El Seminario de Toledo arranca un nuevo curso con el objetivo de fomentar las vocaciones

«Todos nos tenemos que involucrar porque necesitamos la gracia divina», dice el arzobispo en su carta pastoral

El arzobispo, en el centro, fue el encargado de presidir la apertura del nuevo curso en el Seminario ABC

ABC

El arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, ha abierto este lunes el curso académico del Seminario de Toledo. Tras la celebración de la eucaristía, a la que han asistido alumnos y profesores de esta institución educativa en el ámbito teológico, se ha celebrado el acto cuya ponencia inaugural ha corrido a cargo del sacerdote José María Alsina Casanova. Con este acto comienza un nuevo curso en el Seminario toledano, adscrito académicamente a la Universidad San Dámaso de Madrid, cuyo rector, Javier María Prades , también ha participado en la ceremonia, así como los rectores de los seminarios mayor y menor, Álvaro García y Juan Félix Gallego , respectivamente; y los responsables del Instituto Superior de Estudios Teológicos San Ildefonso y del Instituto Superior de Ciencias Religiosas Santa María de Toledo, Francisco María Fernández y Emilio Tacero, entre otros, como el arzobispo emérito de Toledo, Braulio Rodríguez y el concejal de Cultura de Toledo, Teo García.

Braulio Rodríguez, arzobispo emérito, ha asistido al acto H. FRAILE

Con motivo del inicio del curso en los Seminarios Diocesanos, el arzobispo ha publicado una nueva carta sobre la Pastoral Vocacional, y con un texto bajo el título ‘Le hablaré al corazón’, en el que ha elevado una serie de propuestas para fomentar la vocación, como cuidar la cantera de monaguillos o pedir a los profesores de Religión en centros públicos que promuevan las vocaciones.

Dar «primacía» a la oración es una de las propuestas del arzobispo en su carta pastoral, a la que añade «organizar actividades y poner en funcionamiento planes con multitudinarias convocatorias» desde la oración. Cuidar la figura del Seminario como «corazón de una diócesis y motor que bombea esperanza a toda la iglesia» es otra de las premisas.

A esto suma que el planteamiento vocacional «debería ser eje trasversal de las distintas iniciativas y materiales que las delegaciones y secretariados promueven y preparan, e incluso en los medios de comunicación social».

«Todos nos tenemos que involucrar, porque necesitamos de la gracia divina, de los sacramentos y, por tanto, de celosos sacerdotes que muestren a qué sabe el amor de Dios», asegura Cerro Chaves.

Igualmente, el arzobispo pide «orar» para pedir que sigan habiendo donaciones, de manera que «el Señor siga bendiciendo con numerosas vocaciones y con personas generosas que sostengan económicamente a aquellos candidatos que, por diversas circunstancias, no pueden costear sus estudios».

Apuesta además por el contacto entre Seminario y familias, parroquias, movimientos y colegios de manera frecuente, por lo que propone impulsar las visitas.

Cuidar la oración personal y familiar figura entre las propuestas de un arzobispo que aprovecha esta carta pastoral para agradecer a los padres de los sacerdotes por apoyar a sus hijos «en el seguimiento de Cristo».

H. FRAILE

Más monaguillos

Para Francisco Cerro Chaves, «es urgente recuperar y revitalizar las parroquias» con grupos de monaguillos. «Si no cuidamos esta cantera vocacional se lo ponemos difícil al Señor. La experiencia nos dice que, si hay monaguillos, en contacto con el Señor y con sacerdotes fervorosos y entregados, hay vocaciones», ha apuntado.

Por ello, la creación de grupos de monaguillos y el cuidado de estos chicos y sus familias «debe ser una tarea prioritaria en la parroquia, de modo que, por medio de la formación y la introducción en la vida de oración, aquellos no se limitaran solo a desempeñar, de modo material, el servicio del Altar, sino que encontraran su sentido y cohesión, su alma, en el encuentro y la relación de amistad con Cristo, con la ayuda y la mediación de los sacerdotes».

Confía el obispo en su escrito, de otro lado, en la Primera Comunión y en la Confirmación para, «pese a las dificultades propias de la adolescencia», conseguir «ayudar a los chicos a encontrar en Cristo el sentido de la vida». Para que esta propuesta vocacional no sea algo artificial «es necesario cultivar en los niños y jóvenes acompañamiento espiritual y vida de oración».

Francisco Cerro Chavez a provecha el texto para «revalorizar en los sacerdotes el servicio oculto en las parroquias que, en ocasiones, puede llegar a convertirse en una verdadera cruz para muchos, el despacho parroquial con todo lo que implica», como son las cuentas, los libros parroquiales, sus copias o la burocracia administrativa.

De otra parte, asegura que la sensibilidad vocacional debe estar presente en todos los docentes de los centros. «La vocación sacerdotal nos afecta a todos y, por tanto, todos debemos estar atentos a los indicios vocacionales que un alumno pueda manifestar».

En este sentido, asegura que la labor de los profesores de Religión en centros públicos «puede ser fundamental en el ámbito vocacional». «Animo a todos los maestros y profesores cristianos a una participación activa en la promoción de vocaciones sacerdotales a través de la propuesta y la escucha. No debe existir ningún temor en proponer directamente a una persona joven o menos joven la llamada del Señor».

H. FRAILE
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