ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA
Ángel Crespo, traductor de Pavese
El poeta manchego realizó la primera traducción al español de «El oficio de vivir»
Ángel Crespo (Ciudad Real, 1926-Barcelona, 1995), al referirse al complejo y eficaz arte de la traducción afirmaba que «el ideal de la auténtica traducción literaria es la incorporación a la literatura de la lengua de llegada de la imitación de las obras de partida, lo que supone, caso de conseguirlo, un enriquecimiento de la primera de ellas». Él fue, además de un excelente y cuidadoso poeta, un magnífico traductor. La obra de Pessoa, Guimarães Rosa, Dante, Petrarca, Casanova, aparte de otros autores de estas dos lenguas, portuguesa e italiana, y de otras (latina, retorromana, francesa, inglesa), están vertidos al español por la sabia pluma restauradora de Crespo.
Este ámbito de trasvase idiomático mucho le seducía al vate manchego . Quizá el territorio que más apreciaba era el muy fértil italiano. No en vano en el primer verso del poema titulado oportunamente «Una patria se elige» exclama: «Mi otra patria es Italia». Tradujo al español, impecablemente, la Comedia dantesca (por ello fue condecorado en Florencia), el Cancionero de Petrarca, las Memorias de España de Casanova y el portentoso diario de Cesare Pavese El oficio de vivir , realizando la primera traducción al español de esa magna obra del italiano. Ya en el prólogo corrobora que todo traductor ha de ser, antes que nada, un atento lector.
Pavese es una de las grandes figuras , no sólo de la literatura italiana, sino de la europea y la mundial. De él es uno de los versos más célebres contenidos en la poesía universal: «Verrà la morte e avrà i tuoi occhi» ( «Vendrá la muerte y tendrá tus ojos» ), «esta muerte que nos acompaña / desde el alba a la noche, insomne, / sorda, como un viejo remordimiento / o un absurdo defecto». (Trad. De José Agustín Goytisolo). Pavese siempre tuvo tendencias suicidas. Su vida se acabó cuando ingirió nada menos que dieciséis tubos de somníferos.
Viviendo casi siempre en Turín, fue perseguido por el régimen fascista, confinado en Brancaleone, un pueblecito de Calabria. Fue un acreditado traductor y se ganó la vida colaborando con la editorial Enaudi. Tuvo grandes desengaños amorosos que le fueron fatales . Notable es su poesía, su narrativa y este trascendental diario que Crespo nos traduce, transformando en primoroso castellano la original lucidez verbal de Pavese: «La admiración por un gran pasaje de poesía no lo es nunca por su sorprendente maestría, sino por la novedad del descubrimiento que contiene».
Visitando hace poco Turín, quise ver la habitación del hotel Roma donde Pavese se suicidó el 27 de agosto de 1950 . En la recepción me dijeron que ese cuarto estaba ocupado . Me extrañó que ese habitáculo se siguiese alquilando y no se exhibiese, exento, como homenaje a la eximia figura.
Volví a los dos días y la respuesta del recepcionista fue la misma. Envié unos wasaps, con fotos de los conservados salones, a algunos amigos comentándoles el asunto. El ingenioso poeta Santiago Ramos así me contestó: «¿La habitación ocupada? ¿Por el cadáver de Pavese?».
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