Santiago Sastre
Por fin la Navidad
«Es ella la que nos va a salvar, porque nos trae su mensaje de amor cuando más lo necesitamos»
Nos viene muy bien a todos que llegue la Navidad. Será una Navidad diferente , sí, pero su luz y su emoción nos ayudará en estos momentos tan extraños que nos toca vivir. No se debe hablar de salvar la Navidad (que suena a que hay que mantener en pie lo que la Navidad tiene de negocio) sino al revés: es la Navidad la que nos va a salvar, porque nos trae su mensaje de amor cuando más lo necesitamos.
El coronavirus nos ha abierto los ojos a muchas cosas . Por ejemplo a ser más conscientes de la fragilidad de la vida. A reubicar en la jerarquía de valores la relevancia de la familia . A ver que la vida tiene muchas curvas y que en una de ellas nos pueden cambiar nuestras circunstancias de arriba abajo. Desde luego que es necesario invertir y proteger la sanidad pública (y no desmantelarla para que se convierta en un negocio privado). Por supuesto que hay que cuidar a los más débiles, como los niños, los discapacitados, los enfermos y los ancianos. ¡Cuánto están sufriendo! Y todos conocemos a personas que han caído en una situación de pobreza y requieren una ayuda solidaria (sin esperar a que la solución venga del ámbito público: sino de ti, de tus bolsillos). Y es indudable que todos tenemos responsabilidad en la tarea de evitar la propagación del virus siguiendo las directrices de las autoridades.
La Navidad nos ayuda a sentirnos pertenecientes a la gran familia humana , o al menos de los que nos rodean. Si la Navidad es la celebración del nacimiento de Jesucristo es porque Dios quiso meterse de lleno en la vida de los hombres y para eso decidió tener una familia. Hoy más nunca necesitamos que venga la Navidad a los hogares, poner el Belén y los adornos. No hubiera estado mal, por cierto, que se hubiera reducido el presupuesto de la iluminación navideña (¡más de doscientos mil euros!) y que se hubiese destinado a las familias desfavorecidas, ahora que vemos que regresan las colas del hambre . Quizá esta medida fuese impopular o diese menos votos, claro, pero es más más eficaz y solidaria.
La Navidad también nos ayudará a reducir el exceso de conflictivismo político que vivimos , con tantas críticas entre los de un partido y de otro. Ahora la Navidad nos invita a la cercanía, a ver que quienes no piensan como nosotros no son nuestros enemigos y que la vida se enriquece cuando reina el pluralismo. T odos deseamos que vengan ya los Reyes Magos con la vacuna bajo el brazo . Por cierto, los niños lo han pasado tan mal este año que sería partidario de mantener la Cabalgata de Reyes en otro formato : sus majestades de Oriente podrían recorrer las calles de Toledo en coches abiertos, de modo que muchos pudiesen asomarse a las ventanas para verlos (esas ventanas a las que hasta hace poco nos asomábamos a aplaudir). Cambiaríamos el gasto de caramelos por el de gasolina. ¿Por qué no?
Termino como empecé: no es cuestión de salvar la Navidad; al revés, la Navidad viene en nuestro auxilio para hacernos mejores . No es una Navidad más, sino la Navidad de la mascarilla y la ausencia de abrazos, de la distancia y las limitaciones. Todos tenemos una sed interior que nos hace desear ser amados por encima de todo. Y es ese deseo, como dice el poeta Luis Rosales, el que nos alumbra en medio de la oscuridad. Gracias a Dios llega la Navidad. Y la Navidad es encender la luz del amor , que viene de lo alto para que también nosotros nos amemos aquí, en lo bajo. Feliz Navidad.