Diario de un jubilado en Nueva York (47): Fotografía en blanco y negro

La de los lazos , dos mariposas atadas en una cabecita dura, toca con la mano derecha el collar de su madre y posa la izquierda en su hermano, medio rubio , narizotas, ojos de almendra y un hoyito en la barbilla que todavía le dura. Es el segundón… y le gusta en las tardes de verano mirar cómo las golondrinas cosen con sus chillidos la torre de la iglesia de su barrio . La de los lazos, cabeza dura porque con tan solo con un año de edad, al ver a la chica que ayudaba en casa caminando por la calle, metió esa cabecita dura entre los barrotes del balcón para ir a reunirse con ella.

La madre tiene unos ojos luminosos , el pelo ondulado que conservó hasta el final de sus días: mira con una leve sonrisa, sin saber que todavía su vida, como madre, estaba a medio camino y vendrían otros cuatro hijos . Apoyado en el hombro del padre el tercero , con un gesto entre tímido y astuto. Delante, con una mirada curiosa y rostro serio, haciéndose el interesante, el guapo del grupo, está el primogénito , que tiene a su derecha al segundón, de mirada blanda y ademán de barro. El padre, apenas si treinta años, una torre de pode r, un árbol de mando, una mirada convincente y un bigote autoritario, lleva en la solapa del traje cruzado la insignia de Acción Católica.

Seis personajes con un telón de fondo que miran a la cámara y nos miran a nosotro s; seis historias, seis vidas y seis mundos. Han pasado casi setenta años y el tiempo ha intentado oscurecer la imagen acuchillando con la navaja del olvido rostros y vestimentas.

Otra navaja cortó las vidas de las dos figuras laterales que eran las columnas que mantenían a la familia . Aquí queda parte de la historia de un grupo en una fotografía en blanco y negro. Cuando habían nacido los tres hijos, alguien dijo que necesitaban la madrina para completar la cuadrilla. Esa cuadrilla que ahora está lidiando con el negro toro de la muerte.