Eudosia Villalvilla, la maestra toledana que anticipó «Tiempos de guerra»

Primera mujer que dirigió una revista en Toledo

Damas enfermeras recibiendo a tropas regulares en la guerra del Rif

ENRIQUE SÁNCHEZ LUBIÁN

Hace más de un siglo, en 1915, por iniciativa de la reina Victoria Eugenia se creó el Cuerpo de Damas Enfermeras de la Cruz Roja. Pretendía trasladar a España lo que mujeres de la alta sociedad y la aristocracia estaban haciendo en algunos países europeos para ayudar a los heridos y evacuados de la Gran Guerra. De inmediato, se organizaron los primeros cursos para la formación de las voluntarias y en 1918 abrió sus puertas en Madrid el Hospital de San José y Santa Adela, dirigido por las propias damas. Poco después tuvieron su bautismo de fuego en tierras marroquíes, asistiendo a las tropas españolas enfangadas en la guerra del Rif. Su peripecia ha sido recreada con éxito en la serie televisiva «Tiempos de guerra». Pero mucho antes de ser estrenada la misma, en 1922, una maestra toledana, Eudosia Villalvilla Agüero , ya rindió homenaje literario a las enfermeras de la Cruz Roja.

La fecha de 22 de julio de 1921 es una de las más trágicas que se recuerda en la historia contemporánea de España. Aquella jornada, en la localidad marroquí de Annual, las tropas españolas fueron derrotadas por las fuerzas rifeñas de Abd el-Krim. El balance del encuentro fue demoledor para nuestro ejército, pereciendo más de diez mil hombres y tomándose un buen número de prisioneros. Las pérdidas materiales también fueron cuantiosas: 20.000 fusiles, 400 ametralladoras, 129 cañones, además de municiones, pertrechos y la destrucción de infraestructuras telegráficas y ferroviarias. Este fue, sin duda, el episodio más dramático de cuantos en aquellos años se sucedieron en la guerra de África, desencadenando un fuerte malestar contra el régimen monárquico de Alfonso XIII, que desembocó en la dictadura del general Primo de Rivera.

En todo el país la conmoción fue grande. El 15 de septiembre de 1921 el alcalde de Toledo , Alberto Castaño Caro, con la finalidad de ayudar a reponer las pérdidas sufridas por el ejército, propuso a sus compañeros de corporación la adquisición de un tanque-aljibe para ayudar a las tropas españolas en tierras africanas. Para sufragar su compra se acordó iniciar una suscripción popular, abriéndola el propio ayuntamiento con mil pesetas. La iniciativa fue secundada en diferentes lugares de la provincia. Eudosia Villavilla , por entonces maestra nacional en Villaluenga de la Sagra, la organizó en esa localidad. El monto total de esta benéfica iniciativa alcanzó las veintiocho mil pesetas y en diciembre una delegación municipal de Toledo entregaba en el campamento de Nador el vehículo adquirido.

Apenas habían transcurrido tres meses, cuando, el 20 de marzo de 1922, en el Teatro de la Princesa de Madrid y organizado por notables representantes de la aristocracia madrileña (las duquesas de Maqueda, Hernani y Santángelo , las marquesas de Aranda y Espejo y la señorita María Barón), se puso en escena la obra «Las damas de la Cruz Roja» que Eudosia había escrito en homenaje a estas enfermeras. El texto, un entremés dedicado a la reina Victoria Eugenia en reconocimiento por su impulso a la creación y desarrollo de la rama femenina en la organización humanitaria, narraba los pesares y trabajo asistencial de tres enfermeras -Laura, Victoria y Celia- en el frente de marroquí.

