ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Fotoversos

Por Jesús Maroto y Jesús Guío

Vencieron sus demonios.

Y el más infame de ellos

cargó con su cuerpo,

sin vida, hasta abandonarlo

en un lúgubre portal

de la calle de la amargura.


Tenía planes, tenía amor,

y unos días antes paseó por Toledo

con la alegría de la mano.

Tenía un grupo

y canciones que escribía,

buscando la pureza,

con la rapidez de un rayo.

Sin alardes. Sin poses.

Sin aires de grandeza.


Lo que no tenía era edad para morir,

pero ocurrió en aquel

funesto anochecer otoñal.

Ahora, veinte años después,

se le recuerda, sobre todo María,

su hija, a la que dedicó

su canción más intimista,

y de la que ella dice:

Cuando la escucho no me entristece.

Siento inspiración y emoción.


Los demás, simplemente nos quedamos,

también, huérfanos de aquel artista

con cara de chaval- guapo-

que se volvía vulgar al bajarse de cada escenario.


Para Enrique Urquijo. In memoriam.

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