María José Muñoz - ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Joaquín Benito de Lucas, vigía de la última luz

El poeta presenta este martes en Talavera la antología de sus 10 últimos libros, «La luz que me faltaba»

El poeta, en su estudio Abel Martínez

POR MARÍA JOSÉ MUÑOZ

Vuelve el poeta con La luz que me faltaba , una antología de sus diez últimos libros (1995-2016) que, al contemplarla él, le confiere «una serenidad y una claridad mental para -si todavía quedan fuerzas- seguir escribiendo», dice. A sus 82 años, Joaquín Benito de Lucas aún tiene fuerza poética porque «lo que estoy haciendo es nuevo dentro del proceso creador ; es distinto, aunque sea con el mismo lenguaje, la misma actitud, y la misma visión de la realidad que he tenido a lo largo de tantos años». Prueba de ello son los tres poemas inéditos que la antología incluye como colofón.

No obstante, es inevitable pensar en el tiempo que fue, en la sucesión de poemarios, en esos últimos veinte años vividos por este poeta nacido en Talavera de la Reina y que se doctoró en Filología Románica con una tesis sobre poesía medieval dirigida por Dámaso Alonso. El paso de la vida y la evocación de la niñez, uno de los

temas fundamentales de su obra, se refejan sin remedio en las páginas de La luz que me faltaba.

La antología comienza con Invitación al viaje (1995) y termina con Oda a mi ciudad . Entre ellos hay otros contenidos muy variados donde reiteradamente se expresan ideas que ya aparecían en otros libros anteriores, pero que sin embargo mantienen el mismo punto de vista en su manera de crear, en su forma de hacer. «Junto a los temas que usted dice muy bien, de la infancia, aparecen libros muy diferentes , como Invitación al viaje (1995), un libro que escribí hace muchos años y que se ha publicado ahora, y que me ha hecho pensar que mi poesía, a la que yo creía una pieza absolutamente unitaria, no lo es, se sale de la norma».

-Invitación al viaje es un peregrinaje, una especie de aventura interior, como lo define el poeta Pedro A. González Moreno en el prólogo.

-En efecto, y está hecho sobre una visión simbólica de la India. El sendero es una vía de espiritualidad, un ir hacia un estado de purificación para alcanzar una conciencia clara de la existencia del hombre en la Tierra. Lo escribí con un tono casi místico.

-Pese a ser espiritual, también refleja el mundo de los sentidos, que para usted se reducen a dos: el olor y el color.

-En la India es sorprendente ver que todo aquello que se mueve en torno tuyo tiene una significación que va diluyéndose entre dos visiones y conforman una interpretación única: el olor y el color, los dos únicos sentidos que perviven a lo largo de ese viaje.

-Es para usted muy importante el olor. En una entrevista con ABC hace unos años, hablaba ya del «olor de las manzanas de la infancia».

-En efecto. El olor es para mí una sensación muy clara y precisa. La vista o el tacto te pueden engañar, pero el olfato no lo hace nunca. Hay una especie de intuición muy particular con respecto a los olores, tanto de la infancia como del espíritu.

-A continuación, la antología recoge cuatro libros, bajo el epígrafe Regreso a los ámbitos de la memoria: Álbum de familia, La mirada inocente, El reino de la niñez y La escritura indeleble. De nuevo, la memoria.

-Son libros donde recuerdo algunas de las cosas que había escrito antes, pero de una manera muy diferente. En Álbum de familia recojo experiencias personales de toda mi familia, una visión de la Talavera de la época, una realidad que se transmite a través de poemas con un valor también de símbolo.

-Su gran símbolo, el agua, el río Tajo, que tan importante es para usted.

-Talavera es un tema fundamental en mi poesía y, por supuesto, también en mi vida. Importante, en el sentido de que la ciudad está alimentada por el fluir permanente del río, que es el que sostiene el ritmo de mi poesía. Hay un poema que dice: ...vuelvo al son de mi río/que es el pulso que mueve mi verso.

-Y otro poema, Linaje, que dice (en La mirada inocente): Y, puestos a pensar,estoy pensando/que en mi escudo de armas/debería figurar un río, un pez, un puente/y un camino de tierra bacheado/con el dolor de los que antes tuvieron/mis mismos apellidos..

-En efecto. Ese hace referencia a la casa de camineros que había a la entrada del puente viejo, del puente romano que ya no existe. Porque mi abuelo era jefe de camineros, y mi padre era pescador. Y todos estos elementos son los que constituyen mi modesto pero rico y variado emblema de mi familia y de mí mismo.

-En otro poema pide usted perdón a Talavera por haberla abandonado, «ahora que estoy al final de mis años», y le ruega que no le olvide y le guarde en su memoria cuando muera. ¿Presiente, teme la cercanía de la muerte de alguna forma?