Según Pilar Nieva de Paz , en su libro «Autoras dramáticas españolas entre 1918 y 1936», el texto de Villalvilla se encuadra dentro de las corrientes pacifistas de la época, indicando que dicho concepto político se asociaba frecuentemente con el movimiento feminista y que la obra de la maestra toledana constituía un verdadero alegato contra la violencia y la muerte asociadas a la guerra. Así, en uno de las escenas de la obra, tras leer varias cartas de madres de soldados interesándose por la suerte de sus hijos, una de las enfermeras protagonistas exclama: «¡Maldita guerra! Dios mío, qué inhumanos son los hombres que las guerras promueven, y si es verdad lo que se dice que sólo por intereses mezquinos son promovidas, yo mujer que dedico mi vida a quitar vidas a la muerte, juro que clavaría con saña un puñal en el corazón de esos seres ruines que lanzan a los pueblos al dolor y a la miseria».

La representación contó con la participación de las niñas Soledad y Pilar Zazo, Ángeles Aguado, Victoria Berrio, Filomena Sánchez y Ángeles Conejo , alumnas de Eudosia en el colegio de Villaluenga. En el festival participaron también conocidos nombres de la escena madrileña, destacando la cantante Ofelia Nieto , los actores María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza y el violinista Carlos Sedano . El acto, al que asistieron representantes de la Diputación de Toledo y de algunos ayuntamientos de la provincia, tuvo unos beneficios de 4.000 pesetas, que fueron entregadas a la reina con destino a la Cruz Roja. En la prensa de la época se valoró positivamente la participación en el evento de Eudosia y sus alumnas. Elogios que en las páginas de «Blanco y Negro» elevaban su tono hasta afirmar que la escritora toledana estaba «dotada por Dios con temple de heroína y corazón de santa».

Alineada con el Directorio de Primo de Rivera, Villalvilla colaboraba asiduamente con el diario católico «El Castellano», no eludiendo afrontar aspectos diversos de la política nacional, como la cuestión catalana, posicionándose frente a quienes, ya entonces, arguían las tesis separatistas y defendiendo la españolidad de aquellas provincias, o postulando que en las escuelas se procediese todos los días, antes de iniciarse las clases, a izar la bandera nacional, entonando los niños cánticos patrióticos.

Su interés por la escritura le llevó a dirigir, en 1928, la revista ilustrada «El Defensor de Toledo», siendo la primera mujer en asumir esa responsabilidad en la prensa provincial.

Eudosia inició la publicación del semanario con una sentida salutación plena de elogios a Alfonso XIII , a la reina Victoria Eugenia y al general Primo de Rivera . De la soberana recordaba su contribución a la Cruz Roja y cuánto los españoles debían a sus damas enfermeras por sus intervenciones en Marruecos. También se dirigía a sus lectores. «Sed tan amigos de él [escribía refiriéndose a “El Defensor”] como él desea serlo vuestro, y procurad que sea leído y propagado, para que, de este modo, unidos espiritualmente y compenetrados por los mismos sentimientos, podamos estrechar nuestros lazos de amistad y podamos establecer una verdadera y fuerte defensa de los intereses morales y materiales de Toledo y su provincia». Para ese empeño, invitaba a los toledanos a pasarse por la redacción del semanario, en el número siete de la Cuesta de la Ciudad, para exponer cuantas cuestiones quisieran comunicarles.

Aunque la revista tenía numerosas inserciones publicitarias de los principales comercios de la ciudad y su precio era muy económico, diez céntimos, su duración fue efímera. En las colecciones hemerográficas solamente se conservan sus dos primeros números. El contenido de los mismos es bastante variado, abordando artículos y textos relacionados con arte, teatro, crónica social, deporte, toros, leyendas, poesía o cine, ilustrados con numerosas fotografías de personajes públicos toledanos de la época.

En el segundo de sus números, a modo de folletón comenzó a publicarse una novela de la propia Eudosia: «Realidades. Una flor más». Aparte de las obras ya citadas, también fue autora de otro texto literario, «Gloria tardía», novela que durante el verano de 1928 fue puesto a la venta en las librerías de Gómez-Menor y González-Carpio , en la calle del Comercio, al precio de dos pesetas.

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