Diario de un jubilado en Nueva York (32): Volver a casa

Después de ir al norte de la bruma luminosa , al este de las ramblas y extasiarte con la magia del sur, llegas al lugar de donde eres y reconoces la sombra de la torre y el chillido metálico de las golondrinas , que, enloquecidas, intentan la cuadratura del círculo. Te pierdes en el laberinto de la piedra y pasas por cobertizos, claustros y patios y reflejas tu temblor en el azulejo del olvido.

Oyes, asomado al moribundo Tajo , a su paso por el Paseo del Tránsito, el ruido de tu infancia donde oliste el perfume de la rosa sin perfume.

Cuentas los rostros que se van convirtiendo en piedra, los abrazos que te llenan de vida y los adioses que te llenan de muerte .

Has vuelto a tu casa: has vuelto a Toledo.