Santiago Sastre

Para adentrarse en un bosque

Libros de Enrique García y Federico Gallego Ripoll sobre el mundo vegetal

POR SANTIAGO SASTRE

El mundo vegetal siempre ha sido visto como el ámbito más primario de la vida en cuanto las plantas carecen de conocimiento sensible y desplazamiento (frente a los animales) y de conocimiento intelectual y voluntad (frente los seres humanos). Así lo sostenía Aristóteles. Pero ha llovido mucho desde entonces. Sabemos que son fundamentales para nuestra dieta y para la oxigenación del aire , y nos maravilla su sistema de vida (sobre todo que fabriquen sus alimento). Hoy se habla mucho de que tienen algún tipo de sensibilidad (pese a que no cuentan con un sistema nervioso) y que reaccionan ante ciertos estímulos. En definitiva ya no son tan pasivas como se las veía antes.

El rey del mundo vegetal quizá sea el árbol , por su majestuosidad, su permanencia, su complejidad. Cada vez se valora más vivir rodeados de árboles. Cualquier ciudad debe vigilar con lupa sus jardines y su masa arbórea, porque constituyen un elemento fundamental para la vida. Después de la Filomena y la Dana han sufrido mucho y es necesario revisar su estado y contar con un plan que no solo mantenga los árboles que tenemos (con una política de ¡ni uno menos!) sino que los incremente.

Digo todo esto al hilo de dos libros maravillosos que han aparecido recientemente que nos hacen pensar en la enorme valía de los árboles y las plantas. El primero es el del ingeniero y naturalista Enrique García. Enrique García , que por cierto está desarrollando una excelente labor al frente del centro cultural san Clemente en Toledo promoviendo muchas actividades y exposiciones, ha publicado el volumen 'La inteligencia de los bosques' , en el que indaga en las relaciones de los árboles entre ellos y con otros seres vivos que los rodean. Trata de acercarnos al ecosistema de los bosques, que constituyen una población llena de vida y camaradería, y abrirnos los ojos a un montón de aspectos que nos suelen pasar desapercibidos.

El otro libro es el poemario 'Jardín Botánico' del poeta Federico Gallego Ripol l, uno de los mejores poetas de Castilla-La Mancha (nació en Manzanares). Es un libro editado con mucho mimo (que incluye dibujos del autor), compuesto de poemas medidos (sobre todo heptasílabos y endecasílabos) para conseguir el ritmo, con una estructura desarrollada en siete partes: antes de entrar al jardín, el sendero, la umbría, el laberinto, los árboles y plantas, el estanque y la claridad. No es una poesía a la que acercarse desde el comprender, sino desde ese temblor emocional que produce el lenguaje poético. El primer poema es ya una declaración de principios. 'Yo quiero ser feliz/como el árbol que tiene/tierra justa para crecer,/agua bastante,/aire sobre sus ramas/y, en ellas, trinos;/y quien busque a su sombra/la levedad de un sueño'.

En sus versos el poeta insiste en que es el amor el que nos mantiene erguidos como los árboles; un árbol es capaz de grabar en tu corteza una frase amorosa; si somos madera estamos hechos de astillas; con Jorge Manrique recalca que nuestras vidas son ríos y propone el verbo riar: hacernos río; canta la humildad de la retama; la necesidad de la luz para no morir antes de tiempo. Insiste en que pasan los años 'y no me sé morir'; nos anima a asumir que crecen pájaros en las raíces; los árboles hablan y dentro de ellos hay tanta vida que podemos encontrar el mar, niños y grumos de savia; la eternidad consiste es arroparse en el amor; la esperanza es siempre un pájaro que canta. Defiende que la poesía es pedir no morir pero de forma bella. Al final del libro hay un homenaje al poeta Ángel Crespo .

Otoño es un tiempo propicio para adentrarse en los bosques , ahora que los árboles de hoja caduca empiezan a desnudarse. El libro de Enrique García nos invita a mirar los bosques desde un punto de vista científico (desde la ecología y la biología), y Federico Gallego Ripoll a verlos desde el lenguaje poético, sintiéndonos árbol que necesita vivir en un bosque. Hacía tiempo que no leía un poemario tan bien escrito, con imágenes tan poderosas, con tanta fuerza y tan trabajado. Para disfrutar de un bosque se necesita una mirada atenta y sin duda también la poesía, que nos ayuda a ver más allá de lo que se nos ofrece ante los ojos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación