Rafael del Cerro Malagón - VIVIR TOLEDO
El palacio de los condes de Oñate en la calle de la Trinidad (I)
Primera entrega sobre el edificio que hoy ocupa la Dirección General de Tributos y Ordenación del Juego en Toledo
La raíz de algunos de nuestros artículos nace de la consulta realizada en los archivos públicos de Toledo cuyos técnicos facilitan el acceso de los fondos disponibles. También, en ocasiones, la fuente es el rico acopio documental del gran toledanista Luis Alba González que, generosamente, nos provee de valiosos retazos gráficos con la vida congelada en frágiles soportes mordidos por el paso del tiempo. Asimismo hemos repasado imágenes de entregados coleccionistas como Francisco de la Torre, Eduardo Sánchez Butragueño, Antonio Pareja o Félix Villasante . En esta ocasión el origen es un testimonio que, por peripecias del destino, ha sobrevivido a un desordenado proceso liquidador. En concreto, nos referimos a un curioso reportaje fotográfico, fechado en 1947, que gracias al académico José Luis Isabel Sánchez hemos conocido y motiva la redacción de dos entregas dedicadas al edificio situado en el número 8 de la calle de la Trinidad, actual sede de la Dirección General de Tributos y Ordenación del Juego a quien también agradecemos el permiso para contrastar algunos detalles de su interior.
Un documento del siglo XVIII refiere que este inmueble, contiguo al convento de Jesús y María , era propiedad de los condes de Oñate con «tres puertas, dos a esta calle» (la Trinidad) y otra a la plazuela del Nuncio, hoy Padre Juan de Mariana. Una antigua fotografía del fondo Luis Alba, conservada en el Archivo Municipal de Toledo, muestra el estado de la casa en 1905. La portada ofrece elementos originales y castizos de la arquitectura toledana del siglo XVI: un trilito de piezas básicamente lisas, sin sillares ni dovelas, flanqueado con semicolumnas de capiteles jónicos. En los extremos del dintel, dos ménsulas sostienen flameros platerescos que enmarcan un amplio semicírculo de cantería acogiendo un escudo de la familia Niño con siete flores de lis. Dos grandes hojas de madera con clavazón en forma de pétalos cierran la portada, cada una con su respectivo portillo para el tránsito habitual de las personas. En el ángulo superior izquierdo aparece un emblema tallado que sería de la familia Niño de Guevara , pues, tras la reforma de esta casa acaecida en 1947, se colocaron dos emblemas iguales para crear la composición simétrica que ahora así muestra hacia la calle.
El conjunto descrito es similar a los existentes en las plazas de San Vicente, 4 (palacio de la familia San Pedro de la Palma) y de Santa Teresa 1, donde fue asesinado el poeta Medinilla en 1620, así como a la portada trasladada, hacia 1955, al cigarral del Angel desde el palacio de Rodrigo Niño -conocido como de Munárriz- en la calle de San Lorenzo. Se repite también en varias casas de las calles de Alfileritos, Gerardo Lobo, Samuel Leví, San Ildefonso , etc. Sin el arco superior, pero con la misma estructura, aparecen en el callejón de Córdova, 3 y en el corredorcillo de San Bartolomé, antiguo convento de la Reina. En los edificios consistoriales de Talavera de la Reina, en la plaza Padre Juan de Mariana , se repite el mismo esquema y también en la madrileña plaza de las Descalzas , en el convento de las clarisas, trazado por Diego Sillero.
Sobre la citada entrada blasonada de los Oñate, estaba el balcón del salón principal, que en algunas casas solía incluir una trampilla en el suelo para ver quién accedía al zaguán. El palacio en cuestión también tuvo salida a la plaza presidida por la iglesia de los jesuitas a través de un paso volado sobre el oscuro callejón que desciende hasta la calle de Nuncio Viejo , detalle perceptible en algunos planos del siglo XIX.
La puerta de la calle de la Trinidad daría paso a una entrada en codo al patio central, estructura habitual de tradición islámica medieval en la vivienda privada para asegurarse así la intimidad y alejarse de las miradas de la calle. Gracias a la memoria fotográfica del derribo iniciado en 1947, previo a la reforma que siguió luego, se ven los restos de un patio cuadrado, claramente renacentista, con dos niveles y vulgares cerramientos de cristal seguramente aplicados en el XIX. En la planta baja hay columnas con capiteles alcarreños que se corresponden con las dispuestas en la planta superior, las cuales sostienen anchas zapatas de madera. El perfil de estas piezas sustentantes se aproxima a las conservadas en el palacio de los marqueses de Malpica y Valdepusa (sede de la Demarcación de Carreteras del Estado) en la plaza de San Clara 7, si bien aquí cuentan con una mayor riqueza ornamental y todo resuelto en piedra labrada.
A partir del siglo XVII , no pocas mansiones nobiliarias toledanas, al trasladar los titulares su residencia junto a la Corte y quedar vacías, fueron vendidas, cedidas a la Iglesia o arrendadas. En el XIX, los sucesivos procesos desamortizadores hicieron que ostentosos y amplios inmuebles llegasen a manos de los nuevos gestores de la vida civil (industriales, comerciantes, gestores, abogados, etc.) que, además, ocuparían los primeros lugares en los listados de los mayores contribuyentes de la ciudad. Así, en 1870, una vez derribado el Coliseo de la plaza Mayo r, cuando el Ayuntamiento estudia varios solares para levantar otro de nueva planta, por un momento, barajó la posibilidad de adquirir la casa de José Cea (un reconocido impresor) en la calle de la Trinidad como un lugar posible. Eran factores favorables la gran extensión del solar y el hecho de alzar la fachada del futuro teatro frente al gran templo barroco de San Ildefonso, sin duda, un espacio considerado de mayor vistosidad urbana que el de la plaza de las Verduras.
Lo cierto es que el viejo palacete de los condes de Oñate era ya un viejo edificio encallado en una empobrecida ciudad y listo para ser desguazado. En el siglo XX aún alojaría nuevos dueños y usos , alguno, sin duda, desconocido y sorprendente que citaremos en un siguiente artículo.
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