La región perdió 4.839 empleados públicos en el segundo semestre de 2016
Toledo, Ciudad Real y Albacete son las provincias donde se ha producido una mayor destrucción de puestos de trabajo en la Función Pública
Castilla-La Mancha perdió en el segundo semestre del pasado año 4.839 empleados públicos según los datos recogidos por el Boletín estadístico del personal al servicio de las Administraciones Públicas a enero de 2017, publicación que edita el Ministerio de Hacienda y Función Pública.
Lejos de revertirse la destrucción de empleo en la Función Pública se constata que la región ha perdido 4,6 trabajadores públicos al día en los últimos ocho años . En la actualidad la comunidad autónoma cuenta con 118.021 adscritos al sector público; Administración Local y Sanidad son los ámbitos más afectados, mientras que la Administración General del Estado y la Administración de la Comunidad Autónoma presentan descensos menos significativos.
La Administración Local supone el porcentaje más alto (-21%) de destrucción de empleo con 8.210 trabajadores menos, seguido por la Sanidad (-5.5%) con 1.435 puestos de trabajo perdidos. En la Universidad de Castilla-La Mancha se constatan 321 empleados menos y 260 en la Administración General del Estado.
La Administración General de la Comunidad Autónoma (personal adscrito a las consejerías y organismos autónomos) ha crecido en 37 personas y la docencia no universitaria ha aumentado en 5.332 , número que corresponde a la contratación de los interinos despedidos en verano siendo Castilla-La Mancha la única comunidad autónoma que continúa con esta práctica.
Por provincias, Toledo es la que mayor número de empleados públicos ha perdido con 1.587; Ciudad Real cuenta 1.556 trabajadores menos; Albacete ha registrado 1.363 personas menos en la Función Pública; en Cuenca se han perdido 167 empleos; en Guadalajara, 166.
Para CSIF, esta disminución del número de empleados públicos supone una merma fundamental en la calidad de los servicios que se prestan a la ciudadanía y muestra asimismo la temporalidad a la que está sujeta la Función Pública en la región. El envejecimiento de las plantillas, deficitarias en número, obliga a realizar una apuesta firme por parte de los representantes políticos para garantizar el sostenimiento del sector público y, en definitiva, de la sociedad de bienestar.
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