecto.

Había nacido en Nambroca en 1952; su padre trabajó muchos años en la Fábrica de Armas de Toledo y su madre mantenía una pequeña tienda en la que podía hallarse de casi todo. Él y sus hermanos (Isidro y Ana) supieron también lo que era tener que estudiar con becas, y hacer compatibles sus estudios con el apoyo a las necesidades de un hogar humilde.

Juan estudió Geografía e Historia, primero en el Colegio Universitario de Toledo, y más tarde en la Complutense de Madrid (no existía aún nuestra Universidad regional). Y enseguida se puso a trabajar. Primero en el Centro Coordinador de Bibliotecas de Toledo, donde descubrió la labor de los bibliobuses y las necesidades culturales de los pequeños municipios, que tuvo presentes durante toda su vida profesional. Después sacó una oposición para la Seguridad Social y trabajó algún tiempo en el Centro Nacional de Parapléjicos, donde descubrió el dolor humano y nuestra debilidad ante la enfermedad.

En materia de bibliotecas su compromiso continuó con la necesidad de que Toledo contara con un centro digno de la importancia de la ciudad, y peleó (con buenas armas) hasta conseguirlo. La Biblioteca de Castilla-La Mancha , ubicada en el Alcázar de Toledo, debe mucho a la tenacidad de José Bono, de José María Barreda, y detrás de ellos al empeño y capacidad de Juan Sánchez.

Durante muchos años, desde la Consejería de Cultura de la Junta planificó y organizó -como jefe de servicio- una política bibliotecaria que puso a nuestra Región a la cabeza de España en muchos índices de esta materia. Después, una consejera entendió que sus visiones eran discrepantes y lo cesó en esa responsabilidad. Pasó a ocupar durante unos años (2006-2012) un servicio en la política universitaria de la Junta, hasta que un gobierno -del PP- le puso al frente de la Biblioteca de CLM/Toledo. En ese puesto, la culminación de su vida profesional, trabajó sus últimos años como si fueran los primeros de su carrera: con entusiasmo, con pasión; sin venirse abajo ante los enormes recortes de esos años de crisis; i nventando nuevas propuestas que hicieran que los toledanos vinieran y se sintieran orgullosos de su Biblioteca. Tuve ocasión de compartir con él cuatro de esos cinco años y hablo con conocimiento de causa de aquella época ilusionante, aunque no exenta de dificultades y algunas frustraciones. Juan consiguió que la Biblioteca fuera un centro vivo de la cultura de Toledo , para todos los sectores y para los intereses más diversos.

Juan transmitía entusiasmo; ganas de hacer cosas; inventaba continuamente objetivos para difundir la cultura entre los ciudadanos, y se arremangaba como uno más para conseguirlos. Tenía sus criterios, y los defendía; luchó siempre por mantener su independencia; siempre creyó que era más lo que unía que lo que separaba y de ahí su empeño en forjar grandes alianzas. En política era un ejemplo raro porque no miraba quién proponía las cosas, sino si éstas eran positivas o no para la colectividad.

Pero por encima de todo era un hombre bueno; un padre preocupado por su mujer (Pilar) y por sus cuatro hijos ; por las personas que trabajaron con él o para él. Como todos saben era un hombre profundamente creyente, y no ocultaba esa condición, aunque jamás se jactaba de ella y, sobre todo, intentaba que ésta no creara barreras con la persona que tenía enfrente. Es una lástima tener que recordar todas esas virtudes cuando Juan ya no está con nosotros, pero en este caso su muerte no me hace exagerarlas ni un ápice. Juan Sánchez: Palabra y corazón. Te recordaremos por mucho tiempo.

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