-He de decir que no del todo. Llegada la edad a la que he llegado, me ha producido una especie de temor no tanto la muerte en sí, sino el proceso de limitaciones del ser humano. Yo ya no soy el que era antes, tengo muchos años, 82.

-¡No son tantos!

-Son menos que 83 (risas). La muerte no me preocupa especialmente como motivo. Prefiero la esperanza. En ese libro hay dos poemas inéditos, Sin tristeza y La primavera avanza, donde no se habla de la muerte, y son los más recientes que he hecho.

-¿Esperanza ante qué?

-Ante la vida, porque es lo único y último que tenemos. La esperanza está siempre pendiente del deseo de las formas de vida que tenemos y que eso se pueda traducir luego en nueva poesía.

-¿Ha notado algún cambio en el panorama poético español en estos últimos veinte años? Sabe, porque lo sigue de cerca, que han surgido nuevas voces, jóvenes poetas que ya han sido galardonados con prestigiosos premios, como el Adonáis, que usted también recibió en 1967 con Materia de olvido y del que ahora es jurado.

-Poetas jóvenes van surgiendo sistemáticamente, añadiendo nuevos aspectos de la lírica. Hay poetas notables en Castilla-La Mancha, jóvenes, que han recibido premios, y que aportan un conocimiento de la experiencia poética muy interesante. Otros se defienden como pueden, y también son muy jóvenes, y tienen mucho camino por delante, pero el problema está en cómo se enfrentan a la realidad y cómo a través del lenguaje son capaces de dar una visión clara de la realidad. Al hablar de la claridad no hablo en el sentido de poesía sencilla, sino en el de luminosa; que alumbren ellos su poesía y que alumbren así a los lectores. Se habla siempre de la oscuridad de la poesía. No es verdad. Depende de quien la haga.

-Es usted un investigador, un experto en poesía medieval, en Gonzalo de Berceo, en La Celestina de Fernando de Rojas. ¿Sigue con esta actividad?

-Por el momento lo he dejado. Antes lo alternaba, poesía e investigación, cuando estaba en activo. En mi función profesoral he sido fiel, por un lado a mi obra y, por otro, al trabajo de la obra de los demás. Berceo, la edición de La Celestina de Rojas... porque los he explicado en clase. Sin olvidar a Jovellanos y, por supesto, a Machado. Y a poetas más actuales, como José Hierrro, sobre el que he publicado libros, o Rafael Morales. Y en mi condición de profesor en institutos en Madrid, Valencia, Cuenca, y como catedrático de escuelas universitarias, he recogido los intereses de estos poetas que han ido a estos centros invitados por mí.

-¿Cree que ha crecido el interés de los estudiantes por la poesía en las aulas, o considera que es necesario acercársela con otra mirada para que la comprendan y llegue a gustarles?

-Mire, la poesía como una cosa misteriosa o que no se entiende o no tiene que ver con la realidad, eso es falso. Ahora mismo predomina la novela, pero el poeta está siempre avizor a lo que suena por fuera y él recoge por dentro y lo expone. La poesía sigue siendo un motivo de inspiración que está basado en un noventa por ciento en experiencias personales, en lecturas que reflejan vivencias.

Y nos despedimos del poeta recordando sus años vividos en diversos países árabes, principalmente en Siria; y en Alemania, donde fue profesor en la Universidad Libre de Berlín. Próximamente viajará a Marruecos para asistir a un congreso de poesía. Él se excusa por su «torpeza», por quizá no haber sabido explicar bien todo lo que late en su interior. Pero eso qué más da, si fuera cierto, si con solo leer sus poemas aflora a borbotones todo un mundo de anhelos y tristezas. Pero, también, de esperanza.

La Luz que me faltaba (Eirene Editorial) se presenta este martes, 25 de octubre, en Talavera de la Reina y a mediados de noviembre en Madrid.

SIN TRISTEZA (Poema inédito)

Yo no sé por qué tengo que estar triste.

El mar es grande, la esperanza espera,

el día se hace largo en los veranos

y las noches inventan nuevas formas de vida.


Pero hoy, es decir, esta mañana

del mes de mayo, cuando los rosales

dejan caer los pétalos

de su primera floración,

me acuerdo de la gente que se ha ido,

-y es primavera- de los que dijeron

adiós y ya no están

como mis padres, como mis hermanos

y como yo que un día

no muy lejano cerraré los ojos,

dejaré descansar la pluma con que escribo

e iré a su encuentro. Temo

que no me reconozcan, que no sepan

quién soy yo, yo que he cantado su vida en muchos versos,

y su muerte también, que ellos no habrán leído.

Mas creo que podrán reconocerme

por el olor que deja cada lágrima

vertida en su memoria mientras estaban vivos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación