Santiago Sastre
Sobre la Vega Baja
«La gran preocupación es la posibilidad de realizar edificaciones que recorten y afeen el yacimiento»
Últimamente hemos oído dos expresiones desafortunadas: la de que en la Vega Baja hay cuatro zanjas y dos monedas y que algunos creen que esa zona se extiende desde la Puerta de Bisagra hasta el puente de la Puebla de Montalbán. Lo primero que llama la atención es que no haya una información relevante sobre el yacimiento de Vega Baja. Me refiero a estudios concretos, en especial de historiadores y, sobre todo, de los arqueólogos que han trabajado allí, que pongan de relieve el carácter valioso del yacimiento. Desde luego que su actual estado de abandono no contribuye a eso.
Otra cuestión es delimitar la zona con restos arqueológicos. Es verdad que hay una parte protegida, pero los restos se extienden más allá de la carretera, hacia la Peraleda y hacia donde se quiere hacer el nuevo cuartel de la guardia civil. Si se construyera el nuevo cuartel resulta que estaría limitado por arriba (hay que proteger el paisaje y la vista de la ciudad), por abajo (debería salvaguardar los restos que hay con certeza) y, lo peor, haría más pequeño el yacimiento (y nos pasaría como con el circo romano: si lo empequeñecemos, al final no resultará tan interesante para quienes nos visitan).
Es una buena noticia la elaboración de un plan especial de Vega Baja, asesorado por expertos e historiadores, aunque se quiere hacer en poco tiempo. La gran preocupación es la posibilidad de realizar edificaciones en la zona, como esos bloques tan feos levantados al lado del circo romano (y supongo que con la extraña aquiescencia de arqueólogos). El peligro es construir en zonas que recorten y afeen el yacimiento (por ejemplo, cerca del circo romano y del cristo de la vega). Por eso hay que contener los intereses de los constructores, sobre todo porque hay otras zonas donde construir y porque se trata nada más y nada menos que de un yacimiento único en Europa. De nosotros depende ahora su conservación o volver a hacer una gran chapuza como la que se realizó con nuestro circo romano rompiéndolo con una carretera y con un colegio y un restaurante y otras construcciones a los lados. Los visigodos pertenecían a los pueblos bárbaros (aunque el término hacía referencia a su condición de extranjeros que atacaron el Imperio romano). El peligro ahora es que los bárbaros podemos ser nosotros con nuestras edificaciones y nuestra falta de sensibilidad y de previsión. Espero que no sea así.
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