ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Encuentros de Dionisio Cañas con el «amigo» americano de Lorca

Philips Cummings fue amante del poeta granadino

Dionisio Cañas y Philip Cummings en Woodstock, Estados Unidos, en 1986

POR AMADOR PALACIOS

Dionisio Cañas (Tomelloso, 1949) siempre ha mostrado interés por los poetas hispanos que, seducidos por la gran metrópoli, han escrito sobre Nueva York. En su profuso y fecundo estudio El poeta y la ciudad (Nueva York y los escritores hispanos ), publicado en 1994, aborda especialmente el acercamiento de los autores de habla española (insistiendo en José Martí, Federico García Lorca y Manuel Ramos Otero) que han asimilado el alma de la inmensa urbe. Dionisio Cañas, al escribir este libro, jugó con la ventaja de que su ya larga permanencia en la Gran Manzana (llevaba entonces residiendo allí más de veinte años) aseguraba un denso y afianzado conocimiento.

En todo momento Cañas se ha sentido atraído por Poeta en Nueva York de Lorca . Su libro El fin de las razas felices, publicado en 1987, plantea la visión de una Nueva York apocalíptica. Fue escrito enteramente en el bar McCarthy´s . Dionisio vivía entonces cerca de ese «antro», en la calle Perry del West Village, dentro de una estrechísima habitación que le alquiló el quisquilloso escritor alemán Richard Plant. Rebosante de libros, el cuarto sólo contenía una cama, una silla y una mesa y difícilmente se abría a una pequeña ventana que daba a un lóbrego patio interior. Sentía tal impresión de claustrofobia que nuestro poeta pasaba la mayor parte de su tiempo en el McCarthy´s , no sólo escribiendo. Lo que le ayudó a conformar una escritura que exhalaba tan exacerbada visión de la ciudad. El fin de las razas felices no es una imitatio del poemario lorquiano, pero lo cierto es que buena parte de la crítica de aquel momento los emparejó. Se ha de tener en cuenta que Lorca no fue más que un turista en Nueva York y Dionisio Cañas ciudadano largo tiempo censado.

Pasaporte de García Lorca para viajar a Nueva York

García Lorca viajó a la ciudad de los rascacielos en agosto de 1929 y desde allí se trasladó hasta las orillas del lago Eden para pasar diez días en la cabaña de su amigo el también escritor Philip Cummings (1906-1991) , quien en esas jornadas tradujo el Cancionero de Lorca al inglés. La parte IV de Poeta en Nueva York, «Poemas del lago Eden Mills», está inspirada por esa estancia. Pero la relación de Lorca con Cummings se ha rodeado siempre de una incomprensible aureola enigmática, repleta de prejuicios y absurdos ocultamientos. Incluso el buen escritor «cotilla» Ian Gibson se ha mostrado parco al hablar de esta relación.

Dionisio Cañas en 1987 escribiendo en el bar McCarthy's de Nueva York

Lo cierto es que el americano viajaba con frecuencia a Madrid, desde 1927, y también se alojaba en la Residencia de Estudiantes. En el verano de 1928 es cuando conoce a Federico. Viajan juntos a Granada e Irún. Los años siguientes al viaje de Lorca a EE.UU., Cummings sigue viniendo a España y continúan viéndose. Philip confesó a Dionisio que la primera vez que se acostaron fue en la Residencia de Estudiantes, en el cuarto de Cummings . El cebo fue que le dijo a Lorca que subiera a su habitación para enseñarle unas fotos de Vermont, pasando de inmediato a tener una relación sexual. En el verano de 1934 se ven por última vez. Lorca le ruega a Cummings que no le escriba más porque sabe que le están abriendo su correspondencia. En ese momento se vive la represión del llamado Bienio Negro.

Federico García Lorca y Philip Cummings en 1929

Dionisio Cañas se intrigó por el misterio que rodeaba al personaje y se propuso encontrarlo. En noviembre del 85 viajó desde Nueva York al estado de Vermont y dio con él . Como escribió días después en El País , halló a un hombre vigoroso de 74 años, de «hermoso pelo blanco, una cara cordial y unos ojos vivaces». Vivía en una granja del siglo XVIII rodeado de animales y árboles, siendo amante del buen comer , buen beber, de la música clásica y los buenos libros. No pasaron tres meses cuando Dionisio Cañas estaba de nuevo en Woodstock, otra vez en casa de Cummings. Un fructífero encuentro, pues en esos días ambos se afanaron en reconstruir la cronología de esos viajes. Dionisio «in situ» escribió un diario en torno a esa gozosa estancia, además de un par de poemas . No faltando los deliciosos «martinis» preparados por Cummings. Existe una correspondencia de más de veinte cartas que Philip escribió a su joven amigo español , redactadas en un incorrecto pero gracioso castellano, donde Cummings le habla mal de Dalí, muy bien de Alberti y fatal de los hermanos Rosales: «El bendito Jesús tuvo su Judas y Federico los Rosales».

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