Santiago Sastre

Desescalando

"Necesitamos tener fuerzas para volver a una normalidad aún extraña, a un mundo diferente al que dejamos»

POR SANTIAGO SASTRE

Mi primer paseo largo después de la cuarentena ha sido hasta la Vega Baja, acompañando a mi hija, que iba en bici. Atravesé la senda de las moreras, que está algo salvaje por la vegetación. Luego llegué a casa con mucho picor en los ojos por los efectos de la alergia. El campo está desmelenado, con una vegetación abundante debido a las últimas lluvias. Recuerdo que antes, por esta época, iba con amigos al campo a coger espárragos.

Cuando hablo con mis alumnos de la Universidad por internet noto el bajón emocional que tenemos todos . Ni están en condiciones de estudiar ni de recibir clase. La salud física y mental está afectada por esta situación de haber vivido muertes cercanas, problemas económicos (el azote del paro) y la reclusión. Pero hay que salvar el curso como sea y ahora hay que realizar exámenes tipo test (a mí no me gustan nada porque creo que es mejor que el alumno argumente y razone a partir de lo que ha estudiado) en los que el tiempo de respuesta es muy reducido para evitar la picaresca del copión.

La desescalada necesita un rearme de conductas y también moral. De conductas porque se impone el método del tapadillo distante: salir con guantes y mascarilla y mantener la distancia de seguridad entre unos y otros. En relación con la moral, porque necesitamos tener fuerzas para volver a una normalidad aún extraña, a un mundo diferente al que dejamos antes de la cuarentena. Yo creo que todos hemos sido conscientes de nuestra fragilidad . Un simple virus supone una amenaza incluso para la especie humana. La vorágine del día a día a veces nos había cegado ante lo que de verdad importa. Pienso que todos vamos a valorar más la familia y los afectos, la naturaleza, el papel fundamental de la educación, los oficios que han dado la cara en esta crisis (no basta el reconocimiento por su labor, también ¡deben estar bien pagados!), la relevancia de los servicios públicos, la visión del trabajo (no se vive para trabajar) y sobre todo la solidaridad, pues de nosotros depende que el mundo que hay a nuestro alrededor sea más justo, más digno. Tiempo habrá para analizar la gestión de esta crisis (en la que ha habido mucho de improvisación chapucera y una falta de respeto al personal sanitario por no proporcionarle las medidas de protección adecuadas para trabajar, y ahora, qué paradoja, nos salen las mascarillas por las orejas, porque las encontramos en el buzón de nuestras casas). Pero lo importante ahora es dar una solución a lo que tenemos, y no hacer politiqueo.

Dicen los alpinistas que es más peligroso bajar una montaña que subirla, porque después de coronarla se va más confiado. Nos toca ahora un rearme cívico, político y moral para la desescalada , para la bajada al campamento base de la realidad. La situación económica es alarmante y se necesita una respuesta comprometida por parte de la política (yo espero mucho del Ayuntamiento de Toledo cuando ya la política municipal, la más cercana, recobre su iniciativa). También depende de nosotros echar una mano a los que nos rodean. ¿A dónde nos llevaba la locura de sueldos de los futbolistas, los trabajadores de la Banca y de los políticos? A una tremenda desigualdad y a un descontento que propició con fuerza el populismo. Ahora que salimos a la calle debemos sacar también lo mejor de nosotros y sobre todo que esta crisis nos ayude a ver lo que nos une y a humanizarnos más, a ser mejores. Ojalá.

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