Cristian Lázaro - OPINIÓN

¿Qué hacíamos con nuestras vidas?

«Muchos creen haber perdido su identidad, van buscando una realidad ficticia dentro de un rencor malsano»

POR CRISTIAN LÁZARO

Iba caminando por la plaza de las Fuentes, una de las más literarias de Toledo, cuando hallé a un coplero tuerto . Le di una moneda esperando que me recitase de memoria una jácara de Quevedo o algo así, y me salió con esto: «Ve y diles a las ediles que hagan un edicto santo y saneen las aguas turbias , desde un cenagal infausto. Corre, ve y di a las ediles… no te planteen un desahucio. Entorpecen leyes claras y por ti no dan un chavo. Trampantojos de esperanzas que en la falacia se enzarzan. Ardientes trolas crepitan sin cortafuegos a su ansia. Dícense amigas del pueblo, rumian aplausos y trances. Discursos efervescentes que en no mucho se deshacen. A DIFicultar caminos, empedradas ensaimadas. Y por más que te prometan, 'velis nolis': tú, sin nada».

«Propón presto a las ediles que hablen con la mona chiita, para que ni Tarzán ni Jane se les vayan de rositas . Despliegan una amalgama arco iris inconsciente. Mientras que en el país que paga, de sus grúas los gays penden. Deben de ser bernabeús los anteojos de sus hinchas, pues horrores del exterior no les cambian ni salpican. Su ataraxia dinamita todo sueño de avanzar. Se engarbulla nuestra tierra para hacer de ella un erial. Hordas de incondicionales, ¿quién hay que las justifique? Desoirían a cien platones por ver sus cuevas en firme; pero cimientos flanean, el algodón que no engaña. Algodón de la coherencia, que ennegrece si lo pasas por confusos derroteros, ambages, pura migraña. Trasnochadas las monsergas, zombis descarriados tragan. Por la libertad lucharon muchos que estos reivindican, en tanto la van restando. ¿Incongruencia gratuita?

«No sé con qué burda meta presumen de marginales. Desde el lujo, el Duce heleno ve un país que muere de hambre . Son el fallo del sistema que un masoca retwitteaba. Son tiro de gracia al palco en que Lincoln palpitara. Almas famélicas (veo) pacen tras de incumplimientos. Les faltó emprender un viaje a sí mismos, no al averno. Desbordado el voto ingenuo, todo se teje y desteje. Mientras, mi río subterráneo fluye del mar a la fuente. La nación ve por espejo, a oscuras. Luego, de cara. Primero, conoce en parte. Luego, cómo fue engañada. Anagnórisis tardía o cercana les invita a preguntarse a destiempo: '¿Qué hacíamos con nuestras vidas?'. Pero la pregunta sana, sanpablos el mundo quiere (como Derek Vinyard), caigan del rucio y del caos renieguen.

«Ve y comenta a las ediles que bailen el kichi-kichi. Y al llegar al 'crusaíto', cables cortocircuitados no nos carguen una cruz para robocops esclavos . No se olviden las ediles de darte un impedimento añadido a los que existen, por dar el cante al momento. Desafinan sin hondura sus saetas, que son de burla, a esa que pasó de moda y se llamaba Cordura. Contradictorias de libro. Consentidas sin sentido. Controvertidas, pervierten y vierten lo más dañino. En todo momento, a ellas llévalas en el recuerdo, que es lo que piden, iconos, cáscaras faltas de huevo. ¿Merecemos destacadas figuras ilustres fuertes para reblandecer sesos y contagiar su mordiente tiznada de rabia espuria sin vacuna que incremente un bálsamo por la calma y unas friegas al doliente? Dolientes e insanos todos, ve y díselo a las ediles, ataviadas de extravío, fetiches de sus mastines.

