Carlos Rodrigo

La pirita de los días

«Si algo nos están mostrando estos tiempos es nuestra fragilidad y nuestra ignorancia»

POR CARLOS RODRIGO

Me gusta hojear los libros de texto de mi adolescencia , por aquello de recordar la de cosas que sabíamos con catorce años, y contrastar lo poco que sabemos ahora, y también por aparentar que uno está cultivado cuando los hijos le plantean dudas incómodas. Tú simulas que lo sabes todo, como buen padre que se precie, y ellos simulan creerte para que les dejes la Play . Un crimen perfecto y aparentemente incruento.

Quizá mi nueva afición se deba a que el deshielo no ha sido tan divertido como la nieve . La nieve había blanqueado la realidad por unos días. Una distracción que como broma estuvo bien para un rato, hasta que acabó por convertirse en un mal menor que sirvió de triste paréntesis para el mal mayor que no cesa.

Un paréntesis que ha dejado un reguero de montañas negras de hielo que se acabarán yendo por el desagüe; pero sobre todo, un paréntesis que ha dejado un desolador rastro de árboles tristes y doblados, cuando no directamente fracturados y muertos, que ojalá nos sirva para darle a los parques y jardines una importancia y un mimo que nunca le hemos dado, quizá por ignorancia, quizá porque uno no valora lo que parece que siempre estuvo allí, lo que es una forma más refinada de ignorancia.

El deshielo ha traído más lluvias dentro de los trabajos que fuera de las oficinas ; el deshielo ha traído resbalones a traición, edificios llorosos y hasta edificios que se han volatilizado, porque al igual que la nieve sirve para que jueguen lo niños, el deshielo sirve para que los adultos dudemos y tropecemos cuando no pisamos fuerte.

Si algo nos están mostrando estos tiempos, aunque nos empeñemos en no aprenderlo ni asimilarlo, es nuestra fragilidad y nuestra ignorancia, porque que nos organizamos bastante regular tirando a mal, que nos saltamos las colas, algunos hasta el sonrojo, y que nos creemos más listos de lo que somos , ya lo sabíamos.

En mi labor (h)ojeadora ahora ando con los minerales. Reconozco que solo había retenido, en aquellos a veces maravillosos, a veces horribles años (tampoco hay que idealizar, lo único cierto de cualquier tiempo pasado es que fue anterior) de eso que llamábamos Naturales , era que el granito está compuesto por cuarzo, feldespato y mica.

Y aunque soy de los que creía que la Geología no era una ciencia real, y que saberse la dureza de la calcopirita no era un dato digno de ser retenido por mi hipocampo, confieso que me he caído del guindo repasando las características de los minerales, y que he recopilado más sabiduría y poesía en una página del libro de Ciencias que en todos los memes , declaraciones, odas a la falta de criterio, anticipación y escaqueos públicos más o menos abochornantes que he leído y no he leído últimamente.

He descubierto que lo contrario de duro es blando, que lo contrario de tenaz es frágil . Y que cuando nos partimos nos podemos romper de manera irregular, o simplemente exfoliarnos de un modo extremadamente claro y preciso.

La dureza es la resistencia a ser rayados y ciertamente llevamos demasiado tiempo muy rayados, sin referentes fiables, oyendo lo mismo y lo contrario , con sesenta varas de medir, y claro, ya nos hemos apretado las orejeras, nos hemos programado en código supervivencia y nos hemos ajustado el chubasquero en modo slim fit.

Esperamos a que pase el chaparrón, pero sin ya atender demasiado a externos, porque obviamente como los gurús y expertos del todo a cien pontifican cada día una cosa y mañana la contraria, a veces aciertan, aunque sea por un rato, y eso les hace sacar pecho mezquinamente. Así que no es de extrañar que nuestra piel antipapanatas tenga un nivel de dureza uno y ya apenas se raye con una uña.

La tenacidad es la resistencia a rompernos, y de la tensión acumulada tenemos el cuerpo tan duro que cualquier golpe nos produce fractura . No podemos evitar quebrarnos, y me temo que cada vez nos rompemos más en mil pedazos, en añicos que no hay dios que reorganice y pegue.

No como esa bendita calcopirita que hasta hace dos días ninguneaba, y que a día de hoy me tiene loco de amor y no dejo de pensar en ella, porque cada vez que la meten caña se exfolia en varios cubos mucho más hermosos y difíciles de destruir que el original. Igualito que nosotros y nuestra añorada sociedad…

Será por eso que últimamente estoy muy sensible, sensitivo que dicen los anglos, y me he comprado una caja de minerales.

Será por eso que regaño vehementemente a mi hijo porque me ha dicho que la pirita tiene un nivel de dureza cuatro, cuando debería tatuar en su dichoso hipocampo que tiene un nivel seis según la escala de Mosh, y que no se raya ni con una púa de acero porque es el Superman de los minerales.

Será por eso que le llamo «Ignorante» mientras, con muy buen criterio por su parte, el chaval le hace una disimulada y caritativa seña con la mirada a su hermana, que venía armada con su libro de Física, para que salga sigilosamente del salón, para que bajo ningún concepto me mire a los ojos, y para que aparque esa envenenada y perfectamente inútil pregunta que me trae sobre ohmios y amperios a la espera de tiempos mejores.

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