Santiago Sastre
El vil metal
«Cada uno debe saber cómo conseguir y gastar su dinero, pero otro cantar es el dinero público»
Entre las referencias al dinero me gusta citar la célebre canción de Pink Floyd y la de Obús. También el lagarto de la peli de Almodóvar ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, que se llama Dinero en honor al color del billete de mil pesetas. Y, por supuesto, el célebre poema de Quevedo en el que se afirma que el dinero es un señor muy poderoso. El dinero sirve para comprar, para ahorrar e indica el valor de las cosas (nunca de las personas, porque no tienen precio, sino dignidad). Algún psicólogo insiste que lo único que en realidad necesitamos es comer, beber y un sitio donde estar. Quizá estos tres elementos constituyen las necesidades más básicas del ser humano. Cada uno debe saber cómo conseguir y gastar su dinero. Pero otro cantar es el dinero público, que llega a las arcas de las Administraciones públicas.
No se debe decir que el dinero público no es de nadie : sí es de alguien, de los ciudadanos que han aportado ese capital y que en cierta medida esperan que repercuta en el bienestar de ellos. Estamos hartos de ver cómo algunos políticos o cargos públicos usan el dinero público para sus asuntos personales, que deberían pagar de su bolsillo, no con la famosa tarjeta que se les asigna para los gastos relacionados con el desempeño de su cargo. El último caso que ha salido a la palestra es el de Ignacio Villa , antiguo director de la televisión regional, que según el Tribunal de Cuentas debe devolver casi setenta mil euros, porque pagó con dinero público gastos (del tipo comilonas, cenas y hoteles) que no tenían nada que ver con su trabajo. Para evitar todo esto se necesita vigilancia y normas y todo lo que queramos. Pero sobre todo diría que dos cosas: transparencia, que es algo esencial en una democracia (una dictadura se caracteriza por su opacidad) y algo más difícil: un sentido del deber; es decir, que el político tengo algún tipo de moral que le haga ver que eso está mal . O sea, casi un milagro.
Hay otro gasto que estos días me ha llamado la atención: el del catering que piden algunos grupos musicales que actuarán en las ferias de Toledo . Alguien me dirá que es normal y que todos lo hacen. No lo sé, no he podido comprobarlo. Pero no solo me parece excesivo, sino incluso poco moral. ¿Por qué? Muchos piden un montonazo de alcohol (en concreto güisqui, ginebra, cerveza, vino tinto e incluso cava), ¿esto significa que lo tomarán antes, durante o después del espectáculo? Si lo toman antes o durante entonces se trata de un espectáculo lastrado ya por la embriaguez. Me parece de todas formas que es un mal ejemplo. Y si lo hacen, pienso que deberían pagarlo de su bolsillo , porque ya bastante se les abona por su actuación como para pagarles también sus caprichos alcohólicos.
Y ha habido otro gasto que tampoco me ha gustado porque me parece excesivo: el del espectáculo de luz y sonido con motivo del centenario del nacimiento de Alfonso X . Se trata de una actividad que supone ¡doscientos mil euros! Es una actividad breve, que pretende congregar gente para ver unas imágenes proyectadas en distintos edificios. Pienso que es mucho arroz para tan poco pollo. En fin, quizá sea que en general no me suelen gustar este tipo de montajes, que veo a veces insustanciales (no aportan nada), de dudosa estética y carísimos.
El dinero es un caballero poderoso que a veces nos convierte en sus súbditos. Hay que poner un especial empeño en el manejo del dinero público . Al dinero se le denomina vil metal, pero en realidad no es algo negativo, depende de cómo se use. Termino con una frase del genial Marx (no del autor de la obra El capital sino de Groucho): ¡Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero… ¡pero cuestan tanto!