«Cada vez que abren la boca y ladran, insultan, hieren, removiendo heridas viejas que no saben ni do vienen , ¡que ellos ni sufren ni sienten! Indolentes en sus manos, llegará el día que se harten, antojadizos de todos, y nos mandarán al traste. No traten de sorprendernos de continuo, no se cansen. La política es mesura y es constancia, no es un arte. Dejen ya de interpretar sus papeles sin encaje. En sus salas de lactancia beban a quienes les sacien a pecho descubierto (¡alto!) sus paulatinos ultrajes. Gritos sin preservativo que eyaculan gonorreas. Y eso que en el metro hay muchas máquinas que los dispensan (vagón ya hasta con perritos; para verlos, ¡qué monada!). Conclusiones inconclusas que indigestan: dia… ¡Realzan peritaje en lunas vendiendo humos que dormían! Las miradas sin enfoque iluminan sus ausencias de criterio, el: 'tengo todo evitado de condolencias”. Alopécicas sus lenguas, la condescendencia tachan. Al que no quieren ni ver, sin diálogo despachan.

«¡Qué vistosos enzafiados derrubiaban nuestras bases! ¡Qué callanas naufragados (quiste apátrida sin cauce)! Disneicos de la cordura, antisemitas a ultranza que, no obstante, hacen usura de buen juicio y de templanza. Disparatos disparejos. ¿Dismnesia, dis¿pensadores?? Disparciales indispuestos dimenorrean el disloque. Devastados y procaces quieren a los desbastados, aparte de a una ralea que hace veces de respaldos. ¡Descuideros, no se priven de aprender de estos maestros! Roban carteras, mas estos, la plenitud, inmodestos. Descuajeringan, descruzan, descornan (¡y descoronen!). Y ellos mismos se creen santos. Y ellos mismos se creen nobles. Derriscó a Mamá Coherencia un derviche pejiguero cuya desaborición arrastra a un derramadero. Sofrenan al más pispajo (piticiego espoleado). No hay pitanza sin mordaza ni pitihue sin su carro. ¿Amor da zar inaccesa? Descortinado reencuentro: caudillaje (no carisma), autopista a un nuevo infierno.

«Como niños caprichosos de: 'Papá, mamá, ¡lo quiero!', ahora tienen sus escaños y juegan a ser obreros . En un país sin construcciones, las ediles disminuyen la inversión del extranjero. La desdeñan, la destruyen. Espantan todo el dinero, nos censuran y vigilan… Bueno, a mí, no: 'vade retro” esos sus feudos, jaurías. Pero esa rabia se expande, y las rabias se vacunan. Peor que la aguja es no verla, grita África sin ayuda. Ya es que ni nos ayudamos, gente, a un precipicio vamos. ¿No supimos ver el límite, tan cegados y obcecados, nos dejamos dirigir por egoístas desnortados que aprovecharon hastíos para trepar al sistema? Esquiroles del de abajo, falaces puertas afuera.

«Juegan a un parchís de asientos, enchufismo y dedocracia. Ciudadados sometidos a una nueva nación rancia . De 'oprimidos', a opresores. De antisistemas, al trono. Nótese que es decoroso de la venda el abandono. Titereras, adocenan a los más desesperados. Sus matices y eufemismos no anestesian a los sanos. Todos nos equivocamos, todos nos precipitamos. Hasta que no nos muerde el perro el culo, no reaccionamos. Muchos creen haber perdido su identidad, van buscando una realidad ficticia dentro de un rencor malsano. Van buscando sus mesías do Barrabás ya ha triunfado. Siendo todos clase media, dicen: 'No, yo, proletario'. Con sus iPhones y sus coches, dicen: 'Voto al menos malo'. Pero es que en cuanto han llagado, ¿qué de bueno han demostrado? Todas sus obras las hacen con ostentación, inanes, y al pueblo ofrecen descuentos para al punto amordazarle. Para ser vistas y oídas, su vanagloria a raudales, derechos de quita y pon, y vejan los esenciales.

«Welcome!», claman las ediles sámaras Ritanas a los refugiados . Y eso está muy bien. Pero ¿y nosotros, España? ¿Dónde nos hemos quedado?».

En Babia, me temo.

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